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El drama de la vivienda
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Al cabo de la calle

El drama de la vivienda

Actualizado 27/04/2024 09:48
Francisco Aguadero

El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de enero 2024, sitúa a la vivienda en séptimo lugar de las preocupaciones de los españoles, en general. Pero no habla de la intensidad de esa preocupación según la situación de cada persona. No es tal problema para quienes ya tienen su vida hecha y con su vivienda en propiedad. Empieza a ser un problema de preocupación para aquellos que, aun teniendo un lugar para vivir, si es en renta, esta se le dispara comiéndose gran parte de su salario o, si es en propiedad, el incremento del coste de las hipotecas les asfixia. Y es un problema casi irresoluble para muchas personas, especialmente para los jóvenes, que no pueden emanciparse porque no tienen a donde ir o no pueden pagarse el escandaloso coste del alquiler de una triste habitación.

Dice el artículo 47 de la Constitución Española que “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación…”. La realidad es que se trata de un derecho constitucional que muchos españoles no pueden ejercitar. Y es una incapacidad de los poderes públicos, sucesivos gobiernos y gobernantes de todos los colores políticos y de todas las administraciones públicas, para resolver el problema.

La vivienda es uno de los mayores problemas que tiene España y que no ha parado de crecer en los últimos años. Según un reciente informe del Banco de España, cada año se construyen unas 90.000 viviendas y se forman 275.000 nuevos hogares, más una demanda de 60.000 por parte de los no residentes. Un desequilibrio entre la oferta y la demanda que el propio Banco indica nos llevaría a tener que construir 600.000 viviendas de aquí al 2025, para equilibrar el mercado inmobiliario y atender a las necesidades más imperiosas. Pero no se ve cómo alcanzar el reto de tal cantidad de viviendas.

Este enorme desfase entre la oferta y la demanda ha llevado a un fuerte incremento del coste de la vivienda y su repercusión en el alquiler desde el 2014. La presión sobre el alquiler es de tal magnitud que en algunas provincias españolas por cada oferta de vivienda para alquilar hay más de 60 aspirantes, alcanzando más de 100 en puntos como Barcelona o Santa Cruz de Tenerife.

Lo dramático de los datos se transforma en un incremento de la desigualdad entre quienes consiguen hacerse con una vivienda y los muchos que se quedan sin ella. Estos últimos son aquellos con las rentas más bajas, son los jóvenes y los inmigrantes que se concentran, principalmente, en las zonas turísticas y las áreas urbanas, más “tensionadas” se dice últimamente, donde el problema de disponer de una vivienda y poder pagarla se hace más escandaloso.

El problema es de tal magnitud que ha aparecido el fantasma de la especulación, cosa que tampoco han podido impedir los poderes públicos, como les pide la Constitución, y, consecuentemente, el mercado de la vivienda se ha convertido en una cuestión puramente económica, olvidándose de que es un derecho constitucional que tienen los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada.

El reto que tiene el Gobierno español, gobiernos de las comunidades autónomas, gobiernos municipales, entidades financieras, empresas constructoras, agentes inmobiliarios, patronales empresariales, agentes sociales, sociedad civil y ciudadanos en general, es un reto tan grande que requiere de medidas integrales a corto, medio y largo plazo, con la implicación del conjunto de todas las instituciones y organizaciones que acabamos de citar.

Tampoco los ciudadanos estamos exentos de responsabilidades en esta carestía del precio de la vivienda. Es evidente y lícito que quienes tienen una vivienda para alquilar intenten sacar todo el dinero que puedan en la rentabilidad de ese bien inmueble, pero hay que atenerse a las normas y no hacer trampas, máxime, cuando se trata de facilitar o impedir un derecho fundamental de los semejantes como es tener un techo bajo el que cobijarse. Es poco ético aplicar aquel dicho de “hecha la ley, hecha la trampa”, como está ocurriendo con la aplicación de la Ley de Vivienda donde, con argucias, se esquiva la nueva normativa allí donde limita el aumento de los alquileres.

A parte de lo ya citado, hay otros muchos factores que intervienen en la carestía y la escasez de la vivienda. Entre ellos, la ínfima cantidad de vivienda pública construida que, ante tanto necesitado, es más fácil que te toque la Lotería de Navidad que te toque una de ellas. Para mejorar la situación y conseguir un parque público de vivienda en alquiler similar a otros países europeos, haría falta incorporar 1,5 millones de viviendas. Cosa que se podría conseguir edificando un 150% más que todo lo construido al año en España y durante una década. Algo que no parece viable en estos momentos y circunstancias.

Otra de las causas significativas en el problema de la vivienda es la excesiva masificación del turismo y su repercusión en la ocupación de viviendas con los llamados “pisos turísticos”, dificultando el acceso de los propios residentes y hasta su desplazamiento. Es frecuente que trabajadores que prestan servicio en un lugar determinado no tengan sitio donde vivir allí y tengan que hacerlo en zonas muy alejadas. España es una gran potencia mundial en turismo, en el 2023 recibió más de 85 millones de visitantes, solo superada por Francia y el sector espera alcanar los 90 millones de visitantes en 2024, casi el doble de la población española. Esto obliga a una reflexión profunda sobre el modelo de turismo en relación con los ciudadanos residentes y la sostenibilidad en varios frentes.

La dramática situación de la vivienda solo se puede resolver con políticas de largo plazo, coordinadas con todos los agentes implicado, enfocadas al incremento de la oferta, pero tratando a la vez de no generar una burbuja inmobiliaria que nos arrastre a profundas crisis que, lamentablemente, ya conocemos.

Escuchemos a CHENOA en "EL BOLSILLO DEL REVÉS"

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© Francisco Aguadero Fernández, 26 de abril de 2024

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