Un impresionante despliegue de músicos y voces que estremeció al público, sobre todo, cuando el director, Andrés Ramos Navarro, regaló la última pieza sin decir su nombre: el Himno de la Alegría de Bethoven
Salamanca tiene el privilegio de una joven orquesta sinfónica que cumple diez felices años de esfuerzo, dedicación y sobre todo, una entrega que se traduce en conciertos y actuaciones con los que, en su espléndida sede del CAEM, “crear” un público fiel que ha llenado el auditorio para escuchar el último concierto de la temporada. Y como regalo a este público, la orquesta ofreció un programa dedicado a la música de cine con una segunda parte de excepción acompañado de casi ciento cincuenta cantantes partícipes de la Coral Polifónica Ciudad de Salamanca y del Coro Santa Cecilia. Un impresionante despliegue de músicos y voces que estremeció al público, sobre todo, cuando el director, Andrés Ramos Navarro, regaló la última pieza sin decir su nombre: el Himno de la Alegría de Bethoven, de la que se cumplen 100 años de su estreno y que no pude ser más adecuada frente a las elecciones europeas del domingo. Voces y música con la energía de la unidad y la emoción del final de curso.
Sábado a sábado, músicos que seguirán con su carrera musical, y que recuerda Josefa Montero García, la erudita que presenta, de forma sencilla y efectiva el programa antes de cada concierto, salen de la Joven Orquesta para engrosar universidades y formaciones mundialmente conocidas llenándonos de orgullo, y músicos que sencillamente, gozan de la música, se unen para ensayar, preparar los conciertos de la temporada a despecho del cansancio del trabajo y los estudios de toda la semana. Sábado a sábado, arropados por el Ayuntamiento de Salamanca, por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y por el personal del CAEM que les acoge y les ha convertido en el regalo que, domingo tras domingo, nos ofrece esta orquesta que tan bien suena, que tan sorprendente resulta, variada en la edad y la sensibilidad de cada uno de sus miembros. Una orquesta que termina el curso con brillantez, una sala llena de público y un programa muy variado de música de cine que termina con el originalísimo montaje de fragmentos de John Williams, que nos traslada a las estrellas con energía y con gracia. Música cercana a un público que aplaude largamente a los intérpretes y a un Andrés Ramos Navarro en estado de gracia.
El director valenciano, forjado en la tradición alemana, no deja a un lado su proverbial seriedad y rigor y, sin embargo, baila con la batuta sobre la partitura, expresivo, entregado y particularmente enérgico. Es una ocasión especial y los arreglos orquestales lo merecen: se siente la fuerza y la entrega, la, repetimos, energía particular de este concierto de aniversario y cierre de una temporada que ofrece al público salmantino, domingo a domingo, el privilegio de la buena música a precios más que asequibles. Un empeño que debe continuar y sobre todo, aplaudirse, y no solo desde el público, que ya lo hace, sino desde las instituciones que, no nos cansamos de decirlo, deben seguir apoyando y aplaudiendo el empeño de tanta gente personificada en el gerente de la orquesta, el indispensable e incansable Víctor Moro. Él, para un emocionado Andrés Ramos Navarro, es el alma de una orquesta que tiene muchos nombres y a los que no olvida, en una alocución muy emotiva antes de que salga a saludar el director de ambos conjuntos polifónicos, un Antonio Santos García, barítono bien conocido de todos, que ha estudiado en esta Salamanca a veces tan poco proclive a la música clásica y en Estados Unidos. Ambos directores han conseguido la emoción de juntar una orquesta y un conjunto coral que no solo han llenado el escenario, sino el hermoso auditorio de energía y de belleza.
Cabe pues, aplaudir de nuevo, como lo hace el público o como los músicos que sostienen sus instrumentos, golpeando la palma de la mano libre contra la pantorrilla o como el director, haciéndolo con la batuta. Cabe entonces felicitar a las instituciones que apoyan a la orquesta para que sigan haciéndolo y sobre todo, felicitarnos todos por este proyecto que ahora descansará en un verano pleno tras el cual, volver a disfrutar de su trabajo. Un trabajo del que dan buena cuenta testimonial las fotografías y los vídeos de quienes tienen la gozosa tarea de fijar el instante decisivo del concierto. La emoción de cada nota, la evolución hacia esa magia que tan bien suena. Felicidades de cine a nuestra enorme, fantástica, joven Orquesta.
Charo Alonso.
Fotografías: Amador Martín.