, 22 de diciembre de 2024
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Penurias que están por llegar...
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Penurias que están por llegar...

Actualizado 27/08/2024 08:12
Miguel Mayoral

Vivimos tiempos muy confusos en los que nos mienten con la verdad, y nos dicen verdades como mentiras. Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, no puedes hacer lo que quieras, afirmaba Hannah Arendt.

El arte por el arte ha sido la estocada que lo ha matado. No es más que el reflejo de la sociedad donde vivimos. Un cuadro debe tener una función sino acabará siendo el onanismo de alguien que ha descubierto que tiene sensibilidad. Lo mismo ocurre en política y en el trabajo, cuando perdemos el norte, es decir, cuando no discernimos el valor tangible e intangible de lo que hacemos. El arte nunca gozo de mayor esplendor que cuando se hacía por encargo. Miguel Angel, Rafael, Velázquez, Goya, etc. Se esforzaban en resolver los encargos. Al realizar y conseguir resolver el problema de la capilla Sixtina, o que la meretriz de un noble pareciera tan casta como guapa, o que la nariz de Carlos IV se asemejara a la realidad se conseguían metas, que el arte prosperara, nacían estilos. Se conseguían que todo fuera un paso adelante. Vivimos el mundo al revés. Vuela la sensación que las personas saben el precio de todo pero ya no saben el valor de nada.

La memoria colectiva es escasa, y poco efectiva, aunque subyacen ciertas estructuras mentales. La rapidez con la que se suceden los acontecimientos y los escándalos hace que no puedan fijarse suficientemente lo positivo y lo negativo de lo que ocurre y recordarlo para mejorar. Se sabe todo sin recordar mucho. Muchos fueron los que llegaron cortos de equipaje y nos dijeron que cuando se fueran lo harían de la misma forma. Máxima del poeta que, desde su punto de vista, les otorgaba una legitimidad de la que carecían los demás, de nuevo lo estamos escuchando en las primarias de algún partido. Pero la legitimidad debe ser bien administrada, ya que es un cheque en blanco que otorga la ciudadanía a quien gobierna durante un determinado tiempo para que defienda sus intereses. Con el tiempo la frase del poeta empieza a estorbar y al no buscarse nuevas fuentes literarias, se ensancha la distancia entre los lectores o admiradores y los comportamientos de los predicadores. Se habla de libertad y se silencia a los que la defienden.

El país ha tenido y tiene que luchar por mantenerse dentro de una economía difícil y cada vez más global, pero no se ha conseguido crear, ni consolidar una clase media social amplia y sólida, y acompañarla de un nuevo mensaje moral o ético férreo, para ir más allá, para cambiar verdaderamente. La cultura con mayúscula llena de contenido se ha dejado un poco de lado cuando no se la ha necesitado como eslogan. La política cultural en España ha sido de escaparate y se ha centrado en crear infraestructuras sin llenarlas de contenido. Incluso los protagonistas de la cultura, que no son verdaderamente tales, pues a la academia se la ha dejado de lado que es donde se encuentra el pensamiento, se nos muestran vacíos de contenido y faltos de vergüenza propia y ajena ante los homenajes que reciben y en las actividades que realizan o apoyan. Su discurso es en muchas ocasiones vacuo y soez. Personas de moral distraída las cuales no utilizan la cabeza salvo para aguantar el pelo, implantando en ocasiones, que lanzan modelos a diestro y siniestro apoyados por unos medios de comunicación pagados y débiles intelectual e ideológicamente hablando. Nadie nos garantiza que no vayamos camino de repetir el tan mal recordado desencanto que invadió a la sociedad a partir de la crisis de 1898, aunque está vez vacíos de valores.

Se ha tenido en muchas ocasiones la importante tarea de regenerar a la sociedad, pero en las épocas del dinero fácil los desheredados y los trabajadores que personas que se levantan por la mañana que se visten por los pies y por la cabeza, que no se dedicaban a los negocios sólo han podido sentarse a ver subir año tras año como los precios de las tres cosas de primera necesidad, el dinero, la vivienda, y la energía, y ver cómo iba descendiendo el poder adquisitivo de los salarios. Frente al final o la diaria destrucción del estado del bienestar parece inevitable pensar que la famosa lucha de clases, indiscutible, durante la revolución industrial y en el anterior cambio de siglo, está obsoleta visto lo conseguido por la supuesta composición de la clase política que nos gobierna. El actual momento social y económico tiene otros condicionamientos y se mueve bajo otras preocupaciones y signos de falsa bandera.

Es posible que, ahora, degradada en gran parte la dignidad física e intelectual de las personas, algunos empiecen a darse cuenta que sí en verdad existe algo que defender o perder en el nivel ético y moral de nuestra sociedad. Frente a la violencia que agita el planeta inducida por motivos cada vez más económicos hay que acordarse nuevamente del poeta y volvernos a llenar de contenido, abandonar las chanclas y el chándal, para afrontar un futuro incierto y para que nadie le dé por llenarse de nuevo las alforjas y no sea capaz de protegernos de las penurias que están por llegar, y nos las toque cargar y pagar de nuevo.

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