El otoño ha llegado a la ciudad, este año, algo alocado. Días de manga corta y gafas de sol, semanas de lluvias torrenciales, madrugadas con el rocío en los campos cercanos al río, y escaso cambio de color, apreciable, en los bosques.Donde sí hemos encontrado una variedad de tonalidades, texturas, grosores y tamaños ha sido en las librerías. Octubre es el mes de la rentrée literaria: la época de los mayores lanzamientos editoriales del año que enlaza con la campaña de Navidad, momento en el que un libro siempre arregla un regalo de última hora para algunos, e ilusiona cual niño con una bicicleta nueva a los amantes de las letras.
Los grandes escritores escogen este momento para presentar a los lectores sus nuevas creaciones. Buena estrategia de marketing, por otra parte, teniendo en cuenta que cuando arranca el curso y volvemos de vacaciones, siempre nos apetece abrir un libro nuevo o adentrarnos en historias diferentes. A los que nos gusta leer, claro.No es casualidad, por tanto, que este estallido de novedades literarias converja en espacio- tiempo con uno de los eventos más mediáticos y, por lo tanto, conocidos, en cuanto a la literatura se refiere: la entrega de los Premios Planeta que, invariablemente, se celebra el día de Santa Teresa, 15 de octubre, en Barcelona. El fallo de este premio siempre ha creado expectación entre los aficionados a la lectura, y despertado curiosidad a los que poco entienden del asunto. Seas o no lector, sabes que dicho “concurso” tiene lugar, que goza de importancia mediática y que, seguramente, conozcas al ganador y/o finalista, al haberlo visto en televisión, escuchado en la radio o por tener otras novelas publicadas en esa misma “casa”. Obras de mayor o mejor calidad, mejores y peores en sus tramas, son elegidas por un jurado reconocido que parecía, hasta hace muy poquitos años, seguir unas líneas establecidas en cuanto a estilo: sólido, maduro y, a veces, algo alejado de la realidad.
Cuál ha sido la novedad de este año, sorpresa que aplaudo con emoción, al encontrarnos con una autora y una obra finalista que rompe con los moldes establecidos hasta el momento. Beatriz Serrano, periodista, autora del podcast Arsénico Caviar y autora de El descontento, novela que recomiendo encarecidamente, emerge en la literatura con un tono desenfadado y con un estilo precioso y mordaz a la hora de contar las verdades sin demasiadas florituras. Fuego en la garganta, así se titula su obra ganadora, recorre la infancia y adolescencia de una niña que no encuentra su lugar en el mundo. El abandono de su madre, la ansiedad y la culpa la llevarán a buscar en internet personas que también se sientan solas y perdidas, y las excentricidades de lo compartido la llevarán a crear una nueva familia; la familia elegida.
No dudo que vayamos a encontrar a una Beatriz en toda su esencia en esta novela, así como la estamos viendo en las entrevistas y post que nos está regalando estos días en sus redes sociales. Mensajes cercanos, frescos y auténticos. La vida misma, vaya, aun con doscientos mil euros más en el bolsillo y una importante estatuilla en la sala de estar.
Me parece todo un acierto y alabo la labor del jurado de este año, entre los que se encuentra mi paisana Luz Gabás, al haber otorgado a esta novela el valor que merece. Por introducir voces nuevas al panorama literario y, sobre todo, por dar cabida a autoras jóvenes, con poca trayectoria en el sector, y apreciar nuevas formas, estilos, tintes y tonos.
Sin desmerecer a Paloma Sánchez- Garnica, la ganadora del premio con su obra Victoria, tengo que decir que la pluma de Beatriz Serrano es otra cosa y había que valorarlo.
Bravo.
Gloria Rocas
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