, 22 de diciembre de 2024
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AL HILO DE LAS TABLAS

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Actualizado 02/09/2024 21:15
Fermín González

Parar supone no rectificar el terreno en ninguno de de esos tres momentos –cite, conjunción y remate– que componen un lance completo

El pico de la muleta es una de las trampas que se han 'legalizado' y ahora se admite como si formara parte de la técnica. Antes se protestaba mucho en todas las plazas. En Madrid a José Fuentes le hicieron cortar toda la punta de la muleta, pero como la seguía componiendo atravesada al citar siguieron protestando por el pico. El público y los cronistas vendidos tragaron definitivamente con este fraude, que además de citar con el pico adelantado, retrasaba la pierna que debería adelantar. Quedan muy pocos aficionados que saben en qué consiste esa trampa y las ventajas que da al torero ¡destoreando! con todo a su favor. Si al frente de los principales medios de difusión hubiera cronistas entendidos la trampa del pico se acabaría en poco tiempo. Ahora ya casi nadie protesta por el abuso del pico. Esta entradilla en cursiva, no es mía, aunque la suscribo totalmente. Es de una reseña de Alfonso Navalon, que independientemente de otras 'consideraciones', del toro sabía cantidad.

Cargar la suerte es quebrar el viaje del toro en su embestida: Es ese juego de gravitación del cuerpo sobre una pierna que consigue alargar el pase, le dará hondura y quedará colocado el burel en el lugar conveniente, para solo con un giro de pies realizar el nuevo cite sin rectificación de terrenos.

En el toreo de perfil que hoy se practica, hurtando el cuerpo al riesgo de los pitones, ciertamente que no se precisa cargar la suerte, el lance está privado de uno o dos de sus tiempos, y la figura del matador fuera de peligro desde que el toro acude al cite, tanto más escaso el riesgo, cuanto menos distancia exista entre toro y torero, ya que, situado este junto a la pala de los pitones, al acercarse se mueve paralelamente a ellos aproximándose a las orejas, y el toro hasta ahora no hiere con ellas. El pase en que así se citó, podrá ser una monería, pero francamente, ni es pase, ni es nada.

Cuando se torea de verdad, las cosas suceden de muy distinta manera, se puede citar de frente o con el cuerpo terciado, y el diestro se cruza con el toro, que es pisar el terreno de la verdad, y en su rectitud del terreno que trae como suyo quiebra o curva su viaje al cargar la suerte, siendo posible salir del lance. Esto implica riesgo, riesgo que excepcionalmente algunos asumen. Son los toreros distintos, dotados de mando y temple. Parar no es simplemente estarse quieto a la hora de citar y buscar el rabo del toro, mejorando terreno. Parar supone no rectificar el terreno en ninguno de de esos tres momentos –cite, conjunción y remate– que componen un lance completo. Es más aún: continuar la serie de pases ligados que integran una faena o parte de ella sin hacer concesión del propio terreno. Con el movimiento que realice el torero después del cite para cargar la suerte no atenta a su quietud, porque tal acto no supone rectificación de terreno con perdida del propio; antes bien, se gana el ajeno.

Si esto es cuestión que deberia ser bien conocida por la afición y la critica -cosa que empiezo a dudar (no solamente de los primeros, sino que leyendo alguna reseñas, debo lamentar, la falta de conocimiento, de no pocos comentaristas)-, la verdad, es que no se comprende, cómo es olvidado y se aplauden y se ensalzan el amaneramiento, la apariencia y otras falsas premisas.