Interesante lugar de recreo conectado a la capital de Palencia por un carril bici, lo que ofrece multitud de posibilidades deportivas
Uno de los lugares más emblemáticos para los turistas en Palencia es el Monte el Viejo, una espectacular reserva natural situada a solo 6 km del centro de la ciudad y a solo hora y media de Salamanca. Este impresionante paraje alberga una sorprendente reserva de ciervos. Con una superficie de 1.435 hectáreas, el Monte el Viejo representa un auténtico refugio de biodiversidad en Palencia, siendo su principal pulmón verde. La vegetación de la zona se compone principalmente de quejigos y encinas, acompañados de una rica variedad de arbustos y plantas aromáticas, como tomillo, jara y salvia que se fusionan con la belleza majestuosa del cievo.
La gran atracción de esta zona es, sin lugar a dudas, esta reserva de ciervos que fue creada en 1975 por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). El próximo año se celebrará el 50 aniversario de la reserva, un hito que refleja el éxito de este proyecto. Desde su establecimiento, los ciervos han colonizado las 50 hectáreas del monte, adaptándose con facilidad a este entorno que no era originalmente el suyo. La abundancia de alimentos, como pasto y bellotas, y la ausencia de depredadores, han permitido que los ciervos vivan en un entorno tranquilo y protegido.
El espectáculo de la berrea, que tiene lugar cada otoño, atrae a muchos visitantes, por lo que esta época es fantástica para disfrutar de este maravilloso escenario. Es posible presenciar este impresionante evento tanto al amanecer como al atardecer, lo que añade un atractivo especial a la visita. Los ciervos se reproducen con facilidad, y debido a su creciente población, los agentes medioambientales deben llevar a cabo extracciones para evitar la sobreexplotación del área y garantizar que los animales dispongan de un espacio adecuado.
La presencia de estos majestuosos animales se ha convertido en un verdadero símbolo de Palencia, sorprendiendo a quienes no sabían que ciervos habitaban tan cerca de la ciudad. Para los más escépticos, solo hace falta tomar la carretera hacia el Monte y descubrir por sí mismos la belleza de estos ejemplares en su hábitat natural. Además, este monte es un valioso tesoro natural conectado con la ciudad por un carril bici. Esto lo convierte en el lugar perfecto para disfrutar de actividades deportivas como el senderismo o el ciclismo de montaña. Dentro de sus límites, se pueden encontrar instalaciones deportivas como pistas de tenis y baloncesto, así como una piscina municipal. También es hogar de pintorescos rincones, como El Refugio, la Casa Grande (un edificio del siglo XVI) y la Casa Pequeña, que ofrece, sin duda, unas de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.