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Jesús Carrasco explica en Salamanca las claves de su novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2024
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'Elogio de las manos'

Jesús Carrasco explica en Salamanca las claves de su novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2024

Actualizado 20/03/2024 09:09

"El trabajo de escribir no es mecanizable, se hace letra a letra, y se puede comparar con el de un artesano", explica

Tiene Jesús Carrasco las manos largas que saben de la labor, del oficio, de ese empeño manual que se muestra en su última novela como una forma de vida más allá de esa modernidad de la que no adjura. Y muchas horas de viaje para llegar a Salamanca. Junto a la piedra románica de San Juan de Barbados, el escritor muestra la paciencia y el sosiego de quien hace bien su trabajo. Un trabajo que inició con ese éxito inesperado que fue 'Intemperie' y que después de varios títulos más nos pone en las manos esta novela, breve como todas las suyas, en la que relata la vida de una familia, trasunto de la suya, que habita una casa de campo destinada al derribo.

Hablamos de 'Elogio de las manos', la novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2024 que Carrasco presentó en la librería Letras Corsarias. El escritor radicado en Sevilla fue presentado por Rafael Arias, responsable del citado establecimiento. El proceso de adaptación al espacio, su arreglo constante, la comunión con el entorno, paisaje y paisanaje, aun sabiendo que es efímero el tiempo que vivirán en ella, constituye esta obra a medio camino de la novela y el ensayo que tiene la cadencia aforística, profunda y sosegada de la prosa de Jesús Carrasco.

Charo Alonso: Los protagonistas arreglan la casa sabiendo que un día tendrán que abandonarla ¿Cómo supiste que esa era la metáfora que explica nuestra vida? Vivimos sabiendo que vamos a morir y afirmas que la vida es más fácil de explicar si se emplean metáforas.

Jesús Carrasco: Es tan evidente que lo raro era no darse cuenta antes. Recuerdo contarle a un amigo el proyecto de esta novela y saber que esa metáfora de la casa era la arquitectura de la misma. Con ella se crea una estructura que es la de la vida: se nace, se crece y se muere.

Ch.A.: Usar metáforas para explicar la vida es lo que hacen las religiones.

J.C.: Y la narratividad en general. Vivimos inventando historias, metabolizando lo que nos cuentan para entender la vida de forma narrativa desde tiempos inmemoriales.

Ch.A.: La familia vive la casa en el campo que saben que perderán para que se construyan unos apartamentos, pero lo evocas sin nostalgia, eso me ha sorprendido. Como la recreación de lo manual, me ha recordado a Txani Rodríguez en “La Seca”, tú describes la tarea del herrero como ella la de los corcheros, queriendo recuperar un trabajo y un léxico.

J.C.: No me interesa para nada ni interiorizo la nostalgia. Esa mirada hacia el pasado diciendo que era un tiempo privilegiado, no, yo no lo vivo así. Yo vivo en el presente, me dirijo al pasado de una forma diferente, lo que llamaba Pániker “lo retroprogresivo”. Es un modelo de pensamiento que afirma que para poder avanzar es preciso dirigir una mirada al pasado para rescatar nuestra herencia y conjurar lo que debemos evitar porque el mundo empieza mucho antes que nosotros, nuestros padres nos cargan con su herencia y antes a ellos les dejaron un legado. Miro ese pasado pero no para regodearme en él.

Ch.A.: Desde tu primera novela se reconoce tu escritura como “neorrural” ¿Qué te parece esta etiqueta?

J.C.: Yo no me enfrento ni soy un activo narrador de la naturaleza o del mundo rural, que es de donde vengo. Para mí es un escenario natural. Yo pongo la visión, la mirada, y dejo que la belleza se imponga por sí sola.

Ch.A.: Esta novela es luminosa, camina hacia adelante, hacia la reforma, la mejora…

J.C.: En mi primera novela… creo que en mi escritura hay un arco porque en esta primera novela el tema es la naturaleza, pero tiene un enfoque hacia la sequedad que en esta última tiende hacia la luminosidad. Estilísticamente soy el mismo, pero la mirada es diferente, mi vida es diferente porque entre tanto he conocido a los lectores, libreros, periodistas, he aprendido mucho y he aprendido también el goce y la ligereza.

Ch.A.: Y afirmas que es una novela “doméstica”, me ha sorprendido esta etiqueta.

