El 8 de marzo ha dejado de ser el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para convertirse en el día que las mujeres aprovechan para sumar derechos a la lista que empezó con el derecho al trabajo y no parece tener fin.
Igualdad con los hombres
Este es el derecho que más defensoras tiene sin duda. Nunca lo he entendido muy bien. Personalmente no quisiera ser como algunos hombres, como segura estoy de que algunos hombres no quisieran ser como algunas mujeres. Para empezar ni los hombres son todos iguales, ni iguales somos todas las mujeres. Unos y otras somos personas, y como personas que somos, somos todas diferentes, por lo que en la tan traída y llevada igualdad hay mucho que matizar. Lo que sí defenderé siempre es que el hecho de ser mujer deje de ser razón para privarnos de algunos derechos que los hombres tienen aunque sean unos cantamañanas por el simple hecho de ser hombres. Afortunadamente, en nuestro país y en otros que sobra mencionar, hemos avanzado mucho en este terreno, pero en lo que haya una sola mujer en el mundo que sea víctima de leyes represivas por serlo y de salvajes que las consideren objetos de su propiedad, trastos inútiles, cosas de usar y tirar a su antojo , tenemos la obligación de seguir luchando para acabar con ellos, porque los derechos que hoy hemos ganado, mañana, si nos dormimos en los laureles, podemos perderlos aunque nos parezca mentira.
Tareas domésticas
Buena parte de las mujeres aprovechan para exigir que los hombres se responsabilicen de las tareas domésticas, están hartas de ser ellas las niñeras, las limpiadoras, las maestras, las cocineras y las enfermeras de la familia. Tienen razón para quejarse, pero tampoco hay que exagerar, no dar un palo al agua en casa es propio de hombres mayores, muy mayores, y los hombres como Dios manda cuando tienen la desgracia de perder a su mujer de toda la vida hacen hasta lo que no pueden hacer con tal de no molestar a sus hijas, lo que significa que no es que no quisieran fregar y barrer, es que había razones muy poderosas para no hacerlo. Por un lado las mujeres perdían el derecho a trabajar al casarse, y si ellas se quedaban en casa y los maridos se iban a trabajar, las mujeres como Dios manda no permitían que al llegar a casa sus maridos tuvieran que ponerse a hacer la comida; y por el otro, justo es recordarlo, no faltaban madres que tildaban a sus hijos de mañanitas, que era el eufemismo de marica, cuando los pillaban realizando labores que entendían de las hijas, y las lecciones que se aprenden de niños cuesta mucho olvidarlas. Ahora han cambiado las tornas y son las madres las que tienen la obligación de cambiar la mentalidad de sus hijos en casa en lugar de quejarse públicamente porque Esto no lo podemos hacer los ciudadanos, ni los señores del PSOE, ni los del PP, ni mucho menos los de Vox, salvo, claro está, que para sumar votos femeninos los obliguen a limpiar el polvo y hacer las camas por decreto ley. Y entonces pueden estar seguras: seré yo la primera que salga a defenderlos, porque nuestros políticos no tienen que educarnos, más bien tienen que educarse ellos.
Igualar los salarios
En esto estamos todas de acuerdo. Las mujeres que realicen el mismo trabajo que los hombres, con las mismas funciones, con las mismas responsabilidades y con los mismos horarios, tienen que cobrar el mismo salario que ellos. Y es vergonzoso que con tantas mujeres gobernando todavía haya que pedirlo.
Acceso a todos los trabajos
Aunque no descarto que haya excepciones porque en todo las hay, yo creo que en este país a ninguna mujer se le niega un trabajo por el hecho de serlo, otra cosa es que no todas estén dispuestas a trabajar en todos los campos que trabajan los hombres. Tenemos mujeres doctoras, abogadas, catedráticas, investigadoras, científicas, policías, etc., pero no tenemos fontaneras, electrecistas, camioneras, trastoristas y mucho menos albañilas. ¿Será que no las quieren para realizar estos trabajos, o que son ellas las que prefieren no trabajar antes que aceptarlos? Acceso a la formación seguro que tienen, y demanda de estos profesionales, hay mucha.
Violencia de género
Acabar con esta lacra que a todos nos trae de cabeza es algo que hombres y mujeres debemos exigir todos los días del año. Afortunadamente, hoy por hoy, ningún hombre tiene que aguantar a una mujer que ha dejado de interesarle, como ninguna mujer tiene que aguantar a un hombre por la misma razón, existe el divorcio y es más barato separarse que casarse. Es tan evidente que los hombres que matan a sus mujeres, sean fijas o interinas, sean buenas o malas, sean guapas o feas, sean fieles o infieles, que matan a sus hijos para hacerles daño, que los dejan huérfanos y marcados para siempre, lo hacen, simplemente, por pura maldad, como que las leyes y el dinero que se destina a defenderlas, en lugar de evitar asesinatos, los multiplica. Y es hora de que todos, absolutamente todos, nos sentemos a reflexionar para ver soluciones donde solo se ven errores, porque cada hombre que mata a una mujer nos está amenazando de muerte a todas.
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