Martes, 12 de noviembre de 2024
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Gaza: Vivir bajo tierra
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Gaza: Vivir bajo tierra

Actualizado 14/03/2024 07:55
Fermín González

"La obra maestra de la injusticia; es parecer justo sin selo" (Platón)

Uno ve las imágenes, de aquello que viene ocurriendo en la cruel guerra entre judíos y árabes palestinos, y lo cierto es que no puede ser menos al contemplar con perplejidad, las vías y canalizaciones de complejos laberintos bajo la tierra polvorienta y desértica de Gaza, y que representa las defensas y ocultamiento de palestinos, y que articula el grupo terrorista Hamas, para ocultarse, para mantener ese enfrentamiento, ante un poderoso ejercito bien pertrechado, y ante una maquinaria y aviación técnica de primera línea. Bien puede decirse que, observando el organigrama bajo tierra, resulta estremecedor, como el ser humano, pueda llegar a poder vivir, en galerías duramente trabajadas, hasta las mismas fronteras. Todo esto mientras al exterior se va desmoronando toda construcción, bajo la cadena de los tanques israelitas, cuyo rastro es desolador.

El suelo arenoso de Gaza es el peor enemigo de Israel. Ha podido excavarse casi con las manos, lejos de miradas indiscretas desde hace más de tres lustros, para horadar una de las mayores mallas de túneles y pasadizos del planeta en uno de los territorios más minúsculos. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Israel ha bautizado como el metro de Gaza a la estratégica red de decenas de kilómetros de galerías de uso militar, considerada como el arma secreta de Hamás frente a una invasión. Al contrario que los túneles de contrabando en la frontera con Egipto (donde todo lo que pasa «tributa» ante Hamas) o los pasadizos de ataque excavados bajo la divisoria con Israel, esta otra red de túneles (Hamás afirma que de unos 500 kilómetros) son utilizados para transportar personas y mercancías, almacenar cohetes y depósitos de munición y albergar centros de mando y control de Hamas (también se teme que los casi 200 rehenes secuestrados estén retenidos bajo tierra), todo ello lejos de las miradas indiscretas de los aviones y drones de vigilancia israelíes.

Este laberinto de túneles, algunos de los cuales discurren a más de 30 metros de profundidad, están reforzadas con paredes y techos de hormigón y cuentan con sistemas propios de ventilación, comunicación e iluminación. Lógicamente, estas galerías son mucho más sofisticadas que los túneles de Al Qaeda en las montañas de Afganistán o los del Viet Cong en las selvas del sudeste asiático, pero la mayor diferencia es que esta red subterránea está construida bajo una de las zonas más densamente pobladas del planeta (casi 2 millones de personas viven en los 88 kilómetros cuadrados que conforman la ciudad de Gaza), lo que dificulta enormemente poder destruirlos. Son muy difíciles de detectar para la infantería israelí durante una invasión terrestre, ya que las bocas de entrada y salida son pequeñas y están perfectamente camufladas, incluso debajo de un sofá o de una alfombra, lo que obligaría a registrar casa por casa para encontrarlos. Una vez descubiertos, penetrar en esa red de túneles puede ser una auténtica ratonera, ya que están minados con cargas explosivas. Hamás también podría utilizar esta infraestructura subterránea para impedir el avance de sus tropas, detonando los túneles al paso de las fuerzas terrestres de Israel.

Neutralizar los túneles desde el aire también es muy complicado, a pesar de que la fuerza aérea israelí lleva días lanzando bombas de profundidad que penetran en el subsuelo antes de estallar. Su efectividad, sin embargo, es reducida frente a los túneles de hormigón excavados a más de una decena de metros de profundidad. Sin embargo, no sabemos a dónde conducirá, ni cuánto será la duración en una guerra, que bien se puede garantizar, que no terminará nunca, el odio generado se mantendrá vivo en muchas generaciones, los niños y jóvenes, que han visto morir a padres, hermanos, y familias, no tendrá perdón, y hasta es posible que: La guerra no se decidirá en los cielos, sino en las profundidades del inframundo… Una pena, y eso que Dios…impartió su palabra y su bondad…

Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerias

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