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Nunca es tarde para conocerse interiormente
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Nunca es tarde para conocerse interiormente

Actualizado 31/03/2024 20:01
Isaura Díaz Figueiredo

Alexandra David-Néel, exploradora indómita. Periodista, fotógrafa, escritora y cantante de ópera: en sus 101 años vivió muchas vidas, pero la principal proeza de esta francesa fue convertirse en la primera mujer occidental en llegar al Tíbet.

Y ahora que ha quedado en el recuerdo el aroma a incienso, penitentes encapuchados, costaleros, manolas con mantillas negras, misal y rosario, monaguillos, nazarenos, cristos destrozados por la crueldad humana, la Madre llorando la pérdida del Hijo. Sonidos de bandas y hermandades acompañando a sus vírgenes y cristos..

Luto negro, negro luto/De negro va la señora / siempre vestida de negro / y no es por su marido / que hace rato que se ha muerto / Lleva luto por la patria / que ella ha ido pariendo, / destruyendo con su ira / lo que otros erigieron.

Las vírgenes regresaron a sus capillas, el Cristo a los altares, los cofrades a sus trabajos… ¿Y a usted qué le ha reportado la Semana Santa de 2024? ¿Nostálgica de la infancia, de la juventud? ¿Ha rememorado la pasión, muerte y resurrección del Mesías…? Quizá desde el Miércoles de Ceniza intentó reflexionar y superarse cada día, para ello se acercó a la oración, ayudó al prójimo, actuó con bondad y solidaridad en el entorno familiar y profesional, a fin de que sus acciones fueran dirigidas a mejorar la vida de quienes nos rodean. Si hizo esto verdaderamente, el espíritu de penitencia lo ha bendecido.

De no ser así, nunca va a ser tarde para comenzar. Siempre hay tiempo, para cambiar, para ser diferentes, para mejorar, para empezar de nuevo, para ser nuestra mejor versión. Por esto les dejo con la historia de Alexandra David-Néel, la primera mujer occidental en llegar al prohibido y misterioso reino de las nieves en el Tibet ¿Se animan?

Nació en Saint-Mandé, en la región de Isla de Francia, el 24 de octubre de 1868, con el nombre de Louise Eugénie Alexandrine Marie David. Fue la única hija de una familia burguesa compuesta por una madre católica conservadora y un padre masón y militante republicano que le inculcó desde pequeña su ideología revolucionaria. En 1871, cuando tenía solo dos años, su padre la llevó a ver el fusilamiento de los últimos prisioneros de la Comuna de París, para que tuviera «recuerdos sobre la ferocidad humana». Sus ideas anarquistas se fortalecieron cuando fue seguidora del geógrafo Élisée Reclus y también fue colaboradora de La Fronda, la publicación feminista de Marguerite Durand.

Aunque su verdadera vocación siempre fue de viajera. Lo supo cuando vio por primera vez las colecciones orientalistas y las esculturas de Buda en el Museo Guimet. Se inscribió como miembro de la Sociedad Teológica de Madame Blavatsky, dedicada al ocultismo y al espiritismo y, antes de cumplir 25 años, ya había viajado a la India.

Tenía grandes dotes musicales que impulsaron su carrera como cantante de ópera, y gracias a esta viajó a Grecia, Vietnam y Túnez, donde conoció al que sería su esposo. En agosto de 1904 se casó con el ingeniero tunecino Philippe Néel. Aunque tenía libertad para viajar sola y escribir, la vida de casada no era lo suyo, y acabó separándose en 1911, cuando hizo de nuevo maletas para la India. Su viaje, que inicialmente duraría 18 meses, se extendió catorce años. Pero la amistad con Philippe se mantuvo por décadas, con una rica correspondencia en la que narraba sus peripecias por el mundo.

En 1912, Alexandra se reunió con el decimotercero dalái lama, que había huido de su país, entonces sublevado contra China. Aunque este se negaba a conceder audiencias a mujeres extranjeras, David-Néel consiguió cartas de presentación de personalidades del mundo budista.

