Las personas con VIH se siguen enfrentando a desafíos como el estigma y la discriminación que todavía existe en la sociedad, y que muchas veces complican el acceso al empleo o a servicios médicos
El Comité Antisida de Salamanca lleva más de 30 años trabajando en el apoyo y la sensibilización sobre el VIH. Nació a principios de los 90, en un contexto donde las respuestas oficiales ante la crisis del VIH/SIDA eran insuficientes. “Surgió como un conjunto de personas de la sociedad que decidieron dar un paso adelante para apoyar a quienes vivían con VIH, en un momento en el que ser diagnosticado con esta enfermedad era sinónimo de sentencia de muerte” explica Oliver Marcos, miembro del comité y persona diagnosticada que comparte su historia en esta entrevista.
En sus primeros años, el trabajo se centró en ofrecer espacios de apoyo y solidaridad para personas con VIH. El diagnóstico en aquel momento era casi siempre fatal, “por lo que el Comité se convirtió en un acompañante en los momentos más difíciles: durante la enfermedad, al final de la vida y en el acompañamiento a los familiares. El objetivo era brindar la mayor dignidad posible a quienes se enfrentaban a una muerte inminente”.
Con el paso de los años y la llegada de los tratamientos antirretrovirales que permitieron a las personas con VIH vivir más tiempo y con mejor calidad de vida, el enfoque del Comité también cambió. Ahora, más que nunca, la labor del Comité sigue siendo crucial para ofrecer apoyo en todas las fases de la vida, enfrentando desafíos como el estigma y la discriminación que todavía existe en la sociedad, y que muchas veces complican aspectos cotidianos como el empleo o el acceso a servicios médicos.
Desde el Comité explican que aunque los avances en la reducción del estigma son claros, sigue existiendo una discriminación palpable, tanto en Salamanca como en otros lugares. "Los últimos estudios sobre el VIH en España nos dan datos alentadores, pero el estigma sigue estando ahí, especialmente en ámbitos como la atención sanitaria donde quizás utilizan medidas de protección excesivas para atender a personas con VIH o cuando es necesaria una operación quirúrgica, son las últimas personas en lista de espera. Por ejemplo, tampoco se incluye a las personas con VIH a hacer los ensayos clínicos”, explican.
Algo que también se traslada al ámbito laboral. "Algunas personas prefieren pedir vacaciones para ir al hospital a recoger su medicación en lugar de explicar su situación", añade.
Además, todavía hay muchas barreras cuando se trata de educar sobre cómo se transmite el VIH. "La gente tiene miedo porque no entiende bien las vías de transmisión. Muchos creen que se puede contraer el VIH solo por estar cerca de alguien con la infección", explica. Este desconocimiento genera distanciamiento social y conductas discriminatorias.
Hoy en día, "se puede encontrar mucha más información sobre el VIH en internet que hace 10 años, lo que ha facilitado que las personas se enfrenten al diagnóstico con menos miedo", comenta. Sin embargo, en una ciudad como Salamanca, donde las redes sociales son más pequeñas, algunas personas siguen prefiriendo mantener su diagnóstico en privado, compartiéndolo solo con amigos cercanos o familiares.
El Comité de Salamanca ofrece diversas vías de contacto para aquellas personas que necesiten apoyo. Pueden escribir por correo electrónico, hacer una llamada telefónica o enviar un mensaje a través de WhatsApp. "Valoramos las necesidades de cada persona de forma individual", explica Oliver. "Dependiendo de la motivación de la persona, podemos ofrecer acompañamiento psicológico, apoyo jurídico o información médica."
El Comité no solo trabaja con personas con VIH, sino también con sus familias, amigos y otras personas de su entorno. Muchas veces, son estos cercanos quienes necesitan orientación sobre cómo apoyar a una persona con VIH, o simplemente desean informarse para prevenir el contagio. "Hoy en día, la prevención es clave, y ofrecemos pruebas gratuitas de VIH para aquellos que deseen saber su estado serológico", menciona.
El VIH se transmite a través de fluidos sexuales, la sangre, la leche materna (en casos de mujeres que han dado a luz) y a través de las mucosas genitales. "No se transmite por la saliva, los abrazos, ni por compartir espacio o utensilios como las verduras en el supermercado", aclara. El miedo irracional, originado por la desinformación, sigue siendo uno de los mayores obstáculos para la integración plena de las personas con VIH en la sociedad.
A pesar de los desafíos emocionales y sociales que enfrenta una persona diagnosticada con VIH, a nivel médico hoy en día es perfectamente posible llevar una vida normal. "El VIH es una infección crónica, pero con el tratamiento adecuado, las personas pueden vivir muchos años sin complicaciones mayores", afirma. La medicación ha avanzado tanto que las personas con VIH tienen una esperanza de vida similar a la de cualquier otra persona, siempre y cuando sigan su tratamiento de manera constante.
"El VIH no se nota, y muchas personas que lo tienen llevan una vida completamente normal. Pueden trabajar, estudiar, formar una familia", concluye Oliver. "El mayor reto sigue siendo la aceptación y el apoyo emocional", aseguran.