Las ideas económicamente ultra liberales y políticamente ultra conservadoras y reaccionarias están vinculando la actuación de algunos gobiernos regionales en España. Es el precio que Feijóo pagó en las pasadas elecciones autonómicas y municipales uniéndose a VOX y gobernando con ellos en muchas regiones y municipios de España.
En algunas comunidades, como Madrid, el gobierno regional concede becas a hijos de ciudadanos con rentas anuales de 100.000 euros, mientras, por otro lado, ese mismo gobierno regional está desmantelando la sanidad y la educación públicas y durante la pandemia, dejaron morir a más de 7.000 ancianos en sus residencias porque impidieron que los trasladaran a los hospitales, donde los que inevitablemente iban a fallecer podrían haberlo hecho con dignidad, con cuidados paliativos, disminuyendo notablemente el sufrimiento que padecieron y otros, quizá, podrían haber sobrevivido.
En otras regiones, como en Castilla y León, el ejecutivo de Fernández Mañueco sólo se preocupa de agradar a sus jefes de partido (Ayuso y Feijóo), acudiendo como un perrito fiel a todas las concentraciones y manifestaciones convocadas por PP y VOX, abandonando los problemas, y graves, que tiene nuestra Comunidad. Aún hay hospitales en algunas provincias que carecen de medios materiales y humanos sanitarios para abordar las diferentes dolencias, sobre todo a pacientes con cáncer, muchos de ellos tienen que hacer recorridos de hasta dos horas para poder asistir a sesiones de radioterapia. En muchas comarcas de nuestra extensa región, no existen ni UVI,s móviles ni hospitales comarcales que reúnan los medios técnicos y personales adecuados para atender las necesidades sanitarias en pleno siglo XXI. En muchos pequeños municipios no hay médicos en los consultorios locales y en los centros de salud comarcales sólo hay un médico de guardia para atender a decenas de municipios; incluso durante las vacaciones estivales, momento en que los pueblos se llenan de gente, no hay refuerzo de efectivos sanitarios.
El gobierno regional tiene vergonzosamente desatendidos a nuestros pueblos, pero, ante la convocatoria de los jefes de su partido, se presentan inmediatamente, ya sea en las manifestaciones pidiendo la dimisión del presidente del gobierno, ya sea en la tribuna del Congreso de los Diputados o del Senado, donde, por cierto, algunos diputados gritan “traidores” a los diputados, presidente y miembros del gobierno que votaron a favor de la aprobación de la Ley de Amnistía en el Congreso. Pero no solo se limitaron a insultar, sino que también trataron de boicotear el debate, continuando con su acoso a diputados miembros del gobierno a la salida del Congreso. Esto no es una manifestación de la libertad de expresión, sino un ejemplo de violencia política, que debe ser firmemente condenable. Como también es violencia política que la presidenta de una región, Ayuso, llamara “hijo de puta” en la tribuna del Congreso de los Diputados a Pedro Sánchez y que luego se hayan hecho memes, chistes y recochineo social y político con el lema “me gusta la fruta”. Un gesto despreciable y de mala educación que no ha llegado nunca a condenar el líder del PP, Feijóo, a pesar de definirse como “político centrado y moderado”.
Que no lo haya condenado VOX entra dentro de lo normal, es un partido ultra que lo que pretende es socavar las bases del sistema democrático, pero que no lo haya hecho el PP de Ayuso y Feijóo es deleznable y una prueba más de que los pactos de gobierno de la derecha y la ultraderecha, de PP y VOX en CCAA y cientos de ayuntamientos, gozan de una salud excelente. Por cierto, en días pasados, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (PP), ha manifestado públicamente que está encantado con el pacto con VOX en esa Comunidad. Textualmente ha dicho que “se siente orgulloso”, rematando que “si alguno se avergüenza, es su problema”, en referencia a Feijóo que no está muy de acuerdo con los futuros pactos con la extrema derecha en Europa, aunque no con todos, porque con el partido italiano de Meloni no ve mal los futuros pactos. Que los líderes del PP están encantados con las políticas de la ultraderecha, no es nada nuevo, como se ha visto, sobre todo por el apoyo firme a las políticas de Trump y actualmente de Milei en Argentina. En el fondo son partidos que tienen un tronco común perfectamente identificable, la ideología fascista de los cuarenta años del franquismo en España.
¿Qué programa político tiene Feijóo para España? ¿el mismo que está aplicando en comunidades como Madrid, Valencia o Castilla y León? ¿si accede al gobierno va a utilizar la motosierra, como Milei en Argentina y acabará con el Estado Social y Democrático de Derecho? No estaría mal que despejara ese camino lleno de maleza y de zarzas. Pero no creo que hable claro, es el típico líder que aplica “la zorrería política” como forma de gestión de los intereses colectivos.
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