Tras su encuentro, y a lomo de los elefantes que le regaló el Lama-rey, la escritora francesa recorrió Nepal y llegó a Sikkim, un pequeño reino en las montañas donde conoció a Aphur Yongden, un joven tibetano que adoptó como hijo suyo. Con él viajó a Japón, China y Corea, y vivió dos años en el Monasterio Kumbum, donde recibió el título de lama (maestra) y el nombre de Lámpara de Sabiduría.

Pero su intención principal era llegar a Lhasa. En ese entonces, la capital tibetana era totalmente inaccesible para extranjeros. Tras ser arrestada y devuelta a la India varias veces, David-Néel no pensaba darse por vencida. Tengo por principio no aceptar nunca una derrota, de cualquier clase, y sea quien sea quien me la inflija. Juró ante el puesto fronterizo que llegaría hasta Lhasa y que esa sería su "mejor revancha"

Hablaba de las mesetas tibetanas como ese "caos maravilloso de cumbres malvas y anaranjadas, coronadas de nieve".

En el libro Viaje a Lhasa, que les recomiendo, cuenta que se tiñó el pelo con tinta china y la piel con cenizas de cacao, para parecer la viuda de un lama brujo y hacerse pasar con Yongden como mendigos. Contra los helados vientos, durmiendo a veces sobre la nieve, pidiendo limosna, haciendo prodigios adivinatorios para conseguir alimentos y, ante todo, resistiendo, hipnotizada por su fuerza de voluntad de triunfa. En 1924, logró llegar.

Tras ocho meses de recorrido y 2.000 kilómetros a pie por el Himalaya, Alexandra David-Néel pudo por fin pisar las mesetas tibetanas. Se convirtió, así, en la primera philing (extranjera) en entrar a Lhasa. A su regreso a Europa, el Times la definió en su portada como "la mujer sobre el techo del mundo".

Obtuvo varios galardones como la Medalla de Honor de la Sociedad Geográfica de París y el título de dama de la Legión de Honor. Se estableció en Digne-les-Bains, al pie de los Alpes, y bautizó su casa como Samten Dzong, su "fortaleza de meditación", desde donde escribió más de treinta libros.

Alexandra hablaba tibetano, pali, hindi y sánscrito. A los 67 años sacó la licencia de conducción y viajó en Transiberiano hasta la China. Murió en su refugio alpino cerca de cumplir los 101 años y sus cenizas fueron esparcidas en el río Ganges con las de Yongden, quien había muerto 14 años antes.

Con insólitas muestras de valentía, curiosidad y resistencia física y mental, Alexandra David-Néel hizo honor a su ensayo: Elogio a la vida, que escribió a los 21 años: ¿No es mientras estamos vivos que debemos vivir? Quizá por eso, al cumplir 100 años renovó su pasaporte, por si acaso. O para seguir cumpliendo su palabra cuando a los seis años de edad, encantada con los relatos de Julio Verne, les dijo a sus padres: ¡Viajaré! Y vaya si viajó.

Nosotros estamos pasando o mejor sufriendo las veletas de un tal… que lleva a España a convertirla en una república bananera (países monos productores, instituciones gubernamentales débiles y corruptas). El PSOE es la mano que mece la Cuna. Repite la jugada como desde el 1934 al 1936.

Decía el nazi Goebbels (Paul Joseph Goebbels político alemán que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich) Una mentira repetida mil veces acaba siendo una verdad.

Lo que no dijeron los nazis y que los sociales comunistas les imitan, es que una acción perpetrada mil veces queda impresa en el imaginario colectivo, es decir, que como nos mienten cada día, dicha acción acabará quedando grabada para los restos y convertida en una realidad. Pues bien, en la España de hoy se han laminado los poderes. Confiemos que no acaben haciéndonos creer que ellos son los salvadores y que esta es la España de verdad. Y recuerden que mucho mejor es marcharse, que marchitarse.

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