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Terrorismo y humanismo
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Al cabo de la calle

Terrorismo y humanismo

Actualizado 03/04/2024 07:57
Francisco Aguadero

Terrorismo, ese rayo que no cesa. En la cultura campesina se les tiene mucho miedo a los rayos desencadenados por las tormentas. Para los campesinos, los rayos son sinónimos de terror y de muerte. En todos los pueblos y familias hay alguna experiencia cercana o transmitida oralmente, de algún desastre o destrucción producido por los rayos. Como aquellos rayos que no cesan a lo largo de los tiempos, el terrorismo tampoco cesa con su muerte y destrucción. Una violencia terrorista y criminal, cuyas consecuencias recaen sobre la población civil que se encuentra a merced de los abusos y del terror, en la mayoría de los casos.

Según el Índice Global del Terrorismo 2023 (GTI, por sus siglas en inglés) África es el epicentro mundial de la violencia yihadista, principal fuente del terrorismo actual. Cada año, el Institute for Economics & Peace (Instituto para la Economía y la Paz, IEP) con sede en Sídney, Australia, publica un análisis y evaluación sobre la amenaza terrorista. Su principal objetivo es identificar las tendencias y acciones mundiales de los distintos tipos de terrorismo, ya sea por su contexto, singularidad o ideología; así como la pérdida de vidas y el sufrimiento humano que generan.

Se trata de un estudio profundo y pormenorizado de las consecuencias del terrorismo y su evolución en 163 países, que supone el 99,7% de la población mundial. A tenor de la información de la que dispone el GTI, desde el 2007 y hasta finales del 2022, se han registrado casi 66.000 incidentes terroristas a escala global. Una violencia que no solo conlleva pérdidas humanas, también genera inestabilidad, penurias económicas, incrementan la inmigración irregular y atropella la dignidad de las personas.

El Índice del Terrorismo (GTI) no incluye los actos de represión ni violencia que pudieran darse por parte de actores estatales, caso de Afganistán desde que los talibanes tomaron el control del gobierno, por ejemplo. Excluidos estos, los grupos terroristas más mortíferos durante el 2022 en el mundo fueron el Estado Islámico (EI) y sus grupos afiliados por provincias o regiones; seguidos de Al Shabaab, el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA) y Jamaat Nusrat al-Islam wal-Muslimeen (JNIM), Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes. Si bien, últimamente se ha producido un rápido incremento de las muertes por terrorismo, atribuidas a yihadistas desconocidos en los países en los que opera el Estado Islámico de África Occidental (ISWA) aunque estos no hayan reivindicado los atentados.

Una de las características del terrorismo es que es muy dinámico y las cifras por acciones, escenarios o consecuencias pueden variar con facilidad. En el 2022, los ataques terroristas se tornaron más mortales, el promedio de muertes por atentado fue de 1,7 personas, primer aumento en cinco años de la tasa de letalidad. El principal impulsor del terrorismo son los conflictos violentos, así lo pone de manifiesto el hecho de que, durante el 2022, más del 88% de los atentados y el 98% de las muertes por terrorismo, ocurrieron en países con conflictos bélicos.

A mi entender, tal vez el terrorismo sea el delito más grave que se pueda cometer fuera de un contexto bélico. Pero hay muchas formas de terrorismo y, por ello, la propia calificación de un acto como terrorista es uno de los asuntos más controvertidos que existen, tanto en el escenario nacional como en el internacional, en las instituciones y en los individuos. Si buceamos en la historia encontraremos, sin duda alguna, actos terroristas a lo largo de los tiempos. Pero hay quienes piensan que el terrorismo es un invento de la burguesía, que hunde sus raíces en la Revolución Francesa.

Situados en la Francia revolucionaria de 1790, aparece ante nuestros ojos aquel periodo sangriento conocido como Reino del Terror (los historiadores no se ponen de acuerdo sobre las fechas exactas de su inicio o final y, aquí no vamos a entrar en ello), movimiento cuyo máximo exponente es la figura de Maximilien Robespierre, diputado y miembro influyente del Comité de Salvación Pública, durante el cual, el Estado avaló el uso de la violencia máxima con asesinatos en masa y ejecuciones públicas, siendo el blanco los sospechosos contrarrevolucionarios y los miembros de la nobleza. ¿Podríamos decir que aquello fue un terrorismo de Estado? Desde luego sí fue una violencia respaldada por el Estado y apoyada en la Ley de Sospechosos, promulgada el 17 de septiembre de 1793. El carácter político que generó aquel terrorismo, continúa siendo un obstáculo en la búsqueda de una definición universalmente válida y de consenso.

Pasado un siglo de aquel acontecimiento histórico, en 1898 y en la Conferencia de Roma, el concepto de “terrorismo” empezó a sonar en el contexto de la lucha contra los grupos anarquistas y, casi otro siglo después, ya en 1960, Naciones Unidas (ONU) comenzó a ocuparse del tema y a dar pautas a considerar en diferentes tratados sectoriales o de casos a través de los cuales podemos ir recopilando algunas definiciones parciales del acto terrorista, pero seguimos sin tener una definición única y universal.

A falta de esa definición oficial internacional sobre lo que constituye un acto terrorista, el Índice Global de Terrorismo (GTI) lo define como "un acto intencional de violencia o amenaza de violencia por agentes no estatales", no incluyendo, por tanto, en esta definición, el denominado terrorismo de Estado. Definición ambigua donde las haya. Consecuentemente y a falta de una definición clara, es la política la que define qué es o no es un acto terrorista.

Mas, en una sociedad democrática, otros poderes como el judicial o el de las instituciones, algo tendrán que decir, aunque solo sea en la interpretación de las leyes relacionadas con el terrorismo y, de manera singular, la experiencia y el saber ciudadano en cuanto a los abusos y violencia sufrida por el terrorismo. En el caso de España sabemos muy bien, lamentablemente, lo que es el terrorismo, habiendo padecido durante casi medio siglo el azote del terrorismo interno de ETA y el mayor atentado yihadista del siglo XXI producido en suelo europeo, por el número de víctimas, perpetrado por el terrorismo internacional.

El terrorismo con motivaciones ideológica sigue siendo el más común en Occidente. Mientras que el terrorismo de motivación religiosa prospera en países con entornos y ecologías deficientes como en el África Subsahariana, el Sahel. Para mí, hay otras formas de terrorismo en las que no solo actúa la violencia, también prácticas no menos vulneradoras de derechos humanos que someten a la población y especialmente al individuo. Un terrorismo que se esconde bajo el crimen organizado, muy vinculado al narcotráfico, pausado y silencioso que tiene como práctica habitual la extorsión, la tortura, las desapariciones de personas y que, en el caso de México, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de aquel país, en el 2017 alcanzó una tasa de 25 asesinatos por cada 100.000 habitantes, más de 85 muertes diarias, por citar un ejemplo.

Las nuevas tecnologías y el uso de los drones en actos terroristas, han venido a complicar aún más la situación. Su empleo ya es habitual por grupos terroristas como el Daesh, los Houthis y Boko Haram. Esperemos que la llegada de la Inteligencia Artificial sea aplicada para contener esta sangría humana más que para facilitar las acciones terroristas.

Puede que no seamos capaces de encontrar una definición universal, pero sí sabemos que el terrorismo es una barbarie y en eso coincidimos todos. La humanidad está harta de tanta violencia, queremos vivir en Paz.

Escuchemos Canción para la PAZ MUNDIAL - Ferra - Solo hay un camino :

https://www.youtube.com/watch?v=AiHpknJUlg0

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© Francisco Aguadero Fernández, 2 de abril de 2024

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