En la década de los 70 del pasado siglo se puso de moda la película de Bernardo Bertolucci El último tango en París. Aún vivía Franco y la censura cinematográfica no toleraba escenas pasadas de tono. Lo que todos los adultos españoles sabían que existía, nunca se había visto en la pantalla. Comenzó a exhibirse en otros países más liberales y la famosa escena entre Marlon Brando y María Schenider ya corría como la pólvora de boca en boca. Llegado el momento, se pudo ver en la vecina Perpiñán. Los escasos 40 Km que separan el paso por La Junquera de los abarrotados cines franceses hizo que los inquietos -e inquietas- organizaran verdaderas caravanas para que los medios de comunicación de Francia tuvieran otro motivo para mirar al pueblo español por encima del hombro. Desde luego, el espectáculo tenía mucho de bochornoso. El reprimido ciudadano español comenzaba a experimentar en qué consistía lo que él cría que era la libertad, sin darse cuenta que la verdadera libertad no está sólo de cintura para abajo. Los – y las- más libidinosos salían de una sala y entraban en otra; los meramente curiosos volvían con la sensación de no haber presenciado algo desconocido. Demasiado viaje para una simple escena de sexo y, además, desagradable. El verdadero negocio lo hicieron los franceses y algunas agencias de viajes que explotaron a fondo el boom erótico.
En la Verbena de la Paloma se dice “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y algunos políticos, acostumbrados a bacanales a base de mariscos decápodos rematadas con otros bivalvos, han adelantado tanto como para practicar una variedad de política que rememora aquellas excursiones pirenaicas, aunque ahora menos chabacanas, pero más ávidas de poder o de fondos estatales
Las elecciones autonómicas en Cataluña y el País Vasca son dos nuevas pruebas para la estabilidad de Sánchez. Su gobierno se sustenta en pilares que pueden fallar en cualquier momento y lo que ahora es bueno para él debe ser criticado en estas elecciones, pero sin pasarse. Un verdadero equilibrio inestable. Sus interlocutores están comprometidos con sus pueblos y deben aparentar firmeza en sus encuentros con Madrid si quieren ver aumentar su cosecha de votos. De ahí los continuos viajes de sus emisarios –como en tiempos del último tango- en busca de la futura tranquilidad. En una y otra autonomía permanece más o menos estable –aunque siempre será excesivo- el número de ciudadanos partidarios de la independencia. Lo verdaderamente grave es que la más dela mitad de esos independentistas vascos apoyen al partido heredero de ETA. Alguien ha conseguido lavar la cara a los partidarios de aquella masacre y ahora ya es tarde para lamentarlo. Con políticas así, puede suceder lo mismo en Cataluña. Gobernar con la mentira y la continua cesión trae estas cosas.
La casualidad ha querido que uno de los importantes pilares que sostienen a Sánchez esté ahora en Perpiñán. ¡Vaya por Dios! De nuevo la escapada furtiva para tratar con el que sigue chantajeando al inquilino de La Moncloa, que, además, amenaza con romper la baraja de la gobernabilidad de España si no se le concede lo que sería una nueva puñalada a la Constitución. Para no ser visto en semejante ofensa a su estatus nacional, Sánchez manda a emisarios que aparecen en escena con sonrisas forzadas para que el fugitivo no dé el portazo. ¡Cómo se regodea el huido de la justicia, cuando amenaza con derribar su pilar! Nada es lo que aparece en imagen; el chantaje del visitado lo es a cara de perro. Cuando pasa el tren, hay que aprovechar el viaje.
Cuando escribo estas líneas, los vascos –y vascas- están votando un nuevo gobierno en su ya privilegiado territorio. Todas las encuestas afirman que, de cada cuatro votos, tres serán independentistas, pero Sánchez también debe acudir al escenario para hacer publicidad de su película. Esta vez puede hacerlo en persona, pero la sala a la que acude, apenas con media entrada, ha visto demasiadas veces esa película, sabe que es un montaje y también conoce quién es el asesino. El público ha visto cómo, en otras películas, Sánchez cabalgaba junto al malo después de haber asaltado la diligencia. Aquí ya no engaña a nadie.
Para el funesto gobierno de Sánchez, las hazañas de hoy serán su perdición mañana. Sus modales a base de trabajar con quienes quieren deshacer y deshacerse de España han servido para que esos intermediarios se sientan más indispensables y aumenten sus viejas aspiraciones independentistas hasta niveles que los permitan pensar que esa independencia ya es posible. Todo su programa ha sido un continuo tongo y está dispuesto a seguir exhibiéndolo hasta que el cine quede totalmente destruido. A la vez que desintegra España, está preparando el guion de otra película rodada en el extranjero. Aunque conocidas sus fechorías, puede haber algún incauto productor que le coloque. Para España sería la mejor solución.
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