Miércoles, 15 de enero de 2025
Volver Salamanca RTV al Día
Del aburrimiento y sus nombres
X

Del aburrimiento y sus nombres

Actualizado 10/05/2024 09:43

El género humano lleva varios siglos sobre la tierra mostrando su habilidad en inventar modas e inmediatamente después, aparecer con otra novedad que se oponga a la moda anterior. Así que aparte de la rueda, las vacunas y la imprenta (por nombrar tres minucias de nada) y de mucha ciencia que avanza no gracias a Dios sino a los científicos, todo lo demás no es moderno sino prestado de lo anterior.

Y como vivimos acelerados, lo suyo es inventar cosas para echar el freno. Parece que ya hemos superado la meditación, los mantras, el elogio del silencio (en España esto último requiere condiciones especiales que casi nunca se dan) el budismo al alcance de todos, las frases para reflexionar escritas en la cabecera del periódico, la contemplación de las puestas del sol, el cultivar tus propias lechugas y tomates y toda una serie de prácticas que los ingleses, con ese arte especial que les proporciona su utilísima lengua denominan “mindfulness” y a nosotros por ahora no se nos ha ocurrido nada mejor que “consciencia plena” para traducirlo; claro está que la gente usa “mindfulness”, como usan “lawfare” últimamente y dos de cada tres seres humanos con DNI en regla no saben lo que es. Hasta hace nada los hoteles se vendían como lugares para desconectar, y resulta que ahora lo que promocionan es reconectarse; que no acabo de entender muy bien de qué se trata porque los lugares para desconectar están llenos de personas enganchadas y conectadas a sus móviles y los lugares para reconectarse no sé si son de habitaciones con más enchufes o qué.

Yo, qué quieren que les diga: nada como un buen rosario. Vengo de una estirpe de rezadoras de rosario profesionales y les aseguro que, en mi familia paterna, las noches de verano a la fresca del campo charro empezaban con varias voces respondiendo a la llamada del Ave María de turno y poco a poco iban cayendo todos en el mejor de los sueños; si eso no es “mindfulness” díganme ustedes qué es. Mi abuela materna era capaz de encajar todos los Misterios de Cáceres a Salamanca con todos sus kilómetros y ni siquiera mis vomitonas en cada una de las curvas del puerto de Béjar conseguía desconcentrarla de su tarea porque llegaba a destino con todo el rosario terminado; otro ejemplo de concentración superlativa.

Me cuentan mis amigas y amigos acelerados que van muy bien los retiros de yoga (donde se habla poco y se estiran mucho los músculos) y otros, llamados “de ayuno terapéutico” cuya gracia consiste en pasar hambre día y noche, pero encima, pagando: setecientos euros por semana para no comer, que ya es un lince el que lo inventó. Cada uno sus cadaunadas, pero hace varios siglos existían unos monjes cartujos en montes y valles por toda la península, donde uno podía ir a no hablar, no comer, pasar frío y, ocasionalmente, rezar al Señor. Y por si les entran ganas, en Miraflores (Burgos) aun se mantienen, así que pueden acudir allí a desconectar, reconectarse e incluso a prepararse unas oposiciones a notario, que me parece que es el lugar ideal para afrontarlas. No sé lo que cobrarán los monjes, pero seguro que es más barato que el ayuno terapéutico ese.

Yo creo que estas modas y sus contrarias me están cogiendo mayor, pero llevo varios días en un lugar donde todo lo que puedo hacer a lo largo del día es caminar por unas playas de agua heladora y viento punzante, secar mis huesos al sol, leer muchas novelas, escribir esta columna, desayunar churros y comer mucho de lo que me da la gana y casi todo lleno de colesterol. Converso abundantemente con los lugareños y no veo los telediarios; me voy a la cama con las gallinas y al día siguiente vuelvo a empezar la dieta de churros, colesteroles varios, caminatas y novelas; y en muchos de esos ratos me sorprendo a mí misma mirando al horizonte sin más, y sin teléfono en la mano. Estoy como nueva y seguramente reconectada conmigo misma, que no sé si era eso lo que me hacía falta, sino simplemente descansar de un invierno furioso que me ha tratado a palos.

Blaise Pascal decía que todos los problemas de la humanidad venían de la incapacidad del hombre de sentarse en una habitación en silencio sin hacer nada (¡ay el Siglo de las Luces! cuán necesario es estudiarlo) y este bendito aburrimiento qué bien nos viene a todos, y cuánto nos empeñamos en llamarlo de mil maneras para no llamarlo por su nombre.

Concha Torres

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.