Lleva quince años vendiendo castañas en las calles salmantinas, tres de ellos en este emblemático punto del centro de la ciudad
Miguel es uno de los 14 castañeros que aún quedan en Salamanca. Lleva en la ‘profesión’ quince años, los tres últimos ubicado en el puesto de la Puerta Zamora: “Es un hobby que compagino con mi trabajo. Me encanta hacerlo y además me sirve para sacarme un dinerillo extra que siempre viene bien”. Este salmantino descubre para SALAMANCArtv AL DÍA los principales secretos de ser castañero. “Son dos meses de mucho esfuerzo y, sobre todo, mucha vocación. Si no sería imposible. Aquí no se descansa ningún día en estos meses”, manifiesta Miguel mientras atiende a dos de sus clientes habituales. Esa es una de las principales razones de su vocación, el trato con su clientela: “Me gusta mucho esta cercanía con la gente y que además vengan los mismos a verte todos los años. Se agradece un montón. Además, luego me ven durante el año y me reconocen como su castañero”.
El sorteo en el que el Ayuntamiento de Salamanca asigna los puestos de castañas ha sido favorable para Miguel en los últimos años, quien se muestra muy satisfecho con el lugar que ocupa en la vía pública salmantina: “Me gusta el sitio de la Puerta Zamora porque conozco la gente, conozco la zona, tengo un bar al lado por si tengo que ir al servicio o a tomar un café para calentarme… Además, hay más luz que en otros sitios y eso también es importante”. Miguel no está solo en esta labor: “En el puesto sí estoy solo pero por detrás hay mucha más gente, sobre todo mi mujer, que me ayuda a cortar las castañas, a preparar las cajas de madera para asar, a comprarme carbón, a tenerme siempre listas las bolsas que reparto con las castañas… Hay que tener todo preparado para cuando yo abro el puesto y en esa labor es fundamental la gente que me ayuda”.
Este salmantino recuerda la época de la pandemia como algo especial: “Éramos prácticamente los únicos que podíamos estar a pie de calle, vender y tener un trato con el cliente”. Durante estos quince años en los que lleva vendiendo castañas en las calles de Salamanca, Miguel ha notado un incremento de los costes: “Han subido mucho los precios del carbón y de las bolsas. Antes dábamos un cucurucho de periódico pero ahora damos una bolsa especial para que la gente pueda echar ahí los residuos en vez de tirarlos al suelo”.
El hecho de estar en la Puerta Zamora implica una mayor visibilidad para los transeúntes y viandantes, entre los que siempre se cuela alguna cara conocida: “Por aquí pasan muchos políticos e incluso alguna vez han pasado jugadores del Real Madrid o del Atlético de Madrid. Hace mucha ilusión pero cambian mucho de la tele a verlos en persona”. También recuerda con especial cariño dos anécdotas: “Me acuerdo de un día que llovía muchísimo y había una chica en silla de ruedas absolutamente empapada y helada de frío a la que refugié debajo del toldo que ponía antes en el puesto. Estuvo ahí esperando al lado de la estufa para entrar en calor hasta que entró un taxi a recogerla en el mismo puesto de castañas. Después la chica me trasladó su agradecimiento a través de Facebook y son detalles que uno agradece. Además, todos los años me disfrazo de Papá Noel el día 23 de diciembre. Es un momento muy especial”.
No queda demasiado tiempo para que ese momento llegue y Miguel vuelva a hacer sonreír a los salmantinos que se acercan a su puesto de castañas, el que espera mantener durante mucho tiempo: “Por supuesto que quiero seguir muchos años como castañero, pero me gustaría que no se nos pusiesen tantas trabas e impedimentos con algunas cuestiones que a mi me parecen irrelevantes como el poner un poco de música para animar a la gente o poder poner un toldo para que no se mojen los clientes mientras esperan a que se le atienda en días lluviosos”.