Hace unos días se cumplió el triste primer aniversario de la muerte de la joven escritora ucrania Victoria Amelina, fallecida con apenas treinta y siete años, el 1 de julio de 2023, a causa de las heridas sufridas en un bombardeo ruso sobre Kramatorsk, en el este de Ucrania. Cuando cenaba en un restaurante muy popular entre los reporteros desplazados a la región, en compañía de otros colegas escritores y periodistas, dos ataques con misiles provocaron la destrucción del local y la muerte de doce personas, incluida Amelina. La escritora, más allá de su prometedora y ya para siempre truncada carrera literaria, era, sobre todo tras la invasión de Ucrania en 2022, una activista implicada, a través de la ONG Truth Hounds, en documentar las atrocidades bélicas perpetradas por los ejércitos de Putin, y en esa condición había viajado a la zona en la que encontraría la muerte, víctima -funesta paradoja del destino- de un crimen de guerra como los que ella denunciaba.
Cuando, casi novecientos días después de su inicio, la ocupación rusa sigue trágicamente activa, extendiendo su rastro de muerte y desolación sobre miles de seres humanos inocentes, sumiéndolos aún en el dolor, el padecimiento y la angustia, he querido que mi propuesta de esta semana se centre -a modo también de necesario recordatorio- en una novela excepcional, Un hogar para Dom, de la escritora tan dramáticamente desaparecida. El libro se publicó en Ucrania en el año 2017, haciéndose acreedor a numerosos premios dentro y fuera de su país. En España apareció en mayo de 2023 en el seno de un muy joven y ambicioso sello, Avizor Ediciones.
Un hogar para Dom parte de un planteamiento narrativo singular. El narrador es el Dom del título, un perro standard poodle, un gran caniche que, dotado de un aguzado olfato que le permite captar la esencia de las personas con las que trata con una perspicacia, una sagacidad y una clarividencia portentosas, relata la historia de tres generaciones de los Tsylik, una familia ruso-ucraniana que vive en Leópolis. Por entre los entresijos de las duras y conmovedoras peripecias familiares, el perro da cuenta también de la historia de Ucrania en el siglo XX -llegando hasta las manifestaciones proeuropeístas del Euromaidán, entre finales de 2013 y comienzos de 2014- desde una aproximación atípica y peculiar, muy curiosa e interesante.
En el relato de las penosas vicisitudes de los Tsylik afloran, de manera expresa o tangencial, los principales acontecimientos que han marcado el trágico destino del país centroeuropeo, que es, también, el de nuestro viejo continente en los últimos cien años, quizá los peores de su historia: la disolución del imperio austrohúngaro, la Primera Guerra Mundial, el Holodomor (el genocidio que acabó con millones de ucranianos asesinados por el hambre y por Stalin), la invasión nazi y el exterminio judío, la Segunda Guerra Mundial, el posterior sometimiento a la Unión Soviética y los cincuenta años de dictadura de Moscú hasta la Independencia de 1991.
El núcleo germinal de los Tsylik (inspirado en la propia familia de la autora, la cual, sin embargo, afirmaba, irónica, que todos los personajes de esta narración son ficticios, solo el perro es real), lo constituyen el coronel Iván, su mujer, Lilia, sus dos hijas, Tamara y Olga, y las respectivas hijas de cada una de ellas, Masha y Marusia. Será esta última, una niña con apenas seis años al inicio de la novela, casi ciega, con su entrañable inocencia, con su indefensión ante el mundo a causa de su discapacidad, la que junto con el particular caniche dotará a la novela de un clima cordial, amable, de una atmósfera de sensibilidad y delicadeza, cercana a la literatura infantil, en la que destacan lo mágico, el aliento poético, la emoción, el encanto, la dulzura, lo imaginativo y fantasioso (animales que hablan, objetos que cobran vida, baúles que encierran misterios), todo lo cual cautiva y conmueve al lector.
Además del atractivo de estos dos planos del libro -el histórico/colectivo y el íntimo/familiar- la novela resulta apreciable por el carácter universal de los hechos que se nos narran: el transcurrir del tiempo, la vida común, ordinaria, que avanza, discreta, con sus afanes, lo entrañable de los personajes, su historia oculta, las esperanzas, los afectos, los miedos, las alegrías, los anhelos, las disensiones, los secretos del pasado (que el perro, con su olfato portentoso, es capaz de desvelar), el amor, la melancolía, la ilusión, las renuncias y las frustraciones, los sueños y los deseos.
Los Tsylik, como la propia Ucrania a lo largo de su convulsa historia, buscan una estabilidad, un ámbito de pertenencia, un territorio estable, una identidad, un hogar. Dim dlja Doma, que así es como se llama el libro en su idioma original, incluye el vocablo “Dim”, “casa” en ucraniano, y “Dom”, diminutivo de Dominik, el perro protagonista y también “casa” en ruso, anticipando ya desde el título otra de las claves de una novela formidable con una fuerte carga simbólica y que se revela indispensable para conocer los antecedentes de la dramática situación que vive Ucrania.
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Victoria Amelina. Un hogar para Dom. Ediciones Avizor. Madrid, 2023. Traducción de Oksana Gollyak y Frederic Guerrero Solé. 416 páginas. 23 euros.
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