A sus 57 años piensa continuar en el oficio hasta su merecida jubilación, pero no deja de mirar con preocupación al futuro. "Detras de nosotros no vendrá nadie, esto se acaba"
Es uno de los claros ejemplos de pasión por el oficio y también de perseverancia, además de ser uno de los pocos que mantiene un oficio tan importante como especial: La venta ambulante.
Este es el caso de Miguel Rubio, pescadero ambulante peñarandino de profesión desde hace 37 años y que cada mañana, mucho antes del amanecer comienza su jornada laboral, con el fin de llevar pescado fresco a numerosas localidades de la comarca de Peñaranda y municipios de la cercana zona de Ávila.
Una jornada de trabajo normal, tal y como explica Miguel “comienza cuando suena el despertador sobre las cinco menos cuarto de la mañana. Me levanto y cojo el camión para ir al mercado a comprar el producto fresco. Y desde ahí comienzo la ruta que tenga ese día. Luego vuelvo a casa, descargo y limpio todo para dejarlo preparado para el día siguiente, por lo que puedo terminar sobre las cinco de la tarde…media jornada como dice el de la serie”.
Una labor que le lleva a recorrer a día de hoy un total de 26 municipios de ambas zonas, repartiendo con no poca ilusión ya que, afirma, “después de tantos años hay clientes que ya me tienen como de la familia, ya que además de comprarme me piden ayuda o consejo…ten en cuenta que la mayoría de la gente ya es mayor y siempre necesitan de un apoyo, asique yo hago siempre todo lo que puedo por tratar de solucionárselo”.
Pero el, como otros compañeros del gremio, ven con preocupación la situación del sector y lo complicado que es su posible supervivencia a medio plazo. “Yo tengo 57 años y pienso continuar con ello hasta la jubilación, si es posible. Pero en los pueblos cada vez hay menos gente y la mayoría son personas mayores con pensiones pequeñas, por lo que la venta se resiente…te puedo decir que empecé con 8 pueblos y ahora hago 26 para poder llegar a facturar mas o menos lo mismo que hacía, está muy complicado” asegura.
“Hoy quedamos apenas 6 o 7 vendedores ambulantes en la zona, pero cuando lo dejemos nosotros creo que esto se acabó, el servicio se pierde. Nadie quiere ponerse al frente de un negocio como este ya que cada vez es más difícil en el medio rural, pero yo, mientras tenga fuerzas y pueda, pienso seguir junto a mis clientes” afirma rotundo Miguel.