El lamentable espectáculo protagonizado por la presidenta madrileña, Ayuso, y su novio, durante las últimas semanas, ha puesto de manifiesto la miseria moral de todo un elenco de personajes adscritos a los círculos de poder madrileño, que hacen lo que sea para mantener su status y privilegios, más propios de un régimen político autoritario y de una sociedad feudal que de un Estado Social y Democrático de Derecho, como el que vivimos o, al menos, dicen que vivimos.
Como sabemos, ante la posible implicación de Ayuso y su entorno familiar en supuestos casos de corrupción política y económica, desde la “camarilla cacique” del poder de la presidenta, se pone en marcha la trituradora eliminando de un plumazo a quienes tienen la “osadía” de cuestionar la ética política de la presidenta madrileña. A las pruebas me remito. Pablo Casado y su núcleo más cercano intentaron demostrar las “presuntas corruptelas” y el “presunto enriquecimiento” del hermano de la presidenta por la venta de mascarillas en el periodo más doloroso de la pandemia, cuando morían diariamente miles de personas por los efectos de la devastadora enfermedad y la respuesta de todo el “aparato de poder” unido a Ayuso incondicionalmente, fue “triturar” con ensañamiento y hacer desaparecer de la escena política a Casado y sus colegas políticos más cercanos. Eso, por objetar a quién realmente “manda” en el PP, que no sólo es Ayuso (instrumento visible del poder), sino también esos “personajes de atrás”, que mueven los hilos de los protagonistas del poder político de la derecha madrileña y española, los invisibles que a su antojo manejan las marionetas de Ayuso y de Feijóo.
En la actualidad y ante las vergonzosas informaciones de presunto fraude fiscal y falsedad documental cometidos por la pareja de Ayuso, con quién convive y, al parecer, hechos reconocidos y admitidos por el mismo ante la Agencia Tributaria y la justicia, nadie del entorno político y mediático del PP se ha atrevido a cuestionarlo, todos en esta formación política, incluido su presidente Feijóo, ha tenido el valor de denunciar públicamente nada. Saben que el entramado de Ayuso hunde sus raíces en lo más rancio de las estructuras del poder del Antiguo Régimen, aquél poder que tenía como brazo ejecutor a la Inquisición y quién osaba cuestionarlo era inmediatamente torturado y eliminado, desapareciendo para siempre.
Ese “brazo ejecutor”, personificado en la figura del jefe de gabinete de la presidenta Ayuso, ya manifestó públicamente a los periodistas del diario que denunció el presunto caso de corrupción del “novio”, que “os vamos a triturar, vais a tener que cerrar, idiotas, que os den”. Además, cuando la periodista que recibió directamente estas “perlas dialécticas” le contestó que si era una amenaza, el interlocutor dijo que “era un anuncio”. El mismo anuncio que hacían históricamente los opresores sobre los oprimidos, los que ostentaban los privilegios ancestrales contra los que se atrevían a denunciarlos.
Estas presuntas amenazas y coacciones del jefe de gabinete de Ayuso han sido denunciadas públicamente nada menos que por el Consejo de Europa a través de su plataforma para la defensa de la libertad de prensa, alerta gravemente por las falsas acusaciones y el señalamiento a periodistas del elDiario y El País y lo considera una “amenaza a la libertad de prensa” y pide a España una rigurosa investigación sobre estos hechos.
Pero, por desgracia, no sólo es el jefe de gabinete de la presidenta quién la defiende “a capa y espada”, son también los consejeros del gobierno de Ayuso, sus diputados de la asamblea legislativa, comenzando por su presidente, y todos los cargos públicos y políticos del PP. Estoy seguro que muchos de estos políticos en su fuero interno se sienten ninguneados y reconocen que esta forma de gobernar es despótica y tirana, que no corresponde al sano ejercicio del poder en una sociedad democrática y avanzada como la nuestra. Pero, como expresé anteriormente, no se atreven a denunciarlo públicamente.
El último episodio de esta esperpéntica situación lo ha protagonizado el equipo de Ayuso, dirigido por su lugarteniente, jefe de gabinete, MAR y por su fiel escudero, también senador, Alfonso Serrano. Lo que ha hecho Ayuso y su equipo ha sido difundir sesgadamente una información por la que se dice que Hacienda había devuelto 552.000 al novio de Ayuso, dando a entender que ese reintegro podía deberse a algún cobro indebido o a un fallo en la inspección. Pero la información sesgada no aportaba ningún dato más, cuando la devolución proviene de un intento de regularización voluntaria que hizo la pareja de Ayuso cuando ya se había abierto la inspección y estaba investigado, cuando el fraude ya estaba hecho y para evitar el escándalo mediático.
Ya había cometido el presunto delito y, en consecuencia, la presunta regularización ya no tiene efecto. Así lo establece el artículo 305.4 del Código penal, que dice textualmente lo siguiente: “Se considerará regularizada la situación tributaria cuando se haya procedido por el obligado tributario al completo reconocimiento y pago de la deuda tributaria, antes de que por la Administración Tributaria se haya notificado el inicio de actuaciones de comprobación o investigación tendentes a la determinación de las deudas tributarias objeto de la regularización”. Llevándolo a otro tipo de conductas delictivas, lo que hizo el novio de Ayuso fue lo mismo que haría alguien que comete un asesinato, conociendo y queriendo hacerlo que, después de pasar un tiempo y creyendo que lo van a descubrir; reconocerlo y adelantarse a confesar su conducta criminal ante la policía. Aunque se haya hecho esto, en ningún caso se puede justificar la conducta delictiva realizada y debe ser sancionado penalmente por ello.
Pues bien, ante esas noticias sesgadas, manipuladas y malintencionadas, el aparato mediático de la presidenta madrileña y del PP se apresuró a intoxicar la realidad diciendo que la izquierda había quedado retratada, que ahí se percibía el odio de los social comunistas, terroristas y separatistas hacia Ayuso, apareciendo esta como víctima de esa “ira de la izquierda cainita”. Es curioso, porque luego el PP a nivel nacional afirma categóricamente que la televisión pública española está manipulada por el gobierno, cuando en Madrid y en las comunidades en las que gobierna el PP, especialmente en Madrid, los medios públicos están clara y descaradamente manipulados y controlados y al servicio del poder.
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