La legendaria ganadería salmantina de los ‘patas blancas’ cumple cien años
El mes de octubre va llegando a su fin y las primeras lluvias del otoño caen sobre la provincia salmantina regalando al campo un verde espectacular. En la finca Barcialejo el paisaje es paradisíaco, digno de una pintura. Los famosos ‘patas blancas’ de la ganadería de Barcial contrastan con el verde de la hierba y las encinas, en un paraje idílico donde el sol pugna a media tarde con las nubes en una batalla sin cuartel que proyecta unas sombras fascinantes y un abanico de colores magnífico.
En medio de este impresionante escenario se vislumbra la silueta de Jesús Cobaleda, ganadero de Barcial, quien recibe la visita de SALAMANCA AL DÍA montado sobre un imponente caballo tordo. Vestido de forma impecable, con un cortavientos verde bosque, pantalón color crema, guantes a juego, botas altas y gorra campera. Una estampa de otro tiempo, como si nos hubiésemos remontado unos cuantos años atrás.
Es el propio Jesús Cobaleda quien nos conduce por los cercados de Barcial, legendaria ganadería salmantina que en este año 2024 ha alcanzado los cien años de existencia. Un siglo de historia en sus libros genealógicos. Miles de páginas escritas sobre Barcial y la belleza de sus animales. Un siglo de bravura en el campo charro, portando actualmente la bandera de las ganaderías denominadas ‘toristas’, pero siendo en su día ganadería de figuras, sobre todo en el período de tiempo comprendido entre los años 40 y 60, cuando Manolete, Curro Romero, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Julio Aparicio, El Litri o Santiago Martín “El Viti” no dudaban en anunciarse con los ‘patas blancas’ en las plazas de toros más importantes de España.
“No estaría mal que ahora alguna figura se fijara en Barcial, como hizo Morante con los toros de Galache hace unos años”, manifiesta Jesús Cobaleda, quien continua: “Antes todas las figuras toreaban todos los encastes. Tengo carteles de hace años en los que auténticos torerazos mataban las corridas con el hierro de esta casa”. Repasando brevemente la historia de la ganadería a lo largo de estos cien años de historia, el ganadero dice lo siguiente: “En estos años de historia ha habido diferentes épocas. Desde los años cuarenta y sobre todo hasta los sesenta, Barcial fue una ganadería predilecta de las figuras, siendo lidiada en todas las plazas de primera categoría, incluso en la Feria de San Isidro. Ahora, por desgracia, no estamos en ese momento y estamos catalogados como una ganadería torista, dura, de encaste minoritaria o como quiera llamarse. Pero también te digo que nos debemos a los aficionados que nos siguen y nos animan a seguir con esta línea”.
Dentro de ese circuito torista, Barcial es sin duda una de las ganaderías más atractivas para el aficionado, algo que agradece Jesús Cobaleda: “La verdad es que hay mucho que agradecerles a los aficionados franceses y a todos los aficionados que les gusta este tipo de toro y apuestan por la variedad de encastes y las ganaderías toristas, por ejemplo en Calasparra, Villaseca de la Sagra, todo lo que conocemos como el Valle del Terror y la zona de Navarra”.
Mientras continuamos la visita por los diferentes cercados de Barcialejo comprobando de primera mano la belleza y espectacularidad de las reses que ahí pastan, el ganadero salmantino responde a la pregunta de qué tiene de especial el toro de Barcial, además de su capa: “Es un toro que tiene una salida de bravo y aprieta en el caballo, donde va tres y cuatro veces desde lejos y con alegría. Para la muleta, además tiene recorrido y una embestida muy templada”.
Haciendo balance de la temporada recién concluída, Jesús Cobaleda indica que el centenario de la ganadería se celebró en la plaza de toros francesa de Ceret, uno de los templos toristas del circuito. “El día que lidiamos allí coincidía casi con la fecha de antigüedad de la ganadería, así que fue muy especial”, manifiesta. La novillada fue lidiada por Mario Arruza, Jesús de la Calzada y Miguel Andrades y para el ganadero tuvo el siguiente comportamiento: “Fue una novillada muy interesante, muy brava en el caballo y mantuvo el interés de todo el mundo, tanto de los toreros como de los aficionados”.
El propio ganadero continúa explicando, a medida que el todoterreno avanza entre las encinas de la dehesa: “También hemos lidiado otra novillada en Orthez, una novillada para rejones en un pueblo de Castilla La Mancha y un novillo en Villaseca de la Sagra en un festejo concurso de ganaderías, además de varios toros para las calles”. El lidiado en el Alfarero de Oro es posiblemente el ejemplar que más feliz ha hecho a Jesús Cobaleda en este año en el que la divisa charra ha cumplido cien años: “Ese novillo me encantó. Tuvo muchísima calidad en la muleta y el público lo valoró mucho”.
El de las novilladas es el principal nicho de mercado de la ganadería de Barcial, algo que no preocupa a Jesús Cobaleda: “Nos dedicamos básicamente a las novilladas picadas, lo cual no quiere decir que cuando tenemos camadas muy amplias o nos sobra algún novillo de una temporada para otra demos alguna corrida de toros o lidiemos algún toro en solitario. Pero el sitio que tenemos lo tenemos las novilladas picadas y es algo que no me importa. Al contrario. Muy satisfecho de que cuenten con Barcial en este tipo de espectáculos”.
Bajo su batuta han llegado a los cien años de existencia, pero el ganadero charro mira al futuro de la siguiente manera: “Lo único que pido es seguir manteniéndonos y que mis hijos sigan con esta tradición y mantengan la ganadería muchos años más, y por supuesto que los aficionados y algunos empresarios sigan demandándolo”. Finalizando nuestro parsimonioso recorrido por Barcialejo, Jesús Cobaleda analiza la situación actual de la ganadería brava para poner fin a nuestra agradable conversación: “Por desgracia esto es un negocio que tiene muchos gastos, pero se mantiene por las satisfacciones que te da, por amor a la tradición y, sobre todo, por amos a nuestros antepasados. Nos encanta el tipo de toro que tenemos y seguiremos criándolo y defendiendo su existencia hasta que el cuerpo aguante”.