J.C.: “Doméstica” me lo aplico yo mismo, “neorrural”, los otros. Cuanto más descubro el ambiente de la casa más rico me parece. “Doméstico” tiene una primera lectura como de andar por casa, no del todo presentable, así, en zapatillas y en bata… pero yo lo veo como “Domus”, la casa, como algo físicamente emocional, donde vive la familia. Un espacio muy diferente y parecido a la vez a lo que hay fuera de vida interior y de sociabilidad. Los verdaderos valores se aprenden en la casa, el tuétano del ser rico y fértil de uno mismo se extraen de la vida en la casa. Lo doméstico tiene una inmensa profundidad.

Ch.A.: Relatas el proceso largo de acomodarse a la casa y no al revés, pero lo haces con voluntad de ensayista, a veces esa reflexión tuya sobre lo que sucede es propia de un ensayo. Incluso en ocasiones eres aforístico y dan ganas de subrayar muchas páginas.

J.C.: Esa es la idea, dejar caer, así, como a voleo. Sin que sea una prosa plagada de referencias a otros textos, sino aludiendo a lo que me parece que tiene sentido, lo que a mí me parece bien. He intentado enriquecer desde fuera esta prosa con mi bibliografía lectora, hasta musical. Con respecto a los aforismos, el párrafo concluye en ocasiones de esa manera.

Ch.A.: La familia que aparece es un trasunto de la tuya ¿A tu esposa le ha gustado esta novela?

J.C.: Ella es una pieza fundamental de mi trabajo, me lee con una mirada amorosa y crítica y esta novela le ha gustado.

Ch.A.: Tiene una maravillosa portada con la protagonista especial de la novela ¿Cuál es tu papel en las portadas?

J.C.: Me consultan, pero yo soy consciente de lo complicado que es vender libros y de que un libro es un producto de muchas manos. De los profesionales de la edición, los profesionales artísticos, de quienes cuidan los canales de venta. Yo pongo una parte.

Ch.A.: Este libro es un elogio del trabajo manual de las manos, y comparas la escritura con un trabajo artesano. Por cierto, tus novelas siempre son breves.

J.C.: Cuanto más lo pienso más lo creo. El trabajo de escribir no es mecanizable, se hace letra a letra, y se puede comparar con el de un artesano, al final hay un ensamblaje de elementos dispares, una limpieza, se pule mucho. Y sí, mis novelas son breves porque le quito mucho.

Ch.A.: De todas ellas ¿Cuál se ha recibido de una forma que te ha sorprendido?

J.C.: Quizás “Llévame a casa” porque plantea preguntas y lecturas profundas de un tema que nos preocupa. Esas sensaciones recibía yo. “Intemperie” es una novela más culta, más literaria, se lee como una peripecia, y “Llévame a casa” es una vida. A los que cuidáis, me has dicho que tienes prisa para cuidar, solo me sale daros las gracias.

Ch.A.: Y yo te doy las gracias a ti por tu tiempo tras un viaje tan largo. Una cosa, el dueño de la casa que la tirará para hacer apartamentos turísticos no aparece como un villano, eso es muy original.

J.C.: El narrador ha comprendido que aunque tiene esa visión mercantil de comprar una casa para tirarla, al dueño no le importa que la habiten durante un tiempo. Sin esa visión suya para los negocios, él no habría descubierto esa casa. Una casa que les deja y podía haber cerrado.

Ch.A.: Pero produce una inmensa tristeza que toda esa vida natural, los animales, la esencia de la casa, se vaya a derruir…

J.C.: Ese tipo de pérdidas son constantes. Pienso en Riaño y en Llamazares, cómo se hundieron miles de horas de relatos familiares, de emociones. Pero si no fuera así, viviríamos ahora mismo en una ciudad medieval. Hay que aceptar el cambio. Es un mandato de la vida, lo comprende el narrador en la última página cuando piensa en la gente que vivirá en esas casas y les dice “que lo disfrutéis”. La vida es misteriosa.

Ch.A.: ¿Y cuál es el papel de escritor en este misterio?

J.C.: Captar la vida.

Ch.A.: ¿Quién te presentará en Letras Corsarias?

J.C.: Rafael Arias. Esta librería es una referencia nacional, es admirable lo que han conseguido. Rafael participó en el jurado del Premio Biblioteca Breve y apostó por esta novela. De ahí que la presente.

Ch.A.: Es un privilegio que te presente Rafa. Y eso tiene que ver con los cambios, se cierran negocios de toda la vida y nos lamentamos, pero también se abren propuestas que se mantienen como esta. Prometo que es la última pregunta. Has recibido grandes premios ¿Ayudan los premios?

J.C.: Los premios ayudan. Hasta para hacer la biografía del autor. Pero yo siento que he hecho otras cosas aparte de los premios. Cosas que me definen más.

Charo Alonso.