Miércoles, 11 de diciembre de 2024
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Una labor sobresaliente
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REPORTAJE

Una labor sobresaliente

Actualizado 24/04/2024 17:45
Toni Sánchez

Miguel Ángel Sánchez y Salvador Ruano acercan sus vivencias en sus respectivas trayectorias desempeñando este papel.

Con la emblemática calle Libreros como telón de fondo, puntuales a la cita llegan los matadores de toros Miguel Ángel Sánchez y Salvador Ruano. Tras más de dos décadas como toreros de alternativa, desde hace unos años ejercen la importante labor de actuar como sobresaliente. Su presencia en los festejos taurinos se ciñe a actuar en caso de que en una encerrona de seis toros el matador titular o titulares, si se tratase de un mano a mano, resultasen heridos y no pudiesen continuar la lidia. Pese al escaso protagonismo que en la mayoría de ocasiones reciben, los sobresalientes soportan una gran responsabilidad ya que por lo general estos espectáculos gozan de un gran interés por anunciarse en ellos las principales figuras del toreo o por tratarse de algún acontecimiento con tintes históricos en la carrera de cualquier otro matador.

Respetando el orden de antigüedad como matador de toros, comenzamos nuestra conversación con Miguel Ángel Sánchez, quien explica sus inicios en las labores como sobresaliente: “Tras tomar la alternativa, el primer año completo como matador de toros sufrí una lesión a final de temporada. Cuando me recuperé y pude volver a torear se me sugiere el poder actuar como sobresaliente y lo vi como una forma de retomar el contacto con el toro. Y así empezó todo”. El salmantino repasa algunas de las tardes grabadas a fuego en su memoria durante estas dos décadas ejerciendo esta labor de sobresaliente: “He toreado ocho o diez corridas de toros como torero titular y doscientas cincuenta como sobresaliente, por lo que son muchos años y muchas vivencias. Destacaría el haber podido torear en la Monumental de Barcelona la tarde de los seis toros con José Tomás, en la Beneficencia de Madrid con Morante de la Puebla, otra Beneficencia con El Juli y Diego Urdiales… También he toreado con el maestro Capea y con César Rincón. Han sido tantas tardes con tantos y tan grandísimos toreros que he vivido cosas realmente bonitas. Ha habido tardes realmente mágicas. Personalmente recuerdo de manera especial una tarde con Diego Urdiales en la plaza de toros antigua de Arnedo, que suponía el último festejo ahí antes de construir el Arnedo Arena. Él toreaba seis toros y el segundo toro de Carriquiri le hirió y tuve que matarlo yo y esperar a que saliera él para continuar el festejo. Esa tarde fue especial además por la amistad que me une a Urdiales. También me acuerdo de un mano a mano entre César Rincón y El Cid en la plaza de toros de Santander en la que intervine con bastante lucimiento en un quite y me sentí reconfortado”.

Por su parte, Salvador Ruano fue más tardío en la toma de decisión respecto a anunciarse como sobresaliente, tal y como él mismo recuerda: “A pesar de que era muy realista con la situación, me costó tomar la decisión porque una vez tomada ya encasillan a uno. Hasta los cuatro o cinco años de alternativa no decido el admitir todas las buenas llamadas que tenía para torear como sobresaliente. Los primeros años rechacé llamadas con toda mi humildad y modestia. Los primeros años de profesión sí que estuve enganchado a la profesión y toreé algunas corridas de toros tanto en España, como Portugal y Perú. A partir del 2007 y 2008 las cosas se van poniendo más complicadas y es ya cuando decido de manera definitiva torear como sobresaliente porque si no se queda uno apartado de estar en contacto con la profesión”. Al igual que su compañero, Ruano esboza una sonrisa al recordar tardes en las que ha podido disfrutar de la profesión: “Los primeros años de sobresaliente me tocó actuar en una corrida mixta con El Cordobés y Vicente Barrera. Fue una cosa curiosa porque se inutilizó el toro y no había sobreros y El Cordobés me dijo de sacar el caballo de picar para que después del puyazo yo pudiese matar el toro porque no entraba a los corrales. Yo le dije que no hacía falta que sacase el caballo. El toro se rehízo y pude pegarle tres o cuatro series antes de matarlo. Fíjate cómo sería que hasta el público me pidió la oreja… También recuerdo otra corrida de toros en Guijuelo en la que se anunciaba Eduardo Gallo en solitario. En el segundo toro se rompió un dedo saltando al callejón y nos quedamos Chapurra y yo solos con el resto de la corrida. Toreé tres toros y le corté las orejas a los dos primeros toros. El último me pegó una cornada cuando me fui a porta gayola”. Además, Salvador Ruano se siente un afortunado: Puedo decir que he pisado el noventa por ciento de las plazas de toros: Barcelona, Sevilla, Salamanca, Madrid, Málaga, Zaragoza … Me quedo con una tarde especial en El Pilar que pude hacer un quite a un toro de Morante de la Puebla, en Bilbao en un mano a mano entre José Garrido y López Simón también pude hacer otro quite, en Lisboa… Con esas cosas uno se siente torero y se siente realizado. Cada día que me visto de torero lucho por ser mejor profesional y estar mejor colocado en cada momento de la lidia. Trato de evolucionar en mi colocación y de ser efectivo en la plaza. Una labor callada, a la sombra, pero muy importante”.

