Se celebrará del 19 al 28 de julio con las mejores obras de los mejores autores
La localidad vallisoletana de Olmedo acoge del 19 al 28 de julio de 2024 la decimoctava edición del Festival Olmedo Clásico, que concitará de nuevo a los amantes del teatro, tanto a los que han estado irremisiblemente enganchados año tras año, como a los que van a estarlo a partir del momento en que acudan por primera vez.
Contará con una cuidada selección de los trece espectáculos que se van a exhibir a lo largo de sus diez días de duración. Y es esta posibilidad de asistir a un número importante de propuestas escénicas en un plazo tan concentrado una de las señas de identidad del certamen, que se completa con las otras actividades que constituyen la esencia de Olmedo Clásico: las Jornadas sobre teatro clásico y el Curso de análisis e interpretación actoral.
En la selección se han tenido en cuenta la calidad, por supuesto, pero también la variedad en cuanto a autores, géneros, épocas y territorios, así como de compañías y dramaturgias. Por lo que se refiere a autores, Pedro Calderón de la Barca será el principal beneficiado este año, con cuatro espectáculos. Estos incluyen una de sus obras maestras, El alcalde de Zalamea, pero también otras nunca vistas en los escenarios actuales, como El castillo de Lindabridis y El sitio de Bredá, o las que componen el espectáculo Monstruos. El prodigio de los dioses. Tampoco el gran Lope de Vega faltará a la cita de este año, y lo hará con su cara más conocida, de la que es parte fundamental Fuenteovejuna, a la que dedicaremos la propuesta de «Versos esenciales» de esta edición; pero también con la menos vista: y pocas se merecen esta etiqueta tanto como La francesa Laura, que ha permanecido oculta hasta que muy recientemente la inteligencia artificial ayudó a descubrirla. Otros dos dramaturgos del Siglo de Oro acompañarán a los dos grandes: Juan Ruiz de Alarcón y Francisco Rojas Zorrilla. Ambos lo hacen con obras que no se han visto en los escenarios contemporáneos: La monja alférez, recuperada hace poco para el repertorio de Alarcón; y Los bandos de Verona, la particular historia de Romeo y Julieta dramatizada por Rojas.
Efectivamente, como se deduce de lo señalado, es uno de los empeños de esta edición hacer palpable la enorme riqueza de nuestro repertorio clásico, capaz de interpelar y divertir al espectador actual con un sinfín de obras que aún están en busca del investigador y el director que les den vida, algo sin parangón en ningún otro teatro de su época. También interesa mostrar la importancia que esta interacción entre los responsables del estudio y de la puesta en escena está teniendo en la recuperación de tan rico patrimonio. De eso se encargarán especialmente las Jornadas sobre teatro clásico.
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