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La presentación del libro de relatos de Isabel Bernardo fue un maridaje perfecto de cocina y literatura en la Escuela de Hostelería de Santa Marta
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La presentación del libro de relatos de Isabel Bernardo fue un maridaje perfecto de cocina y literatura en la Escuela de Hostelería de Santa Marta

Actualizado 23/03/2024 10:26
Charo Alonso

El público asistió a una demo de tres de las recetas que aparecen en el libro: un lenguado en salsa Olrly, realizado por Adrián Casado, una pularda rellena de la mano de Nicolás Zurdo y por último, el suflé sorpresa de Daniel Toranzo

Fiel a su apuesta por la cultura, el Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes y en concreto, la concejalía que lleva Silvia González, ha decidido mostrar los espacios más representativos de la población convirtiéndolos en el escenario de actos como la presentación de un libro, en este caso el espléndido y sorprendente conjunto de relatos de la escritora salmantina Isabel Bernardo. Y como no podía ser de otra manera, dada su vinculación con el mundo de la gastronomía, el espacio privilegiado ha sido la Escuela Municipal de Hostelería de Santa Marta de la mano de su antiguo director, José Luis García, donde se ha realizado por parte del equipo docente de la misma, una demo de tres de las recetas que aparecen en el libro: un lenguado en salsa Olrly, realizado por Adrián Casado, una pularda rellena de la mano de Nicolás Zurdo y por último, el suflé sorpresa de Daniel Toranzo.

La experiencia, novedosa y espectacular, permitió al público recordar que el edificio, puro hormigón y cristal a orillas del Tormes como un balcón natural, realizado por Jesús Aparicio Guisando, fue Premio Nacional de Arquitectura. Un espacio donde sobresalen en este salón que parece un buque y así se denomina, dos obras sorprendentes: el grabado de grandes dimensiones de Pepe Fuentes, a quien Santa Marta honra llamando con su nombre el Museo de Arte Contemporáneo situado en las dependencias municipales, y el retablo “de cocina” de Javier Casillas. En medio de estas dos piezas destacadas por su temática culinaria y su tamaño, el público asistió a la presentación del libro y a la sorprendente demo en medio de la exquisita cortesía de los alumnos de la Escuela que recibieron a los asistentes como si acudieran a un establecimiento de alta cocina.

Mujer de cultura, como se define la poeta, columnista, dinamizadora incansable, dramaturga que aún guarda los ecos de su última obra dedicada a Lorca, experta gastrónoma que tuvo la oportunidad de regresar a la Escuela donde ha impartido conferencias, Isabel Bernardo viene con este libro de relatos recién salido del horno de una editorial, Castilla Ediciones, que en su colección “Cuentenario”, magníficamente llevada por el crítico y escritor José Ignacio García, que nos sorprende y cautiva. Quince relatos en los que se alterna el espacio de la ciudad y el del campo tan sentido por la autora y donde los personajes van desde la más rabiosa actualidad tratada con humor, ironía, sensualidad a un pasado que nos recuerda a la Isabel más galdosiana, más cercana a un Delibes que pasea y vive el Campo andaluz, el campo charro, atenta a sus historias y a sus decires. Isabel Bernardo, cercana en la cocina de diario de la columna quincenal que le preocupa y ocupa por su cercanía a la actualidad, se ha derramado como una salsa exquisita sobre este libro cocinado con amor donde desfilan personajes que se quedan en la mente del lector con su eco costumbrista como los toreros de sus relatos taurinos, sus Martas ávidas de vida y dispuestas a dejarse amar por un macho gato que nos contempla, delicioso, en la mesa que después ocuparán los expertos cocineros de la Escuela. La preparación de este acto tiene la mano maestra de Andrea Alves de Oliveira, que ha cuidado hasta el último detalle de una presentación diferente y muy culinaria. La Escuela de Hostelería es un centro en el que se forman trabajadores que, en palabras de la concejala, tienen más de un 80% de empleabilidad y que son el tejido de la ya muy reconocida actividad hostelera de Santa Marta de Tormes.

“Los personajes tienen que comer, los únicos que no parecen alimentarse mucho son los unamunianos” afirma gozosa Isabel Bernardo, quien ha jugado en este libro con personajes muy diversos, como la vida que ella observa desde todas las perspectivas y que no desea convertir en protagonistas de una novela. Personajes a veces estigmatizados que definimos con un apodo en el que ella se solaza antes de enviarle a vivir una libertad que les convierte en únicos. Cada uno es libre para pensar a su manera y la autora no juzga, disfruta de su capacidad para relatarlos en la brevedad del relato, darnos las claves de su presente, pasado y dejando que adivinemos el futuro. Variedad y nervio en sus diálogos –no en vano hablamos de una gran dramaturga-, evocaciones de un pasado reciente, de un mundo, el del campo, que conoce bien, paisaje y paisanaje, lenguaje vivo, actualidad, pinceladas necesarias y cocina… mucha cocina en este espacio de impolutos delantales y chefs tan cuidadosos como su fecunda escritura.

Y ya que Isabel es una experta gastrónoma que entró en el Centro de Estudios Salmantinos con un gran libro sobre cocina y literatura, el broche final antes de la exquisita demo, tiene que ver con la cocina. En uno de sus sorprendentes relatos, la pareja protagonista acude al Lhardy, espacio literario e histórico donde los haya, que se funda en Madrid tras la Revolución Francesa en la que tantos cocineros de la nobleza tuvieron que huir del país. Acabaron, nos indica la autora, como cocineros de las tropas de Napoleón, lo que supuso una buena cantidad de “inventos” gastronómicos que bien merecerían una conferencia, o abriendo restaurantes en las diferentes capitales europeas donde los menús se escribieron en francés hasta hace bien poco. El Café Suizo de nuestra Salamanca fue una buena prueba de ello, pero es en este Lhardy, espacio de toreros, políticos y autores como Azorín y Unamuno, pleno de espejos donde se miran y se esfuman las sombras, en el que se prueban las recetas que los maestros de la Escuela muestran para un público que disfrutó tanto de las palabras de la escritora como del aroma y visión de los tres platos… el lenguado, la pularda y el postre sorpresa fueron una delicia con la que finalizar un acto sorprendente en el que se unen los empeños de una población activa que quiere vivir de su trabajo, convertirse en centro cultural y ser Escuela, una Santa Marta de Tormes junto al río que nos lleva donde seguir apostando por lo bueno, lo nuestro. Y nada mejor tras este acto, que acudir a la gastronomía a pie de calle, viva y fecunda, de una hostelería que ya se ha convertido en referente. Y buen y literario provecho.

Fotografías: Carmen Borrego y Fernando Sánchez Gómez.