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Un recuerdo a los crímenes de Badajoz de 1936
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Desde la Code. Profesor de Derecho Penal de la Usal

Un recuerdo a los crímenes de Badajoz de 1936

Actualizado 17/08/2024 10:55
Julio Fernández

Aunque estemos en el mes más vacacional del año, quiero que el lector se detenga por un momento en sus actividades lúdicas y festivas cotidianas para que recuerden uno de los crímenes más atroces que se cometieron por el ejército sublevado los días 14 y 15 de agosto de 1936, en Badajoz. Después de la toma de esta ciudad por parte del ejército franquista, dirigido por el coronel Yagüe, ciudadanos civiles y militares fueron detenidos y ejecutados vilmente en la plaza de toros de la ciudad. Según las crónicas de periodistas de entonces, fundamentalmente del portugués Mario Neves, los miles de cadáveres (más de 4.000 según los datos más fidedignos), eran sacados de la plaza de toros y dispersados por las calles de la ciudad, dado que no había sitio en el cementerio para inhumarlos. El corresponsal portugués llegó a decir que quería dejar Badajoz “cueste lo que cueste, lo más rápidamente posible y prometiéndome a mí mismo que no volveré nunca”. Otro periodista presente cuando se estaban acumulando los cadáveres en el cementerio y por toda la ciudad, llegó a decir que esas imágenes eran “la premonición de Auschwitz”.

Recuerdo que en mis primeras etapas de vida profesional estuve varios años en Badajoz y viví muy cerca de la plaza de toros vieja donde ocurrió la masacre, que aún no la habían derribado. Por entonces, habían pasado poco más de 50 años y recuerdo perfectamente cómo algunos ciudadanos que habían presenciado los hechos siendo adolescentes, me contaron lo que pudieron ver, a la vez que aún les brotaban lágrimas de los ojos al narrarlo. Uno de ellos decía que por las puertas de acceso a la plaza de toros salían regueros de sangre, tanta sangre como agua brota por las calles de la ciudad en una horrible tormenta. Aquéllas palabras me dejaron completamente impresionado, tanto, que ahora al recordarlo siento un enorme escalofrío que atraviesa mis entrañas. Hay que recordar que Badajoz, por aquél entonces, contaba con una población de 41.000 habitantes; por lo que, con la masacre, desapareció el 10 % de los ciudadanos de la capital pacense.

Juan Yagüe, el “carnicero de Badajoz”, lo hizo tan bien para el ejército rebelde que una vez terminada la Guerra Civil fue nombrado ministro del Aire por el jefe del Estado, Franco. Yagüe, como el resto de los militares rebeldes que terminaron por la fuerza con el legítimo orden constitucional republicano, nunca fue juzgado por delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad, ocuparon durante cuatro décadas, los puestos más relevantes de la administración civil y militar y sus nombres se ponían en las calles de las ciudades y pueblos de todo el país, mientras los militares y ciudadanos que participaron en la guerra defendiendo el orden constitucional, fueron, en el mejor de los casos, exiliados, torturados o encarcelados y, en el peor, ejecutados al amanecer, yendo a parar los cuerpos de miles de ellos a indignas y vergonzosas fosas comunes.

Por todo ello, no se entiende, por sentido común, humanidad y solidaridad, que haya sectores sociales y políticos que sigan ensalzando el franquismo, que no lo consideren una dictadura y que estén en contra de disposiciones normativas que pretendan ensalzar, dignificar, homenajear y recordar a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. Y lo más grave es que dentro de esos dirigentes se encuentren también los líderes del PP, entre ellos, sus máximos dirigentes, como Feijóo o Ayuso. M. Rajoy en una entrevista siendo presidente del gobierno, llegó a decir que durante su mandato como presidente del gobierno se habían destinado “cero euros” a actividades de Memoria Histórica y Democrática.

Feijóo también ha llegado a manifestar públicamente que cuando sea presidente del gobierno derogará la Ley de Memoria Democrática, de 2022 y serán sustituidas por leyes de concordia que consideran que fue la Segunda República la causa de la Guerra Civil -en lugar del golpe de Estado de julio de 1936-, que el franquismo no fue una dictadura y que no ha habido democracia en España hasta la promulgación de la vigente Constitución Española de 1978. Quienes piensan así, no quieren concordia, como proclaman, sino seguir proclamando a los cuatro vientos que el régimen de Franco fue muy positivo para la sociedad española. ¡Qué pena y qué hartazgo!

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