Espacio central vacío de la planta superior del Mercado Central.
A veces vuelvo a algunos temas aparentemente cerrados, a pesar de esa casi patológica imposibilidad Popular de enmienda. No tanto por la exigencia de gran inversión, posible en algún caso, sino por falta de aliento a una verdadera participación de la ciudadanía en lo que en definitiva conforma su espacio diario de vida. La Plaza del Oeste es un buen ejemplo. La rápida sustitución de árboles, no enfermos según el famoso informe, habla más de premeditación en la desaparición de los anteriores que de verdadero interés por reformar un espacio público donde la aportación vecinal sea definitoria.
No hace tanto tiempo, en las Ferias del Libro se mantenían los bancos de la Plaza.
Siempre cabe la esperanza en pequeños detalles, dada su característica capacidad para vender cualquier cosa a la ciudadanía. No en vano son campeones de la movilidad sostenible pese al intenso trasiego de vehículos en alguna calle peatonal o el aumento perpetuo de aparcamiento, los más verdes aun cortando árboles con súbitas plagas a diestro y siniestro, o modelo de accesibilidad con lentas iniciativas deslavazadas. Ya veremos la economía y esas repentinas inyecciones inversoras. De momento el INE recuerda nuestro liderazgo en envejecimiento de la población.
En la Feria del Libro de 2023, por ejemplo, ya se han quitado como en la actual.
Manifestando su preocupación por nuestros mayores, siguen con el continuo quita y pon de los bancos de la Plaza Mayor, como en la actual Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Quizás nuestro joven, físicamente, consistorio Popular no ve la necesidad de un notable porcentaje de sus conciudadanos de sentarse con frecuencia (cuando no llueve claro). O quizás piensan no les interesa ya la lectura. Y es justo reconocer el avance en este tema, desigual y desordenado, en muchas calles. Pero siguen faltando todavía, y tacto para mantenerlos cuando no es realmente necesario eliminarlos.
Vieja imagen de Salamanca Film Commission ofertando el Mercado Central como escenario.
El Mercado Central hace pocos años tenía unos bancos de hierro fundido en el amplio espacio central vacío de la planta superior. Tras una reforma esos bancos no volvieron, aunque se mantiene exactamente el mismo espacio vacío. Por la simple observación, un porcentaje importante de clientes tiene una edad avanzada, y probablemente les vendría bien la posibilidad de poder sentarse unos momentos. No imagino el problema que impide volver a esa situación, mejor con bancos de madera, y desde luego ayudaría un poquito a aumentar el atractivo de este espacio comercial singular.
Desde luego la accesibilidad del centenario edificio es compleja. Existe una notable diferencia en cuanto a la ocupación de locales y visitas entre la planta inferior y la superior. A pesar de sus diáfanos interiores, la comunicación entre plantas se basa en complicadas escaleras para algunas personas. Con el actual debate sobre ascensores públicos en nuestra ciudad, se podría estudiar las posibilidades de instalar uno en este edificio. Sin obviar, claro, sus circunstancias de edificio protegido. Hasta el momento la única opción accesible es salir al exterior por la rampa frente a la Plaza Mayor y llegar hasta la puerta principal de la parte de abajo en el lado contrario, o viceversa.
Esa rampa parece un tanto estrecha. Cuando se hizo fue un indudable avance, pero se adaptó al exiguo espacio de la entonces acera primando el interés municipal por los vehículos. Aunque fue sugerido aquí, lamentablemente no se aprovechó la reciente reforma peatonal de la calle para darle más amplitud, ahora hay espacio suficiente incluso conviviendo con un remedo de calzada y la parada de taxis. También sería buena idea pensarlo, y aprovechar uno de esos remanentes autocalificados de buenos gestores (suele ser inversión no ejecutada) en la mejora de su comodidad.
Cabe pensar si todo es por la inacabable carga y descarga....
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