En esta Comunidad transcurre el 80% de su trazado y recorre cinco provincias: Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca
Otoño supone planes y naturaleza, empaparse de los colores que otorga la estación, y una forma buena de hacerlo es descubriendo rincones, esta vez con el cauce del Duero como punto de partida.
La ruta del Duero es uno de los ejes culturales más importantes del sur de Europa. En Castilla y León, por donde transcurre el 80% de su trazado, recorre cinco provincias: Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca. Su recorrido permite al viajero atravesar espacios naturales convertidos en reservas medioambientales y faunísticas.
Villarino de los Aires es la primera población salmantina que baña el Duero y su paisaje de profundos cañones y una rica fauna y vegetación deja paso a miradores que descubren descomunales panorámicas que llegan hasta tierras portuguesas.
Entre Pereña de la Ribera y Masueco, el río Uces vierte sus aguas al Duero, que llega después a Aldeadávila de la Ribera, donde su importante presa abre los ojos al viajero antes de seguir el curso del río por Mieza, Vilvestre o Saucelle.
El Duero comienza su camino en la sierra de Urbión, en el municipio de Duruelo de la Sierra, que goza de lugares de gran riqueza paisajística, como el paraje de Castroviejo, donde rocas labradas en la naturaleza por la erosión del viento, la lluvia, la nieve y el hielo, adoptan formas increíbles y fantásticas.
Destaca la arquitectura en piedra de los pueblos de Salduero y Molinos de Duero, pasando por las casas pinariegas de Vinuesa, junto al embalse de la Cuerda del Pozo. Desde Cidones continúa el río por Garray (yacimiento arqueológico de Numancia), atraviesa la capital soriana y sigue su curso por la sierra de las Perdices.
A continuación, recorre las históricas villas de Almazán y Berlanga de Duero hasta llegar al imponente castillo de Gormaz y San Esteban de Gormaz con sus iglesias románicas de San Miguel y el Rivero, tradicional barrio de las bodegas e inicio de la ruta del vino D.O. Ribera del Duero.
A la altura de La Vid, el Duero entra en las tierras burgalesas de la Denominación Ribera del Duero, baluarte de los vinos tintos de Castilla y León.
Peñaranda de Duero, definida por su emplazamiento estratégico, en lo alto de un cerro, y como fuerte de defensa, se repuebla cuando los límites de la frontera cristiana llegan al Duero. El viajero llega a las villas de Zazuar o Vadocondes, donde el Duero ha marcado su crecimiento económico y demográfico. Tras conocer las bodegas y lagares subterráneos de Fresnillo de las Dueñas, el camino continúa hasta Aranda de Duero.
El Duero se torna cada vez más generoso a su entrada en Roa, que en esta localidad recibe las aguas del Riaza por su margen izquierda. Sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, la villa está asentada en un lugar destacado sobre el valle que le permite dominar todo el curso del río y las fértiles vegas cuajadas de viñedos ribereños.
El cauce del Duero se asoma al Valle del Cuco por el municipio de Valdearcos de la Vega, primer término municipal vallisoletano que atraviesa la línea del Duero.
Sus aguas se adentran en Bocos de Duero, desde donde se puede admirar una impresionante panorámica de todo el valle, y Curiel de Duero, con su castillo y palacio fortaleza.
Su recorrido sinuoso, dominado por el castillo de Peñafiel, hoy Museo Provincial del Vino, bordea la villa de Peñafiel.
La corriente llega hasta una de las localidades más importantes de la Ribera del Duero, Pesquera de Duero, que cuenta con un importante circuito de bodegas subterráneas denominado ‘Cotarro de San Pedro’. En la localidad se encuentra más de una decena de representativas bodegas de la Denominación de Origen que se nutren de la riqueza fluvial del río Duero.
En el camino, Valbuena de Duero (sede de la Fundación Las Edades del Hombre), Olivares y Sardón de Duero disfrutan de una riqueza monumental en la que el vino es protagonista indiscutible, y merecen una visita también las villas históricas de Simancas o Tordesillas.
En Castronuño, localidad que tiene una hermosa panorámica sobre la vega remansada por el embalse de San José, el Duero crece cuando le faltan pocos kilómetros para entrar en el territorio de la Denominación de Origen de los vinos de Toro. El río llega aquí abundante, después de alimentarse de las corrientes del Riaza, Duratón, Adaja y Pisuerga.
La fértil vega de Toro, capital de los vinos que llevan su nombre, cuenta con un numeroso conjunto de viñas repartidas por sus laderas al paso del caudaloso Duero. Destaca la colegiata de Santa María la Mayor, una voluminosa construcción del románico tardío de espléndida factura.
Fresno de la Ribera logra impresionar con su bello paisaje antes de llegar a la capital zamorana, conocida como “la ciudad del románico”, para a continuación poner rumbo a la villa alfarera de Pereruela, el pueblo ganadero de Bermillo de Sayago o Fermoselle, y Pino del Oro, situados en pleno Parque Natural de los Arribes del Duero.