Como no sería la primera vez que un apócrifo por aquí vertido se da por cierto, conviene la advertencia previa de que, lo que sigue, aunque lo escribe un médico, no se trata de información oficial, que para eso ya el ministerio y las diecisiete consejerías del ramo tienen sus departamentos de comunicación. Faltará y sobrará, claro, pero no se trata de abarcarlo todo sino de transmitir algo, y tampoco se pretende renunciar al divertimento, que para crispaciones ya habrá otros escribientes y otros lectores.
1. Siéntase bienvenido, dentro de lo que cabe, al consultorio local, centro de salud u hospital que le acoge. No llegaremos al nivel de excelencia al que usted está acostumbrado, por ejemplo en Cruces, pero los profesionales que le atiendan harán todo lo posible por ayudarle aunque le haya sorprendido la enfermedad fuera del término municipal de Baracaldo o aledaños.
2. Ahórrese recordarnos que busquemos su historial en el ordenador. Puede suceder que el ordenador no funcione, que se caiga la conexión, que no podamos firmarle recetas…, pero aunque todo marche como tiene que ir, si se encuentra fuera de su comunidad autónoma no podremos acceder a sus datos clínicos ni intervenir sobre su tratamiento crónico. Ya sabe, la transición digital, la igualdad, el progreso y esas cosas.
3. Si acaso ha decidido realizarse un autotest de antígenos y dos rayitas paralelas están empezando a torcerle las vacaciones no pierda la calma. De toda la vida hemos padecido infecciones víricas sin rayitas y hemos sabido afrontarlas con sentido común. Así que toca hacer memoria de cómo hacíamos mientras atesoramos memoria inmunológica.
4. Si el paciente es su hijo, o su nieto, o un niño del campamento en que es monitor, no se azore buscando un pediatra de guardia. Los médicos de Atención Primaria están perfectamente capacitados para asistirlo, porque este es el campo para el que nos hemos formado sin límites ni rangos de edad. Llegado el caso, si fuera necesario, el pediatra de guardia lo atenderá en el hospital, su ámbito natural.
5. Es posible que su madre, o su abuelo, o ese tío segundo tan entrañable, al que no ve desde las pasadas navidades, haya pegado un bajón en estos últimos meses, parezca más delgado o tenga mal color. Puede que no haya consultado o que sí lo haya hecho y esté siendo adecuadamente estudiado y tratado. Sea como sea, intente ayudar pero no pretenda resolver en tres semanas un problema que se ha desatendido o que ya está en vías de solución.
6. Su enfermedad, o la de su familiar, es la más importante para usted. Se comprende. Pero también sabe que los recursos son limitados y que una de las funciones de los profesionales sanitarios es gestionarlos con justicia, uno de los cuatro principios de la bioética. No me enrollo y resumo: si necesita ambulancia por motivos clínicos y está disponible, la tendrá; si no concurren esos motivos, entienda que no debe utilizarse como un medio de transporte al uso.
7. Estamos cansados de verlo en la televisión, escucharlo en la radio, leerlo en la prensa y en internet, pero no terminamos de casar los consejos sobre salud con el culto al cuerpo que también se nos vende por esos mismos medios, así que intentemos convencernos de que la “belleza” no puede conducirnos a un cáncer de piel por no protegernos de la radiación solar o a un trastorno metabólico por hacer dieta o ejercicio sin cabeza. Todo el año, pero aún más en el verano.
8. Los insectos son los reyes del estío, y más de una vez sus picaduras se llevan el trofeo al motivo de consulta más frecuente de la guardia. A ellos no les vemos el pelo, ni el resto de las partes de su peculiar anatomía que ha atacado a la humana, pero sí conviene que no se nos prive a los sanitarios de tener un encuentro más personal cuando el agresor sea un artrópodo de la familia de las garrapatas. Mejor que quitarla en casa, acudir al centro de salud para que la retiremos y se haga el estudio pertinente del hematófago en cuestión.
9. Parece que sin comida ni bebida no hay fiesta, y que en torno a la mesa o a la barra sube el ambiente, pero también baja la guardia higiénica por mucho cuidado que se ponga. Paelladas populares, calderetas, barbacoas, sangrías en la peña, neveras a medio cerrar, vasos de plástico… Precaución para poder llegar a la verbena y, como le gusta a mi compañera Mónica, al bingo del intermedio. La disco móvil de después yo me la ahorraría, que empieza a unas horas intempestivas y dormir es muy saludable.
10. La RAE dice que, además de los mandamientos de la ley de Dios (la mejor redactada, de largo), un decálogo es un “conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad”. Con lo que podía haberme quedado en nueve o irme a una docena, pero como a mí los decálogos me gustan de diez utilizo este último punto para desear un feliz verano a mis queridos lectores, al tiempo que los emplazo a seguir pasándose por esta humilde Calle de la Fe s/n cada quince días.
En la fotografía, el desvío hacia la reparadora Fuente de la Salud, de la que mana agua no potable (hay que repararse sin beberla), en el km. 467 de la bacheada y peligrosa N-122. ¡Ministro Puente, la seguridad vial es también salud!
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