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Gustavo Faverón presenta en Salamanca su novela Minimosca
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entrevista

Gustavo Faverón presenta en Salamanca su novela Minimosca

Actualizado 22/11/2024 16:19
Charo Alonso

Su libro se sitúa en la mejor y más original narrativa hispanoamericana

Viene Gustavo Faverón a Salamanca con una novela que abarca un mundo y que nos sitúa en la mejor y más original narrativa hispanoamericana. Crítico, profesor universitario en Maine, Faverón llegó al gran público con una novela sorprendente donde el eco de Roberto Boilaños no opacaba la lucidez de un autor que ahora presenta en España una monumental “minimosca”.

Charo Alonso: Mucho “minimosca” pero se trata de una novela de setecientas páginas… menuda contradicción.

Gustavo Faverón: Es que inicialmente era una novela breve, en el mundo del boxeo se llama “minimosca” a los boxeadores que no superan los 48 kilos y el título aludía al protagonista de la que es ahora la segunda parte del libro. Ese era el plan, pero al final cuando me quise dar cuenta tenía siete partes y no una en la que el protagonista era un boxeador. Al final, el interés por contar las historias de los personajes secundarios se impone.

Ch.A.: Y se ha convertido en un peso pesado ¿Qué tiene el boxeo para fascinar a los autores como le pasa a usted y a Joyce Carol Oates?

G.F.: A mí de chico me interesaba el box porque vivía en una zona de Lima donde había un coliseo donde entrenaban chicos muy pobres en un contexto muy precario. Se me quedó grabada la figura de esos chicos encerrada dentro de otra imagen y cuando inicié este libro que iba a tratar sobre Sendero Luminoso en los años 80 o 90 apareció este personaje en medio del gimnasio precario. En realidad, evocando a un poeta peruano boxeador que me fascinaba con 17 años, Luis Hernández, que también era médico, una historia real que ya me parecía demasiado increíble, con lo que le dejé como poeta boxeador. El boxeo en realidad es un deporte que no parece un deporte y que está lleno de simbolismo.

Ch.A.: Es muy adecuada la imagen de un autor boxeador que se pelea con el lenguaje y con la obra, como ese autor peruano que a ambos nos fascina que es Mario Vargas Llosa…

G.F.: Vargas Llosa afirmaba que alguna vez se peleaba con el lenguaje, que el lenguaje no se le daba fácil, como a García Márquez. Vargas Llosa es muy riguroso, muy disciplinado, como un deportista de élite porque su arte no le llega a través de la facilidad, sino del trabajo duro, y eso lo admiro mucho.

Ch.A.: ¿Y a usted cómo le llega el arte? ¿A través del trabajo duro o de esa “facilidad” del colombiano?

G.F.: De las dos maneras, en un caso a través de la lucha en el asunto de la estructura que a veces es una gran lucha, pero en otros, hay momentos en los que escribo como en trance, escribo mucho y rápido y no lo tengo que corregir tanto como lo que escribo después de la pelea. Un poco de cada.

Ch.A.: He leído afirmaciones suyas en las que dice que los autores ahora no tienen esa ambición de hacer una obra ingente que refleje un mundo en su totalidad ¿Sigue pensando lo mismo?

G.F.: Tal vez en términos tan generales no sea así. Hay autores que tienen esa ambición y son admirables, admiro mucho a Karl Ove Knausgard que parece que solo pueda escribir sagas de cuatro o seis volúmenes y que me parece que lo hace con la idea de crear un mundo ficticio que sea ampliación del mundo real, no una habitación más en la casa. Yo soy de la opinión de que hay que trabajar a todos los personajes, aunque sean secundarios, porque en la vida real cada uno es protagonista de su propia historia. Claro que esto no es lo más correcto desde el punto de vista más comercial.

Ch.A.: Pero la novela breve es magnífica, si alguien como Rulfo dice lo que tiene que tiene que decir en pocas palabras para qué más.

G.F.: Una cosa es la novela rápidamente consumible, lo que es válida y que siempre ha existido y otra es esa novela rulfiana a la que yo constantemente aspiro y a la que constantemente no llego. Es curioso, porque muchas de las partes de esta novela las he concebido como novelas distintas y al final, se fueron juntando simultáneamente. Yo no estoy hecho, no tengo el talento tan especial para una novela como la de Pedro Páramo, son libros que me encantaría escribir.

Ch.A.: ¿Cómo aborda la escritura de ficción un crítico, un profesor universitario que estudia y enseña la escritura de otros?

G.F.: En mi caso, analizando la obra propia. De todas formas, mi biografía se inicia con la escritura de ficción, tengo obra sin publicar en un rincón del disco duro de mi ordenador. Novelas y cuentos escritos antes de que me sintiera preparado para publicar, no me veo como un crítico que escribe, sino un escritor que lo fue antes de ser crítico. Claro, es cierto que mi trabajo de tiempo completo es el de académico, y eso es verdad que se puede notar en las novelas, no porque estas sean académicas, sino porque son reflexivas, tienen mucha conciencia del armazón teórico de la novela. Trato de que no se imponga esta visión, que no sea una novela ensayo en el peor sentido del término, y creo que lo consigo.

Ch.A.: ¿Es la primera vez que viene a Letras Corsarias? ¡Tiene en Paqui Noguerol una presentadora de excepción!

G.F.: Es un placer y un lujo la nómina de presentadores que ha preparado la Editorial Candaya para este viaje. Como comentaba ayer en la presentación en Madrid, no he hablado mucho sobre esta novela más que con mi esposa y casi nadie más, por lo que todos estos encuentros me están mostrando cosas de ella de las que yo mismo no soy consciente y que me dan una imagen muy distinta de mi propio libro.

Ch.A.: ¿Esas aportaciones de presentadores, periodistas o público se notan después en la siguiente obra?

G.F.: Sí, se ve reflejado en mi visión de la literatura en general. Yo no soy una persona que diga que no leo reseñas, no, a mí si me importa como autor y profesor todo este diálogo sobre el libro. aunque luego no se refleje en el siguiente, porque sí se refleja en mi idea de por qué escribimos ficción.

Ch.A.: ¿Y por qué se escribe ficción?

G.F.: En mi caso porque yo he encontrado en la ficción una forma de explorar la realidad que no es enteramente intuitiva ni racional. Es verdad que es un poco más racional que otras artes, porque hay que traducir al lenguaje, pero la literatura ve el mundo más allá de lo que puede ver un sociólogo o un economista. La ficción abre puertas distintas y crea un mundo diferente alrededor de nosotros.

La portada

Gustavo Faverón presenta en Salamanca su novela Minimosca | Imagen 1

La librería Letras Corsarias, en la calle Rector Lucena 1, acoge este viernes a las 19:30 horas, la presentación de la última novela del autor peruano.

Charo Alonso.