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El Cristo de Sordos, una leyenda en el corazón de La Armuña
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El Cristo de Sordos, una leyenda en el corazón de La Armuña

Actualizado 25/05/2024 09:51

Aparecido junto a la alquería de Sordos, hoy despoblada, Gomecello, Villaverde y Cabezabellosa se disputaron acoger al Cristo en sus iglesias, negándose los bueyes gomecellanos a acarrearlo, corriendo mejor suerte con las vacas de Villaverde.

Hace un par de semanas la localidad armuñesa de Villaverde de Guareña sacaba a sus calles como es tradición el Cristo de Sordos, una talla medieval de estilo románico de transición al gótico, de las más antiguas de La Armuña, que es muy venerada en Villaverde, aún y cuando no es originaria de esta localidad, sino que procede del cercano despoblado de Sordos, que se sitúa en el municipio vecino de Gomecello.

Y es que, aunque Villaverde acoja desde hace cinco siglos al denominado Cristo de Sordos, éste apareció en el siglo XVI junto a la vieja localidad, hoy despoblada, de Sordos, cuyos restos hoy aún se asoman, como un recordatorio de que nada es eterno, entre las tierras ubicadas junto a la carretera que une Gomecello y Cabezabellosa de la Calzada.

Aunque surgida en época medieval, al auspicio de la repoblación de la Armuña impulsada por los reyes de León, lo cierto es que la localidad de Sordos nunca pasó de ser poco más que una alquería, con un tamaño tan humilde que le hizo sucumbir al paso del tiempo, aunque resistiendo más que los otros dos despoblados del término gomecellano (Hortelanos y Velasco Muñoz), que pasaron a mejor vida antes de un siglo XX que sí alcanzó Sordos.

Sin embargo, aunque Sordos siguió poblada hasta mediados del siglo XX por al menos una familia (los Fernández De Cabo), recogiendo la prensa a Pedro Fernández residiendo en la localidad en mayo de 1942, lo cierto es que para entonces no quedaba nada de la pequeña ermita que llegó a albergar la localidad, que habría sido el hogar del Cristo de Sordos siglos atrás, motivo por el cual los sordenses acudían a los oficios religiosos a Gomecello, siendo el caso del funeral de Tomasa De Cabo García, vecina de Sordos y esposa del mencionado Pedro Fernández, que falleció en Sordos el 15 de enero de 1942, cuyo funeral tuvo lugar en la iglesia de Gomecello, tal y como recogía El Adelanto de Salamanca en su edición del 16 de enero de 1942.

En todo caso, fue en el siglo XVI cuando apareció en los terrenos ubicados junto a la antigua localidad de Sordos el conocido como “Cristo de Sordos” que hoy custodia la iglesia de Villaverde, cuando un labrador local se topó con la talla mientras labraba sus tierras, causando asombro su buen estado de conservación y su gran tamaño.

Sin embargo, al carecer Sordos de una iglesia o ermita en la que ubicar el Cristo, surgió la cuestión de a qué templo cercano trasladarlo y, dada la ubicación de esta alquería, cercana a Gomecello, Cabezabellosa y Villaverde, estas tres localidades se postularon para albergar en sus iglesias al Cristo, enviando carros para su traslado.

De este modo, por su mayor cercanía se consideró que Gomecello era la localidad que en principio tendría más derecho a intentar llevar el Cristo a su iglesia. Sin embargo, pese a haber dotado al carro de dos bueyes de buen porte para tirar de él, una vez se cargó el Cristo en el carro gomecellano, y para sorpresa de todos los congregados, los bueyes se negaron a tirar del carro con el Cristo camino de Gomecello.

Por ello, ante dicha negativa de los bueyes gomecellanos, se decidió pasar el turno de intentar acarrear el Cristo a su iglesia al carro que habían pertrechado los vecinos de Villaverde de Guareña, que habían situado al frente del carro a dos vacas de poco porte que, sin embargo, comenzaron a tirar del carro con el Cristo hasta Villaverde, llegando hasta esta localidad.

De esta manera, y en una época especialmente marcada por la religiosidad como el siglo XVI, los vecinos de Gomecello, Villaverde y Cabezabellosa entendieron que la negativa de los bueyes gomecellanos y la capacidad de transportar al Cristo de las flacas vacas de Villaverde debían entenderse como un signo divino de que el Cristo de Sordos había elegido como nuevo hogar la iglesia de Villaverde de Guareña, que la acoge desde entonces.

De este modo, hoy en día el Cristo de Sordos sigue procesionando cada año en mayo (actualmente en el domingo más cercano al Día de la Ascensión) por las calles de Villaverde, desfilando por las calles de este pueblo que según la leyenda eligió el Cristo como su nueva casa. Mientras tanto, su primera casa, la olvidada alquería de Sordos, intenta seguir erguiendo hacia el cielo sus viejos muros, orgullosos de seguir dando nombre al Cristo que decidió cambiar de hogar allá por el siglo XVI.

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