Respecto a la preparación que un sobresaliente ha de llevar a cabo, ambos matadores de toros coinciden: “La preparación es exactamente igual porque tienes que estar mucho más intenso y preparado, sin quizá poder a materializarlo. Tienes que mentalizarte para torear pero también para no ponerte delante y no sufrir una frustración si no llegas a hacerlo”, afirma Miguel Ángel Sánchez, mientras que Salvador Ruano señala: “Hay que estar preparado para poder actuar en cualquier momento, y eres consciente de ello. Es muy difícil gestionar la incertidumbre porque cada vez torea uno menos y hay que gestionarlo estando bastante preparado y que lo que pueda faltar de experiencia lo tengas de preparación. El conocer las ganaderías también es muy importante y, sobre todo, el conocerse a sí mismo, que los veinte años de experiencia también aportan ese conocimiento”.

Ese papel secundario en los festejos en los que se anuncian es algo que tienen asumido ambos, tal y como explican: “Tienes que saber que tu papel no es el de primer actor, sino que eres un actor secundario. La madurez y el sentido común son clave. No tener un sentido del ego muy pronunciado y saber que tu sitio está un paso por detrás de ese actor principal. Hay que asumirlo como algo natural. No es un demérito, sino una circunstancia que hay que sentir así”, explica Sánchez. Por su parte, Ruano se sincera: “Después de tantos años no me atrevo a decir que es una profesión. Es un modo de vida que se compagina con otros trabajos, porque necesito el toro para vivir pero no vivo de ello. Hago deporte a diario, toreo de salón a diario, compagino mi trabajo con los tentaderos, estar delante de los toros… El respeto que tengo al traje de luces es tal que ir de sobresaliente una tarde es como si fuese a torear esa tarde. La tarde que me anuncio como sobresaliente, me mentalizo como si fuese a matar yo la corrida entera, aunque con la dosis de realidad oportuna”.

Uno de los aspectos más controvertidos en el papel del sobresaliente quizá sea la percepción que se tiene sobre ellos de ser los menos importantes en el cartel, algo que nuestros protagonistas abordan. Jamás me he sentido infravalorado. Estamos en un mundo de valores y respeto, y nunca he sentido que me hayan pisoteado, aunque tampoco he dado pie a ello porque en cuanto ha habido algún indicio me he hecho respetar. Te tratan con mucho respeto y comprensión porque es un aspecto muy difícil de gestionar”, afirma rotundo Miguel Ángel Sánchez, a lo que replica Salvador Ruano: Yo al principio tenía la sensación de que me miraban de manera diferente por ser el sobresaliente, pero a medida que va pasando el tiempo y que uno se ve preparado, uno se da cuenta de que las cuadrillas y los propios compañeros te respetan al máximo. Por lo que deduje que todo era una percepción mía”.

Otro de los puntos calientes de la conversación es la soledad relativa con la que afrontan cada tarde de toros, algo en lo que no coinciden en la manera de gestionarlo: “A mí la soledad no me perjudica”, señala Miguel Ángel Sánchez”, “porque a pesar de que soy una persona muy sociable también soy una persona muy intimista, entonces yo no siento preocupación por sentir esa soledad o desamparo. Me siento cómodo con la gente que me acompaña en los viajes y cuando he viajado solo tampoco me he sentido como tal. No me supone un problema porque tengo asumido mi papel y además, al igual que en la vida, viajamos solos siempre. Otra cosa es que en determinados momentos del viaje te acompañen unas u otras personas, pero siempre viajamos solos”. Por el contrario, Salvador Ruano sí que percibe cierta sensación de soledad: “Aunque todo es prácticamente igual, llegas al hotel con tu mozo de espadas y estás solo… Llegas a los patios de cuadrillas y estás en cierta soledad… Hay gente que se ofrece a ayudarme a liarme el capote de paseo, pero sí percibes esa soledad de que no tienes una cuadrilla directa con la que poder comentar”.

Antes de finalizar nuestra charla con el Patio de Escuelas como inmejorable escenario, hablamos de los sueños que tienen todavía como toreros que son. Miguel Ángel Sánchez toma la palabra para reflexionar en voz alta: “Yo ya no tengo ningún objetivo, tengo la sensación de tener muchos años de experiencia en los que he sentido que lo realmente importante es sentir el compromiso de lo que haces en cada momento. Si eres torero, tu compromiso es con la profesión y con los toreros. Tus logros quedan relegados a un segundo o tercer plano. Lo principal es velar por la seguridad de todos y colaborar correctamente en la lidia. Yo soñaba, y creo que el que diga que no miente, con ser figura del toreo y ser el más importante o el que mejor torea. Toreo de salón todos los días porque me hace muy feliz. Busco sensaciones toreando de salón al aire libre, incluso en días de heladas, porque me reporta una tranquilidad espiritual y una sensación vital. Me siento realizado como persona y como torero nunca se sabe cuando se tocará esa cota máxima, pero hay que estar plenamente preparado para ello. Ese es mi objetivo diario, levantarme con ilusión y motivación para tener la mente abierta a sensaciones y al espíritu que debemos tener los toreros, como artistas que somos”. Salvador Ruano no se queda atrás en su discurso y manifiesta: “¿Sueños?, Muchísimos… Pero miro hacia atrás y veo todo lo que he conseguido, que no es fácil. Tengo todo apuntado y repasaba mis notas en las que encontraba que hubo inviernos en las que toreaba en el campo más de cien vacas. He pisado ganaderías legendarias, he conocido a figurones del toreo de varias épocas, y todo eso me llena interiormente. Me hubiese gustado confirmar la alternativa en Las Ventas y me hubiese gustado torear en Salamanca como matador de toros. No sé si eso llegará o no, soy muy realista y no voy a volverme loco si no lo consigo. En esta maratón ya he pasado el kilómetro treinta, así que lo que venga ahora lo disfrutaré por añadidura. Disfruto cada momento que me regala la profesión dentro de la responsabilidad que conlleva el vestirse de luces”.