La restauradora del Cristo de la Agonía Redentora detalla cómo ha sido el minucioso proceso
Los Talleres Uffizzi han sido los encargados de restaurar la centenaria talla del Cristo de la Agonía Redentora, una de las más veneradas y populares de la ciudad de Salamanca. La restauradora, que ya intervino en la imagen en el año 1996, atiende a SALAMANCArtv AL DÍA para valorar todo el trabajo realizado sobre esta imagen cuyo culto se realiza en la SIB Catedral de Salamanca y que procesiona con la Real Cofradía de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora cada madrugada de Jueves Santo.
- ¿Como reciben la noticia de la restauración del Cristo de la Agonía?
- Fue el Hermano Mayor de la Real Cofradía el que se puso en contacto con nosotros. Recibimos la noticia con alegría por haber vuelto a confiar en nosotros para intervenir en esta obra escultórica que tanto nos había aportado profesionalmente hacía casi 30 años, cuando se realizó la primera intervención profesional sobre ella, y también con un poco de preocupación hasta saber el estado en el que se encontraba, y examinarla detenidamente. Afortunadamente se trataba de una propuesta de mantenimiento, ajustes cromáticos, revisión y limpieza.
- Imagino que el proceso se ha realizado con mucha responsabilidad y respeto, al igual que con el resto de obras que ya han restaurado.
- La responsabilidad y el respeto son dos condiciones intrínsecas en el corpus ético de nuestra profesión, sea trate de la obra que sea sobre la que se está interviniendo. En este caso además nos sentíamos aún más responsables si cabe debido a nuestra implicación como profesionales, ya que se trataba de evaluar las operaciones ejecutadas en la talla en la intervención de 1996, cómo habían respondido los materiales y la metodología empleada.
- El hecho de que sea una imagen tan venerada y querida en la ciudad, ¿implica mayor responsabilidad?
- Es una talla de una belleza plástica enorme que plasma el momento último del sufrimiento más extremo de Jesús en la cruz. El autor se basa en un cuerpo real que analiza anatómicamente y reproduce mediante un trabajo magistral de talla y policromía, la cual desconocemos si la realiza el mismo autor o un policromador contratado específicamente para ello. El trabajo es de una calidad altísima junto a la conjugación de diversos materiales, como las telas encoladas del paño o la delicada decoración del ribete que lo decora. La responsabilidad de un restaurador es para con el autor que crea la obra originalmente y que nosotros no debemos alterar lo más mínimo, siempre respetando lo que nos ha llegado hasta nuestros días, intentando frenar el deterioro y aportando las herramientas técnicas y las condiciones de protocolo que los custodios de la obra deben seguir para llevar a cabo una correcta praxis de uso y conservación preventiva.
- ¿Qué tiene de especial esta imagen?
- Es uno de los pocos ejemplares de esta tipología de escultura policromada que se conserva en Castilla y León, que según varios autores se reduciría al grupo formado por Cristo de la Salud de Alba de Tormes, el Cristo de la Agonía Redentora de la Catedral salmantina, el Bendito Cristo de Villaquejida (León), el Cristo de la Agonía del Museo del Monasterio de Santa Cruz de las Madres Benedictinas en Sahagún de Campos (León) -procedente de la iglesia de la Peregrina-, el Cristo de la Misericordia de la iglesia de Nuestra Señora de la Calle o de la Compañía de Palencia, y el Santo Cristo del Otero de Palencia. Se trata de una serie de cristos dolorosos de expresión realista exacerbada. Según la investigación que llevamos a cabo cuando restauramos la talla del Cristo de la Salud de la iglesia de San Pedro de Alba de Tormes, cuya procedencia parece indicar del Monasterio de San Leonardo, pudimos hallar una referencia documental del 19 de septiembre de 1510 en el que desde la universidad salmantina se designó una comisión a estudiar y encargar una talla igual que aquella, destinada al Calvario que había de culminar el retablo que se estaba haciendo para la capilla de la Universidad. Todo indica que se trata de la talla de la Agonía Redentora que nos ocupa, y que por avatares de la historia ha permanecido en el Convento de las Isabeles, que hubo de ser exclaustrado cuando éste fue afectado por la Desamortización en 1836 y trasladado entonces a la Catedral. El cobro de varias cantidades de maravedíes en 1519 y 1520 a Juan de Borgoña “por pintar el crucifijo e imágenes” nos hace ya presuponer la autoría al menos de la policromía a manos de este artista (o su entorno) que ya había trabajado en el estudio salmantino en las mismas fechas, en otras obras de arte que se conservan en el museo de las Salas Capitulares de la Catedral Vieja. Se trata sin duda de una expresión artística que responde a un momento específico dentro de la historia del arte, del momento social de la ciudad, de la evolución de su catedral y de todo lo que acontecía en su interior ligada a la génesis de su Universidad.
- ¿En qué ha consistido el proceso de restauración?
- Hemos llevado a cabo las operaciones de limpieza y ajustes cromáticos de la restauración de la intervención anterior, así como el afianzamiento de pequeñas aberturas naturales de la madera en el encuentro de las diferentes piezas de ensamble que le componen. Se ha llevado a cabo una limpieza de los estratos superficiales y revisión de adhesión de las policromías en las zonas más vulnerables. Paralelamente se ha restaurado la cruz, ocasión para llevar a cabo las operaciones de conservación preventiva que garantizan la estabilidad de la talla en su cruz y el mínimo impacto de los elementos anexos, como el pelo natural y la corona, para garantizar un uso correcto en las celebraciones y actos que la cofradía celebra a lo largo del año.
- ¿Cuál es la parte más delicada o más dificultosa de todo el proceso?
- Realmente la aplicación de la metodología y procedimientos de restauración sobre esta obra no han presentado ninguna dificultad, al contrario, cuando los materiales originales que constituyen una obra de primera fila de la escultura castellana, como la que nos ocupa, son de primera calidad, los procedimientos siempre funcionan. Eso sí, los ajustes cromáticos que han de ser discernibles, reversibles y duraderos sí plantean un reto para los restauradores en cuanto a su permanencia a lo largo del tiempo, para que los materiales actuales sean estables y la integración visual sea completa en el conjunto del disfrute de la contemplación de esta obra.
- ¿Qué sienten cuando ven finalizado el proceso?
- Vemos una obra escultórica que, gracias a la intención conservadora de las personas que tienen la responsabilidad de custodiarla y gracias al cuidado y al mimo que estas personas ponen en su protección, constituye uno de los tesoros de nuestra catedral que se transmitirá a lo largo de la vida a nuestras futuras generaciones, y sentimos que nosotros hemos contribuido a que esto ocurra. Ojalá las generaciones más jóvenes aprendan a valorar nuestro patrimonio cultural y a darse cuenta de los valores intrínsecos que esta escultura policromada representa en cuanto a la historia, a la tecnología de ejecución material de los antiguos artistas, y especialmente responde a una manifestación cultural que aúna la fe y el arte, manifestaciones intelectuales del hombre que han permanecido unidas a lo largo de la historia.
- ¿Satisfechos con el trabajo realizado?
- Sí, estamos contentos con el resultado, si bien es el paso del tiempo el que tiene la palabra.