Miércoles, 11 de diciembre de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Dos familias salmantinas que se unieron en el servicio de Neonatos por Cecilia y Mía
X
17 DE NOVIEMBRE | DÍA DEL NEONATO

Dos familias salmantinas que se unieron en el servicio de Neonatos por Cecilia y Mía

Actualizado 17/11/2024 10:32
Vanesa Martins

Estas dos niñas nacieron de forma anticipada en Salamanca, la primera a las 32 semanas; la segunda a las 28 semanas de embarazo. Conocemos sus emotivas historias en el Día del Neonato

A lo largo del año pasan por el Servicio de Neonatos del Hospital de Salamanca muchas familias. Un parto anticipado, anterior a las 32 semanas, hizo que Cecilia y Mía tuvieran que pasar sus primeros meses de vida ingresadas.

Junto a ellas sus respectivos padres, que ante esta situación se apoyaron unos en otros. Allí, entre las paredes del hospital se conocieron y ahora, fuera de centro sanitario, mantienen una gran relación.

Cecilia nació a las 32 semanas

Dos familias salmantinas que se unieron en el servicio de Neonatos por Cecilia y Mía | Imagen 1

Paula vivió una experiencia compleja durante su embarazo, parto y los días posteriores al nacimiento de su hija, Cecilia, quien nació prematura. Todo comenzó cuando Paula fue al hospital pensando que tenía un cólico de riñón. “Estaba de 32 semanas y fui al hospital con mi mochila, para preguntar qué podía tomar porque tenía muchos dolores”, cuenta la madre de la pequeña. “Me dijeron que no era un cólico, que ya había dilatado y Cecilia ya estaba encajada, lo que significaba que el parto era inminente”.

Durante varios días Paula estuvo en el hospital, el equipo médico intentó retrasar lo máximo posible el parto para dar al bebé más tiempo de desarrollo. Sin embargo, no podían esperar más. “Uno de los matrones me sugirió que ya era hora de considerar la epidural y así evitaría los dolores y podría disfrutar más del parto y colaborar mejor con el equipo médico”.

Tras casi 24 horas fue un parto natural, aunque instrumentalizado, debido a la posición de la niña. “En todo momento me trataron, a mí, a mi marido y a la niña de la mejor manera posible. Me explicaban cada paso, lo que ocurría y me sentí muy cuidada por todos”, recuerda.

Una vez que Cecilia nació, tuvo que ser llevada a la UCI neonatal debido a que nació prematura. “Tenía una sensación extraña. Durante el embarazo no tuve barriga, es más, adelgazé 14 kilos, parecía que no había tenido a la niña dentro”, recuerda.

Aunque asegura que se sintió muy cuidada y que todo el personal del servicio era extraordinario, cree que falta ayuda psicológica cuando te encuentras en esta situación, un apoyo que encuentran las familias entre ellas.

Aunque la situación era dolorosa, Paula sabía que su hija estaba en las mejores manos. La estancia en el hospital fue larga y difícil, estuvieron allí casi 2 meses. “Cuando nos dieron el alta había miedo e incertidumbre, nos habían enseñado mucho sobre el cuidado de Cecilia, desde cómo cambiarla y bañarla hasta cómo alimentarla correctamente. Sin embargo, el miedo a no hacerlo bien estaba”, recuerda.

A las familias que están pasando por esta situación les aconseja apoyarse entre ellas. “Es importante que hablen entre ellos, que compartan miedos y dudas, y que no se sientan culpables, muchas veces los nacimientos prematuros no son culpa de nadie, sino una circunstancia que se debe afrontar con el apoyo y la comprensión de los demás”, concluye.

Mía vino al mundo a las 28 semanas

Dos familias salmantinas que se unieron en el servicio de Neonatos por Cecilia y Mía | Imagen 2

Mía nació un 2 de abril, a las 28 semanas y con 1.450kg. “Fue una situación realmente horrible”, recuerda Andrea, su madre. Desde el principio sufría un embarazo de riesgo, es diabética lo que hizo que se complicara la situación. Estuve seis veces ingresada en el hospital. Las hormonas me descompensaron y fue muy complicado”.

El día del parto estaba en casa de sus padres. “Estaba tan mal que llegué a delirar. De hecho, estuve de baja desde las primeras semanas. Desde el primer mes estuve vomitando continuamente, no comía nada. Fue durísimo y no pude disfrutar nada del embarazo".

Recuerda que era Domingo de Ramos y “mi madre me dijo que bajamos a urgencias o se muere aquí. Yo me encontraba muy mal. Me bajaron a urgencias, y aunque la ecografía mostraba que la niña estaba bien en menos de 20 minutos me empecé a sentir muy rara. Mi cuerpo me pedía empujar y empecé a sangrar”. Estaba de parto. A la 1:10 de la madrugada, 10 minutos después, la niña ya había nacido. “Todo fue rapidísimo. No daba tiempo a nada”, recuerda.

Andrea se desmayó y fue directa a la UCI y la pequeña Mía, a la incubadora. “Estaba gordita para tener tan pocas semanas, porque los bebés de madres diabéticas suelen tener más peso”, recuerda Jose, su padre. “A Mía en la UCI le pusieron oxígeno. Preocupaban sus pulmones, que no estaban totalmente desarrollados. Fue muy angustiante, pero poco a poco fue mejorando y en varios días se lo quitaron”. De ahí a la incubadora. Andrea salió de la UCI a los dos días.

La pequeña Mía estuvo 55 días en la unidad de neonatos. Desde el 2 de abril hasta el 26 de mayo. “Fueron unos días muy largos, pero sabíamos que estaba en buenas manos. Fue un proceso lento pero esperanzador y nos tranquilizaba ver lo bien cuidada que estaba por todo el equipo médico”, recuerdan y agradecen los padres.

“El apoyo del hospital fue fundamental”, recuerdan. “En Neonatos nos dejaban estar 24 horas al día con la niña. Incluso podíamos dormir allí y nos daban de comer, y aunque las condiciones eran difíciles, el trato del personal fue increíble. Nos sentíamos acompañados en todo momento”.

Un apoyo por parte del hospital pero también con otros padres que estaban en situaciones similares. “Hemos creado muy buenas relaciones que mantenemos hoy en día, para nosotros estar juntos era un alivio, nos ayudaba a desconectar de la situación un poco”, aseguran.

Cuando les dieron el alta. “Fue una gran sorpresa”, recuerda Andrea. “Llamé a Jose porque estaba trabajando y le que no avisara a nadie, que iba a ser una sorpresa”. En neonatos no pueden entrar visitas, solo tres personas, por lo que sus abuelos aún no conocían a la pequeña.

Ahora Mía tiene un año y diecinueve meses. “Está hecha un terremoto, ¡ no para quieta! Corre, juega, es muy lista, y cada día me sorprende más”, aseguran sus padres.

A los padres que están en una situación similar les lanzan un mensaje claro: “Que no pierdan la esperanza. Al final todo llega y cuando menos se lo esperen, tendrán a su bebé en casa, corriendo y creciendo, que el tiempo pasa muy rápido”.