Para que quienes así lo deseen puedan dejar de leer en la siguiente línea, les diré que el otro título que pensé para este artículo sobre que la próxima semana votaré en mis dos orillas, tal vez el mismo día, es: “En Europa, al PSOE; aquí, al PRD”.
Y ya, el artículo debería acabar aquí; no tengo por qué dar razones. Ni yo ni nadie. Sin embargo, como, parece que sin darse cuenta, tanta gente denuesta a sus contrarios, cuando no abiertamente insulta, me he decidido a escribir, a ver si más de una y uno empieza a reconocer que lo suyo, lo suyo, no es la democracia. Empiezo por México.
Yo me considero de izquierda desde mi adolescencia, o sea, antes de que López Obrador dejara el PRI… para, previo paso por otro partido, volverse líder de su nuevo PRI, porque su Morena representa, en general, lo que muchos de quienes le apoyan y secundan dijeron combatir: pensamiento único, nacionalismo, autarquía, polarización, influyentismo…
Al respecto, viví de cerca el nepotismo, que para mí es corrupción, de imponer, o simplemente colocar a familiares cercanos. Lo hizo gente que hoy vocifera contra la corrupción y que nos la mienta a quienes no estamos con ellos; bueno, a veces solo nos califican de enajenados… Años de ver a alguien cuyo único mérito era la consanguineidad, no hacer nada que redundara en favor de la dependencia para la que ambos laborábamos… O yo laboraba y la otra persona cobraba, y bien.
Hoy en día, el encono sigue: muchos y muchas consideran que todos los que no simpatizamos con López Obrador y su movimiento somos corruptos, ladrones, miopes y/o, de plano, pendejos. Ah, y de ultraderecha.
Disculpen ustedes, pero no lo acepto; conozco gente de la mayoría de partidos que me parece decente, trabajadora y convencida de lo suyo… También sé de casos como el ya mencionado, y sí, está en Morena… Sin embargo, no creo que todos sean iguales ni que quienes siguen a AMLO y la suya son, así, en genérico, tal o cual cosa.
Desde luego, estoy cansado de que me insulten, sin darse cuenta o haciendo como que no; claro, dirán que no me insultan, o que no me dé por aludido… Que lo dicen “con todo respeto”, una muletilla que, casi siempre, va antes de una frase que implica cualquier cosa menos respeto.
La verdad, hace seis años escribí que no me creía sus deseos de regeneración o cambio; ya entonces me sonaba más bien a cuento... Y a ganas de venganza, no sé bien de qué; en fon, resentimiento.
Gila, a quien fusilaron mal, como él contó, podía hacer bromas con el tema; los demás, deberíamos tener cuidado y respetar al resto; es lo que intento y, desde luego, vote por quien vote, lo que tengo muy claro es que siempre estaré enfrente del fascismo, de cualquier fascismo.
Y negar al otro, al diferente, a quien no piensa igual es, para mí, la esencia de la antidemocracia, es decir, del fascismo.
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