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¿Qué pasa? ¿Cómo te va?
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¿Qué pasa? ¿Cómo te va?

Actualizado 22/03/2024 07:48
Manuel Rodríguez Fraile

¿Sabían ustedes que nuestro ya casi inseparable compañero what’s up, que en castellano podríamos traducir por ‘Cómo te va’; es producto de la mente de un joven visionario de origen judío, nacido en Kiev que tuvo que huir de su país a los Estados Unidos? Pues así es y el pasado mes su genialidad cumplió 15 años.

Su nombre es Jan Koum y es programador de ordenadores. Diseño esta aplicación porque estaba muy descontento por la falta de privacidad y seguridad de las redes sociales entonces disponibles que usaba para comunicarse con sus familiares en Ucrania. Bueno, otros dicen que fue porque no le dejaban entrar con su teléfono en el gimnasio y al salir siempre tenía muchas llamadas perdidas. Así que se le ocurrió diseñar una aplicación en la que incluyó a todos sus amigos y así podía avisarles a todos a vez sin tener que llamarlos uno a uno, con sólo poner un mensaje: estoy en el gimnasio.

Lo cierto es que su nueva herramienta tuvo en principio muy poco éxito. Sus amigos no lo usaban porque tenía muchos fallos y además consumía mucha batería. Pensó entonces en abandonar la idea y buscarse un trabajo y en 1997 le contrato Yahoo! Y fue allí donde conoció al que sería su socio, Brian Acton, también programador de ordenador estadounidense. Se hicieron grandes amigos y permanecieron juntos en la compañía casi 10 años, hasta que en 2007 decidieron abandonarla, para empezar un camino incierto.

Por esas cosas de la vida, ese mismo año Steve Jobs lanzó el iPhone al mercado y dos años después Koum se compró uno. Fue al tenerlo en sus manos cuando lo vio todo claro: las aplicaciones para móviles, aunque aún pocas, tenía un gran potencial y sin duda serían las que abrirían las puertas del futuro. Así que junto a su amigo Brian Acton, se pudieron a la tarea y en febrero de 2009 fundaron una empresa a la que bautizaron con el curioso nombre de WhatsApp. Una aplicación que serviría sólo para comunicarse, sin juegos, ni banners, ni publicidad, porque ese era el objetivo. Y la colocaron en Apple Store.

Los comienzos no fueron demasiado brillantes hasta que los dos amigos realizaron algunas ingeniosas modificaciones. En unos pocos meses contaba con 250.000 usuarios, a lo que había contribuido el hecho de que no contuviera la molesta publicidad de otros sistemas similares y también la posibilidad que ofrecía crear redes de usuarios. WhatsApp se convirtió así en una excelente herramienta de mensajería que creció de forma exponencial.

Tal fue el éxito que en 2014 Mark Zuckerberg el creador de Facebook, otro espabilado, se dio cuenta de las posibilidades de WhatsApp y de que era este el responsable de la caída de su Facebook Messenger. Así que ni corto ni perezoso decidió comprarlo por 19.000 millones de dólares (¡será por dinero!) y contratar a sus creadores. La cosa en principio fue bien, pero 4 años después y tras ciertos escándalos sobre la privacidad de los datos de los usuarios y otros dimes y diretes con el Sr. Zuckerberg, ambos amigos decidieron terminar la relación y abandonaron Facebook.

Hoy WhatsApp forma parte de nuestra vida diaria, cuenta con 2.900 millones de usuarios y mueve 100.000 millones de mensajes diarios, permite compartir imágenes, videos, ubicaciones, hacer video llamadas… y muchas otras cosas; es ya difícil imaginar la vida sin tenerlo cerca.

Personajes, personajillos, famosos, famosillos, políticos, politiquillos, actores, actorcillos, consejeros, consejerillos, fantoches y fantochillos, etc.… todos tienes WhatsApp y también Instagram, Twitter (perdón X) y otras muchas; todas con millones de seguidores, que yo no sé muy bien a dónde les siguen, pero a algún sitio será.

En estas tupidas redes sociales se elogia, se critica, se insulta, se pone a caldo, se felicita, se corteja, se cita, se hacen amigos y enemigos, se anima, incluso, se puede llegar a dirigir un país. Si no estas en alguna o mejor en todas, eres un mindundi, no existe, eres un marginado digita, es lo que tiene esta sociedad de la información ¿o de la desinformación? No estoy seguro.

Creo que muchos, quizás no todos, somos conscientes de que cualquier cosa que hagamos en las redes es observado, registrado y almacenado eternamente en lugares que carecen de la capacidad de olvidar. Luego toda esta información será comprada y vendida al mejor postor, pero nosotros no recibiremos ni un solo euro por esa valiosísima contribución que entregamos voluntariamente. Cuidado, las redes sociales no son únicamente útiles y tampoco son inofensivas.

El Doctor en filosofía de origen o surcoreano Byung-Chul Han escribe en su librito ‘Psicopolítica’: El smartphone no es sólo un eficiente aparato de vigilancia, es también un confesionario móvil. Facebook es la iglesia, la sinagoga, la congregación de lo digita.

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