A través de estas líneas, queremos reiterar nuestro más sentido pésame y sinceras condolencias a los familiares y amigos de los fallecidos como consecuencia de la DANA que asoló varias provincias españolas, compartir nuestras esperanzas de recuperar a los desaparecidos, y los mejores deseos para quienes están atravesando una difícil situación debido a la pérdida de sus hogares, los recuerdos y ahorros de toda su vida y los bienes materiales de primera necesidad. Nuestro pensamiento y nuestra solidaridad están con ellos y especialmente con los niños afectados.
El pasado miércoles se celebró el Día Internacional del Niño o Día Mundial de la Infancia, que se celebra anualmente cada 20 de noviembre. Es un día dedicado a todos los niños y niñas del mundo y, especialmente, para llamar la atención sobre los más desfavorecidos o en situación precaria. La idea de “Que canten los niños” la he tomado prestada del amigo José Luis Perales, con quien he compartido colaboraciones en Aldeas Infantiles SOS de Cuenca, España. Que canten los niños es signo de grandeza y futuro.
Según UNICEF, en el Día del Niño (también así conocido) se celebran los avances conseguidos y es una oportunidad para dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia y necesidad de trabajar por su desarrollo y bienestar. Es un momento óptimo para sumarnos al llamamiento mundial a favor de la infancia y de los niños en situación de vulnerabilidad.
Naciones Unidas (ONU) instauró este Día Mundial de la Infancia en honor a la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y a la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, el tratado internacional más ratificado de la historia y de más extensa preocupación.
El futuro de la infancia en un mundo convulso y lleno de incertidumbres como el que nos ha tocado vivir, es motivo de preocupación para muchos ciudadanos y para entidades globales como UNICEF quien, en el reciente informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2024, nos viene a decir que el futuro de la infancia pende de un hilo. Un futuro que es ya, ahora, porque en gran medida, las decisiones y acciones que tomemos hoy determinaran el futuro con el que se encuentren nuestros herederos.
El citado informe analiza el mundo de hoy en relación con los niños y lamenta la cantidad de crisis, pobreza y discriminación que les afectan, limitando las oportunidades de muchos de ellos para el desarrollo de sus potencialidades. También hace un examen sobre las fuerzas y tendencias que configuran nuestro mundo actual y reflexiona sobre cómo podrían influir en el futuro de aquellos. Explora tres megatendencias que tendrán un fuerte impacto en la vida de los niños de aquí al 2050: los cambios demográficos que se están dando, las crisis climática y ambiental y las tecnologías de vanguardia. Todas ellas de carácter global, pero con consecuencias regionales, locales e individuales.
Cada una de estas tendencias tendrá su influencia en el cómo viven, interactúan, aprenden y se desarrollan los niños. Los intensos cambios demográficos, puestos de manifiesto en que: tenemos menos hijos, vivimos más tiempo y nos mudamos de residencia con más frecuencia, serán históricos por su intensidad y están directamente relacionados con el futuro de la infancia. Las migraciones y los movimientos pueden ofrecer a los niños mayor seguridad ante los conflictos y las crisis climáticas, así como mejores oportunidades educativas y de desarrollo. Por el contrario, los riesgos también son mayores en cuanto a la separación de sus padres o cuidadores y el peligro de caer en la explotación infantil.
Lo que acabamos de decir es cuantificable: en 2023, debido a conflictos y desastres, fueron desplazados dentro de sus países 20,8 millones de niños. Los gobiernos y la sociedad en su conjunto, deberán entender, prever y responder a los cambios demográficos con políticas adecuadas que permitan hacer realidad la Convención sobre los Derechos del Niño. Esos niños que actualmente son unos 2.300 millones y que en la década de 2050 se estima que será una cantidad similar.
Por lo que se refiere a la megatendencias de las crisis climática y ambiental, hay que tener en cuenta que el desarrollo de los niños se encuentra afectado por su entorno. Todos los ámbitos de la vida del niño, desde sus aspectos físicos: pulmones, cerebro, sistema inmunológico o nutrición; hasta los aspectos intangibles como la seguridad, educación, salud mental o relaciones sociales; están configurados por el clima y el medio ambiente, siendo los niños especialmente sensibles a las enfermedades, la contaminación y los fenómenos extremos del clima.
Actualmente, unos 1.000 millones de niños viven en países que ya se están enfrentando a peligros climáticos y ambientales de alta intensidad. La crisis, que yo prefiero decir emergencia climática, es una crisis que atenta contra los principios del derecho a la vida, la supervivencia y la salud, que se contemplan en la Convención sobre los Derechos del Niño.
En “La Sociedad de la Información. Vivir en el siglo XXI” (1997) ya tratábamos la megatendencia de las nuevas tecnologías o tecnologías de vanguardia y nos referíamos a la “sociedad dual” para definir o diferenciar entre quienes tenían acceso a esas tecnologías y aquellos que carecían de acceso alguno. Casi tres décadas después, el tiempo ha corroborado lo acertado de aquella tesis porque, a pesar de los grandes avances, la brecha digital sigue siendo muy marcada, entre quienes usan y disfrutan de la tecnología y quienes no pueden hacerlo. Actualmente, casi el 26% de la población de los países con bajos ingresos, está conectada a Internet, mientras que en los países con ingresos altos están conectados más del 95% de los ciudadanos.
Pero no es menos cierto que con el ritmo acelerado al que avanzan las tecnologías, estas ya han embargado gran parte de la vida cotidiana de muchos niños. Son tecnologías transformadoras que influirán, no solo en la forma en que las generaciones presentes y futuras aprendan, trabajen, se comuniquen o relacionen; también en su grado de bienestar y de desarrollo profesional y humano. Estar desconectado del mundo digital es estar limitado de oportunidades en el presente y para el futuro.
Es preciso eliminar las barreras de conectividad para los niños, especialmente para aquellos que viven en países u hogares con menos recursos y evitar así la exclusión. Está claro que la tecnología, aun siendo necesaria, no lograría por sí misma un mundo mejor. Se necesita la implicación de gobiernos, empresas y sociedades para que los derechos de los niños se incorporen en las tecnologías y sus desarrollos. Me permito terminar con la siguiente frase de UNICEF: “Construyamos un mundo en el que la prosperidad se comparta de manera equitativa y en el que todas las personas puedan prosperar". Escuchar la voz de los niños es escuchar al futuro.
Les dejo con José Luis Perales "Que Canten Los Niños":
https://www.youtube.com/watch?v=3NDUvuDvRuM
© Francisco Aguadero Fernández, 22 de noviembre de 2024
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