, 22 de diciembre de 2024
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La cuestión racial en EE. UU.
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La cuestión racial en EE. UU.

Actualizado 02/07/2024 07:54
Marcelino García

EE. UU. sigue arrastrando una deuda pendiente con los derechos humanos Si bien la administración Biden ha sido capaz de identificar la discriminación racial, se hace urgente la inmediata actuación para poner fin a estos sistemas abusivos y acabar con el racismo sistemático que afecta a los derechos fundamentales de la población negra en los EE. UU.

Adriana García Fernández

Defensora de los derechos humanos

EE. UU. es un país construido bajo unos pilares que le han permitido asentar unas bases para desarrollarse como gran potencia mundial; sin embargo, durante toda la historia norteamericana un parásito que ha acompañado a estos pilares ha sido la discriminación racial. El país cuenta con un trasfondo racial muy importante y significativo, la esclavitud, que ha llevado a la población negra a una lucha durante décadas por los derechos civiles. El racismo en EE. UU. es institucional, generacional y sistemático y, a pesar de que hoy en día está plenamente identificado, las distintas administraciones no toman las medidas necesarias para su erradicación, como puso de relieve el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), que en su informe de 2014 mencionó la ausencia de avances del país en varias cuestiones, destacando los delitos de odio, uso excesivo de la fuerza policial, fallos judiciales controvertidos y protección de derechos humanos.

Este país alberga la cuarta parte de los presos del mundo. Su alta tasa de encarcelamiento no deja de ser algo sorprendente, ya que ha ido aumentando a medida que la delincuencia ha disminuido. Se calcula que por cada 100.000 habitantes hay 714 presos, en los que existe un sesgo claramente racial. El crimen y el castigo tienen un color, y por cada ocho personas encarceladas solo una es blanco. Además, en el corredor de la muerte la proporción de reclusos negros (del 41,7 %) también triplica su peso en la población estadounidense; mientras la de los blancos (43,1 %) y latinos (12,6 %) se sitúa por debajo. Estas cifras sorprenden teniendo en cuenta la proporción de población negra y blanca que existe en los diferentes Estados. Todos estos datos en relación a la población carcelaria no hacen más que confirmar la discriminación racial que sigue existiendo en las diferentes instituciones.

Por otro lado, y en relación al proceso punitivo, nos encontramos con una clara problemática en la esfera judicial, condicionada por grandes disparidades sociales y económicas. Esto genera un prejuicio racial que hace que la comunidad negra no solo se vea afectada por las desventajas generacionales sino también por un trato desigual por parte del Estado. El Tribunal Supremo de los EE. UU. no hace más de dos años que nombró por primera vez como miembro a una mujer negra. Antes de ella, solo uno de de los nueve miembros era negro. La composición de los jurados suelen ser mayoritariamente blanca.

Otro de los temas importantes es el abuso policial, un tema muy mediático y de actualidad, a falta de un registro oficial a nivel nacional sobre las muertes por abuso policial, varias organizaciones se han encargado de realizar los deberes, como Mapping Police Violence, o varias universidades, llegando a unos datos preocupantes: tres personas mueren cada día por el abuso policial, y más de la mitad de estas son negros. Muchas de las investigaciones nunca salen a la luz, o ni siquiera dan comienzo. Muchas muertes quedan en el olvido.

A través de la aprobación de medidas legales en el ámbito estatal y federal se ha llegado a una cultura de impunidad, donde la costumbre del derecho americano recae en beneficio del policía. Muchos casos de este abuso, que quedan registrados en cámaras, refuerzan esta idea de impunidad, ya que a pesar de contar con pruebas de grabación, el sistema judicial americano generalmente mira hacia otro lado.

Poco han servido las promesas de la administración de Biden de gestionar el abuso policial y la discriminación racial, y desde la ONU y Amnistía Internacional se denuncia este abandono de la lucha en contra de la discriminación y los discursos de odio, y se recomienda al gobierno americano que verdaderamente aborde este tema desde su raíz para poner fin a una injusticia histórica. Se trata sin duda de un tema muy complejo que requiere de todos los esfuerzos de la Administración pública y la concienciación de la población sobre la discriminación racial a través de la educación y el fomento de la igualdad de oportunidades.

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