Europa es un proyecto, un patrimonio de civilización que todos hemos recibido. Un patrimonio con multitud de aportaciones de tipo histórico, artístico, literario, cultural, jurídico, social…, que configuran una realización humana a lo largo de la historia de una gran importancia.
Y tiene esa gran importancia porque se trata de un patrimonio civilizador, de convivencia, de entendimiento, en el que la dignidad de todos los seres humanos tiene cabida, en el que nadie es más que nadie, sino que todos podemos realizarnos en nuestra diversidad.
Porque Europa, cuando es fiel a sí misma, entiende, comprende, acoge, es hospitalaria, asume las perspectivas de las otras civilizaciones y las analiza y estudia, y las incorpora a ese acervo universal de la cultura que construimos entre todos.
Esa es la fiesta de Europa. Esa es la celebración de la que participamos todos en este momento electoral en el que, con nuestros votos, siempre en la dirección de esa luz de civilización y de humanismo, podemos seguir configurando ese proyecto, ese patrimonio ya dilatado que se ha ido configurando a lo largo de los siglos.
Porque, dentro de esa hermosa constelación de signos que es Europa, están las aportaciones clásicas greco-latinas, cristiana, laica; están los juglares y los trovadores; está la poesía épica medieval, los poemas del amor cortés, las florecillas del pobre de Asís, el camino de Santiago; están Dante y Petrarca, así como las grandes aportaciones literarias medievales; están nuestro romancero y nuestro cancionero tradicional, hermosas obras anónimas a través de la palabra versificada y del canto; están el románico y el gótico…
Ese hermoso constructo que es el humanismo, en todas sus vertientes; los descubrimientos y los avances científicos; las obras de los grandes pintores y artistas clásicos; las grandes creaciones literarias de tal época, desde Cervantes y Shakespeare, hasta Pascal o Rabelais; los grandes sistemas de pensamiento de la modernidad y de la contemporaneidad…
Están la ilustración, el romanticismo, las aportaciones de los movimientos obreros y de las vanguardias literarias y artísticas contemporáneas; están las grandes revoluciones que han transformado la historia y han renovado nuestra contemporaneidad; están las protecciones sociales, que hacen más digna la vida de los eslabones débiles; están las políticas de inmigración y de acogida…
La enumeración podría ser infinita. Esa es la fiesta de Europa, esas son algunas de sus grandes aportaciones. De todo ello, se ha beneficiado y se sigue beneficiando la humanidad entera, con sus aportaciones para matizar y ampliar todo ese legado, un legado civilizador.
¿Quién ha dicho, quién ha decretado que ha de acabarse esta fiesta, esta celebración que es Europa? ¿En nombre de qué barbarie se habla? Esta fiesta civilizadora que es Europa nunca se puede acabar, o solo a cambio de sumergirnos en submundos que no son humanos.
Europa es un proyecto de luz y de civilización. Esta es la fiesta de Europa. Esta es nuestra responsabilidad al depositar nuestro voto (otro logro histórico y político) como europeos este domingo.
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