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Incendios, inundaciones, guerras, sequías, epidemias…¿qué es esto?
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Incendios, inundaciones, guerras, sequías, epidemias…¿qué es esto?

Actualizado 30/09/2024 13:52

¿Son palabras elegidas de las profecías de Nostradamus? No. Quizás acabamos de ver un telediario cualquiera y nos hemos quedado tan inquietos que no hemos podido poner ya la atención en los deportes. Hemos visto en la pantalla una serie de fenómenos de desorden de la naturaleza y de la especie humana tan numerosos e intensos que solo nos quedan dos opciones: o reflexionar sobre qué está sucediendo en este planeta, preguntarnos qué es esto, o archivar todo en esas zonas cerebrales en las que archivamos lo que no queremos volver a ver más, lo que deseamos olvidar inmediatamente; porque borrar, desgraciadamente no podemos borrar de nuestros engramas neuronales lo que hemos visto.

Sin dejarnos arrastrar del pánico, ni de los numerosos mitos que las distintas culturas han ido elaborando a lo largo de la historia sobre un inmediato fin del mundo, podemos echar mano de nuestra endeble Razón e interpretar todos estos fenómenos como síntomas de un planeta enfermo que repercute en todos sus moradores. Síntomas de una grave enfermedad que se caracteriza por el desorden, la falta de límites, el deseo o unas fuerzas destructivas que oscurecen todo orden, armonía o conciliación. Ese telediario que acabamos de ver nos ha señalado: una serie de naciones europeas del centro y del sur con ríos desbordados después de muchos días de intensas lluvias, ciudades anegadas por el agua; durante parte del mes de agosto y sobre todo septiembre, muchas naciones de Sudamérica y parte del sur de Norteamérica, con incendios de enorme dimensión y duración, que están dejando calcinados grandes superficies de selvas y bosques, incluidas las del Amazonas; en Extremo Oriente los tifones propios de esta época del año, han sido más numerosos y de más intensidad que en años pasados. En todo el Oriente Medio lo que destaca abrumadoramente son los conflictos bélicos en los que Israel, tomando la iniciativa de agresión e invasión, tiene en jaque a todos sus vecinos, que huyen, mueren, se defienden como pueden ( Gaza, Cisjordania, el Líbano, Irán) o se implican en el conflicto de otros modos, (como Siria o Egipto). La guerra de Rusia y Ucrania dura lo impensable y parecen imposibles unas negociaciones que se dirijan a un definitivo plan de paz, que tantas otras naciones están proponiendo.

Ni en la política interna de numerosos países, ni en las relaciones entre las potencias mundiales parecen ser tiempos de paz, de democracia, de conciliaciones, de soluciones. Como si estuviera escrito en el aire que ahora los conflictos son irresolubles, que todos los grupos sociales y políticos deben presentar y actuar su beligerancia.

Como contrapunto a este panorama mundial, nuestro país en la actualidad más inmediata goza de una frágil pero resistente paz social, de un presente y futuro económico en el que predomina el crecimiento sobre los problemas de inestabilidad social o pobreza ( problemas que existen, pero no descontrolados), de una ausencia de fenómenos atmosféricos graves, que han permitido mucha actividad turística durante todo el verano y un cierto optimismo generalizado en la mayoría de la población.

¿Qué podemos hacer rodeados de unas tensiones y un desorden internacional tan poco optimista? ¿Podemos seguir disfrutando de nuestra paz, de nuestras actividades, de nuestras conquistas, o dejándonos influenciar por el apocalíptico panorama que nos rodea, viviremos también bajo la angustia, bajo el desesperanzado pesimismo, o el ciego optimismo que no observa por no querer saber?

Ni los optimismos ni los pesimismos sirven para nada útil que signifique mejorar algún aspecto de la realidad. Cada individuo tiene un punto de vista peculiar, en función de su historia y su anclaje en la vida.

Quizás, en este presente, ningún discurso o sermón tenga utilidad. Cuando el otro día, en la sede de las Naciones Unidas decenas de naciones se ausentaron para no escuchar al presidente Netanyahu, mostraban que en este momento solo son válidas algunas acciones y algunas decisiones.

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