Hace unos días, un amigo conocedor de mi gran afición cinematográfica me invitó a ver “La caja de Pandora (Lulú)” un film de 1929, del director Georg Wilhem Pabst: basada en una novela, cuenta la historia de una joven y atractiva mujer que “abre la caja de Pandora” llena de encanto y de semillas de desgracias. Cuando abre la caja crea un rosario de males en los varones que pierden todo por su culpa, por su encanto y por sus perversas estrategias.
La imagen de esa mujer hechicera en su astuta femineidad es una variación más de la imagen de la “mala” mujer, que el machismo ha creado a lo largo de los siglos sobre la mujer.
Pero, como todos los mitos, la caja de Pandora es una metáfora potente sobre la conducta humana,( que no excluye al género masculino) en su capacidad destructora. La sucesión de una serie de hechos desgraciados que se originan en un primer gran fallo de un ser humano, puede ser también comprendida por la metáfora de una caja mal abierta o no abierta, que provoca la multiplicación de males a partir del primero mal “gestionado”( como se dice ahora).
El primer error del Presidente valenciano en las primeras horas de la catástrofe de no estar donde su responsabilidad le exigía, creó una serie de omisiones y esperas de su equipo ante el grave fenómeno atmosférico anunciado con anticipación, que hizo que todos los males posibles sucedieran, por la falta de información y normas de conductas apropiadas a la población general. El resto de falsos argumentos, tergiversación de los hechos y no asumir los errores, fueron exclusivamente palabras.
Una primera mala actuación trae consigo múltiples desgracias concatenadas, destrucción, caos, confusión, que a su vez liberan (como en la mítica caja de Pandora) otras “maldades” propias de los momentos de “ríos revueltos”.
Errar es de humanos; pero lo que hasta ahora no ha sido apenas observado en los grupos e instituciones humanas es que el líder que en un momento crucial no ha sabido enfrentarse al peligro, sea después revalidado ante su petición de otra posterior prueba que demuestre sus capacidades de reconstructor de lo destruido. Y más frente a un clamor potente de los gobernados que ha pedido su cese.
Una crisis, desde un liderazgo fallido a una crisis matrimonial, cualquier crisis, puede estar bien cerrado, o falsamente cerrado. Si se hace un falso o mal cierre de la crisis, esta no finalizará.
En el film “La caja de Pandora (Lulú)”,el final es el asesinato de Lulú a manos de un falso amante, un asesino múltiple; el escritor parece mostrar su desesperanza de que algo pueda positivamente cambiar si no se recurre a la destrucción. Pero la historia de la humanidad muestra que esos “falsos cierres” en el desencuentro de mujeres y hombres, o de líderes y gobernados son inútiles. Solamente comprendiendo y aceptando el desencuentro su puede acceder a nuevas etapas quizás portadoras de soluciones.
Solo aceptando que el líder de esa comunidad ha fallado, se puede cerrar la crisis con la necesaria seguridad de que la siguiente crisis no va a ser igual de catastrófica.
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