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La parte humana de dos voluntarios de Manos Unidas en Salamanca: “Recibimos mucho más de lo que damos”
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SOLIDARIDAD

La parte humana de dos voluntarios de Manos Unidas en Salamanca: “Recibimos mucho más de lo que damos”

Actualizado 01/08/2024 11:51
Rosa M. García

Rodolfo Pérez e Isaura Vázquez cuentan su aportación a este colectivo en una entrevista para SALAMANCArtv AL DÍA

Rodolfo Pérez García, colaborador de Manos Unidas

“La pobreza desaparecería si compartiéramos lo que tenemos”

Rodolfo Pérez es un sacerdote salmantino muy sensibilizado, sobre todo con Haití, y desde hace años colabora con Manos Unidas Salamanca participando económicamente en sus proyectos.

Nacido en la localidad salmantina de Monleras, se trasladó de pequeño con sus padres a vivir a Salamanca, aunque, salvo en los últimos años, ha vivido poco en la capital, ya que con 12 años se marchó al Seminario de los Salesianos, estando siempre fuera de la ciudad, excepto en vacaciones. En 2013 regresó a Salamanca desde Chile, tras vivir 12 años en Latinoamérica. Ahora, desde hace cuatro, vive en Salamanca en la residencia de mayores Calatrava.

Su colaboración con Manos Unidas nació sobre todo en 2010. Tal y como cuenta el propio Rodolfo Pérez, “en ese año acaeció el terremoto en Haití, del que me llegó más o menos la información, pero a los dos meses, estando yo en el sur de Chile, hubo un terremoto allí; ese me tocó muy directamente, me afectó y habiendo pasado lo que yo pasé allí, me llevó a recordar lo que habrían pasado en Haití, no solamente con aquel terremoto, también con el montón de réplicas que hubo después; además en 2021 hubo otro terremoto”.

Aquello “me conmovió y ahí comencé a dejar un poco la teoría que tenía sobre los pobres, porque tenía mucha teoría, mucha formación, y di el paso de ir ya más a los hechos que a las palabras, haciendo pequeñas acciones en apoyo a los pobres. Así fue como nació mi actitud muy pendiente ahora de compartir todo lo que puedo con ellos y por eso llevo un tiempo estando al tanto de la situación y al mismo tiempo enviando apoyo económico”. También buscaba “las garantías de eso que generalmente reclamamos todos, que cuando hacemos un donativo, pueda llegar a los destinatarios”. Se puso en diálogo con Manos Unidas, tanto aquí en Salamanca como en Madrid, y “he seguido el contacto y entregando cantidades en la medida en que se puede”.

También ha pedido ayuda con esta finalidad, “llevando campañas con Manos Unidas hacia Haití”. Y la respuesta de la gente es buena. Hay solidaridad “en la medida que pueden, pero también la provocamos, ya que les ponemos un poquito en la situación de compartir; generalmente les manifiesto eso, que la solución del problema de la pobreza en mí es una convicción, que desaparecería si compartiéramos lo que tenemos. Por esa razón, sigo insistiendo y la gente sí responde con donativos”.

Isaura Vázquez Real, socia de Manos Unidas

“Recibimos mucho más de Manos Unidas que lo que damos”

Isaura Vázquez Real es una religiosa de las Misioneras del Divino Maestro. Esta gallega de Lugo, maestra jubilada, lleva dos años viviendo en Salamanca. Desde que lleva en la capital, ha colaborado con la delegación de Manos Unidas llevando donativos.

Su historia o relación con la ONG comenzó en Perú, en uno de los colegios donde ella estuvo, en Moche, cerca de la ciudad de Trujillo, ya que, como explica, en la construcción había colaborado, entre otros, Manos Unidas.

“Me coincidió. Estaba agradecidísima de encontrarme con aquel colegio para alrededor de 800-900 alumnos, estábamos allí gracias a la ayuda de todo el mundo, entre ellas, Manos Unidas de España. Me emocioné al llegar allí, con esa construcción en la que yo iba a trabajar; en ese colegio estuve en dos ocasiones, un total de 6 años”. El poblado en el que está ubicado el colegio es, señala, como estar en un desierto; “siempre miraba con emoción todo aquello; miraba y trabajaba, es estar en un desierto, es arena de playa”.

Su trabajo era, entre otras, la enseñanza gratuita. “Nosotras hemos sido fundadas para enseñar gratuitamente, porque en España somos, o éramos, maestras nacionales con oposición; y también allí”.

Aquel colegio sigue funcionando, como otros que se han hecho en Perú, gracias a la solidaridad de ONGs y voluntarios, como Isaura Vázquez, que ha estado 17 años en ese país; “me fui con 53 y regresé con 70; estuve enseñando hasta esa edad”

Su congregación también colabora con Manos Unidas, “no mucho, porque nosotros también tenemos nuestra misión, pero lo que podemos aportar lo aportamos. Yo diría que nuestra colaboración es simbólica, es una mínima cosa con lo que podemos colaborar”, afirma. Pero es que por pequeñas que puedan ser, las aportaciones a Manos Unidas siempre suman. “Recibimos mucho más de Manos Unidas que lo que damos nosotras”, concluye Isaura Vázquez.