Una vacuna le dejó sordo con solo dos años y en esta entrevista muestra su lado más humano para explicar su día a día desde que padece la discapacidad
Con la ayuda de la intérprete en lengua de signos, Noelia de Juana, conversamos con Jorge de Pablos, que padece discapacidad auditiva desde los dos años. Actualmente trabaja en ASPAS (Asociación de Padres de Niños Sordos de Salamanca) como personal de mantenimiento y limpieza. En este testimonio desvela cómo convive con la sordera desde tan temprada edad y cómo es el día a día para una persona con esta discapacidad.
- Jorge, cuéntanos cómo empezó tu enfermedad.
- Es una situación un poquito delicada. Yo nací siendo una persona oyente y con buena audición, pero a los dos años me llevaron a urgencias porque me encontraba enfermo. Allí en el hospital me pusieron una vacuna y a raíz de eso me produjeron una sordera profunda.
- ¿Cómo descubrieron que no escuchabas nada?
- En el momento no se dieron cuenta pero con el tiempo, al intentar llamarme como a cualquier niño, yo no acudía ni respondía. Se empezaron a preocupar y les dijeron que podría ser perfectamente una secuela de aquella vacuna tan fuerte. Y desde entonces no escucho nada.
- ¿Cómo recuerda aquellos momentos hace tantos años que no había los avances de ahora?
- Pues una situación bastante distinta a la que yo veo ahora en los niños. Porque yo, por ejemplo, cuando crecía, le preguntaba a mi madre, ¿pero yo cómo he nacido? ¿Yo por qué soy sordo? ¿A mí por qué me pasa esto? Mi madre me contó la historia de lo que me había ocurrido. Y entonces yo, a nivel personal, vi que tenía una situación muy complicada porque el mundo oyente y el mundo de personas sordas muchas veces está dividido por la comunicación. Es difícil entendernos. Yo no sabía cómo afrontar el tema de las relaciones sociales porque mi comunicación estaba limitada. No ha sido fácil.
- ¿En aquella época había algún tipo de ayuda o alguna asociación que le facilitase la integración tanto en la escuela como en su vida diaria?
- Pues en aquella época no. Cuando yo era pequeño, podría tener tres años más o menos, mi madre estaba preocupada porque no sabía en realidad a dónde llevarme o en qué colegio podría matricularme. Yo soy de Campillo de Salvatierra y allí todos los niños en la escuela tenían audición normal. Yo era el único que tenía esa dificultad, y entonces el profesor veía que allí no había una formación adecuada para mí, que no podían atender mis necesidades.
- ¿Entonces? ¿Cómo cursaste tus estudios?
- Aconsejaron a mi madre de que me trajesen aquí a Salamanca porque había un colegio de monjas en el que había más niños sordos como yo donde tanto los oyentes como los sordos estábamos integrados.
- ¿A día de hoy sigue existiendo esa problemática en la integración en el mundo laboral o se ha mejorado en función de las herramientas que tenemos ahora?
- Sinceramente a veces me da la sensación de que seguimos igual, aunque sí que es verdad que ahora igual es un poquito más fácil el acceso a las empresas y a la comunicación, pero en el fondo hay empresas que le siguen sin interesar contratar personas sordas. No estamos en una situación idílica porque este problema no está completamente todavía normalizado.
- En el día a día de una persona sorda, ¿se encuentran muchas barreras o muchas dificultades?
- No, yo la verdad que ya estoy acostumbrado. Mi novio es oyente y él me apoya mucho. Yo le enseño algún signo para comunicarse conmigo y él me enseña alguna palabra que me pueda ayudar a mí. Sí que es verdad que no hablo una lengua de signos formal cuando voy a una tienda e intento hacer mimo, intento que la otra persona me entienda. El único ámbito que yo tengo una dificultad espantosa y además allí es muy importante la información es en el tema sanitario, cuando tengo que ir al hospital o al médico porque tengo una urgencia. Me cuesta mucho explicar dónde me duele o qué síntomas he tenido.
- Entonces, entiendo que en estas situaciones será clave una persona intérprete de signos.
- Efectivamente, lo que pasa es que muchas veces no hay mucha disponibilidad tampoco de este recurso porque los servicios de intérprete hay que solicitarlos con dos días de antelación y si a mí me ocurre algo de forma urgente, me cuesta conseguir este profesional para que me acompañe.
- Quizá sería el centro hospitalario quien debiese de tener ese intérprete entonces…
- Claro, ojalá. Lo que pasa es que esto ya son cuestiones políticas y nunca escuchan nuestras peticiones. Con esto mejoraría mucho la situación.
- ¿Cómo de importantes son asociaciones como ASPAS para una persona con una discapacidad auditiva?
- Yo, por ejemplo, de esta entidad, ¿qué voy a decir de ella? Me encanta estar aquí porque todo el mundo es muy amable y muy profesional. Además yo puedo comunicarme con todos. Veo que esta entidad es muy positiva para estos niños con problemas de audición.
- A nivel del ciudadano, ¿cuál es la integración de las personas sordas dentro del día a día de la vida en Salamanca?
- Yo, en mi caso concreto siento que hay muchas personas oyentes que sí que muestran su apoyo. Lo que pasa es que, claro, hay personas también que no quieren formarse o llegar a entender la discapacidad.
- Por último, algún mensaje que quiera transmitir a aquellos ciudadanos que desconozcan los problemas que tienen en el día a día, para que se lo faciliten o para que se lo pongan todo un poco más fácil.
- Les pido que nos miren de iguales a iguales, que no somos menos, que nos comunicamos de otra manera, que no nos podemos entender si tú me hablas o yo te hablo con las manos, pero deberíamos de hacer ese intento, formarnos los dos y buscar un futuro y una relación positiva, que al final somos ciudadanos como de la misma categoría.