La joven artista actualmente compagina su trabajo en el mundo del arte con ser dependiendo en una tienda
“Recuerdo las clases con Avelina, básicamente es la persona que me introdujo a esto”, comienza recordando Lidia Vecino, una joven artista que vive en Salamanca, al recordar cómo descubrió su pasión con el arte.
En la actualidad su obra,'Un juego con el que mancharse’, puede verse en la Sala de Exposiciones de la Hospedería Fonseca, donde entre sus creaciones, recuerda su relación con este mundillo desde que era muy pequeña. “Siempre recuerdo, desde que era muy pequeña en los concursos de dibujo del cole si no ganaba, me seleccionaban. Iba a clases de pintura al principio, después solo iba una vez por semana, pero luego en casa, en vez de estudiar, me quedaba dibujando”.
Tras estudiar la ESO de ciencias y el bachillerato de ciencias sociales, estuvo a punto de empezar sus estudios en Filosofía y Ciencias Políticas, pero finalmente entro a Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. “Tomé la decisión gracias a mis padres, ellos fueron los que ayudaron a ver que me gustaba mucho el arte y que todo lo que leía, me interesaba era relacionado con él. Si no es por ellos, no habría estudiado BB.AA. Es algo que les agradeceré toda la vida”, explica.
Define su arte con dos palabras: diversión y juego. “Es algo alegre, divertido y siempre desde el color. Una forma de trabajo activa, divertida y dinámica. Disfruto haciéndolo y quiero que cuando alguien entre a ver la exposición, la disfrute y sienta esa diversión, ese sentimiento infantil”, detalla.
Desde que comenzó a estudiar a participado en diferentes exposiciones colectivas tanto en Salamanca como en otras provincias, y también ha expuesto individualmente, aunque es algo “muy complicado y difícil”.
Tanto en “en Salamanca y creo que en España es muy complicado. Esto te daría como para hablar mucho, muy largo y tendido (ríe). Las artes plásticas, artes visuales… es muy complicado”. En este sentido, “creo que son cosas que nos perjudican a todos, como tanto artistas como a la gente que no viene a ver las obras. Ahora mismo estamos en un momento complicado para artistas visuales, sobre todo, y no lo digo por mí solo, sino porque todos mis amigos dedicados a este sector te pueden decir lo mismo: que nadie vive de exposiciones”, lamenta.
“Las becas dejan muchísimo que desear, y yo tengo ahora esta exposición gracias a una, pero es la primera dotada económicamente que hago, y creo que también es algo a destacar”, añade.
En resumen, “nos están poniendo en una situación muy difícil a los artistas jóvenes, sobre todo españoles en España, viniendo de fuera hay veces que es parece que la obra es más exótica, más atractiva y a lo mejor hay otro tipo de facilidades, pero que el que mi trabajo me cueste dinero, creo que no debería ser así”, reclama. “En mi caso, las galerías me estén exigiendo dinero por adelantado y te hablo de bastante dinero, y con lo que me queda no me da ni para pagar el material ni el transporte de las obras”.
“A los jóvenes que estamos ganando estos proyectos pequeños no se les da la visibilidad que se les tiene que dar, ni por parte de las instituciones que lo generan, ni por parte de las universidades que lo generan”. Algo que también se traduce en la carga burocrática y de papeleo que hay. “Al final es una pena”, lamenta.
Pese a las dificultades Lidia tiene claro que “no nos quitan nadie las ganas. Tenemos nuestros talleres, estamos buscando el modo de poder sacar esta adelante nuestro trabajo, entre nosotros, la gente del sector, comunidades y espacios”, explica.
En su caso, asegura y agradece que “tengo un círculo que me apoya mucho, que lo hablamos mucho entre nosotros, que somos personas muy concienciadas. Y que gracias a eso hay gente que piensa como nosotros y que bueno, poco a poco, creo que estos espacios de los que te hablaba hacen mucho tanto para la comunidad como para nosotros. Esas cosas son las que hay que motivar y hacer para seguir adelante”, concluye.
FOTOS: Vanesa Martins