El artista acaba de inaugurar en una galería de Bogotá su exposición ‘Veinticuatro pinturas alrededor de un paisaje’.
Los colores intensos expresados en gran formato son característicos de la obra de Rubén Rodrigo. Aunque nació en Salamanca y vive en Madrid, sus cuadros miran hacia el otro lado del Atlántico: su presencia internacional es especialmente llamativa en Latinoamérica. Prueba de ello es la inauguración hace pocos días de ‘Veinticuatro pinturas alrededor de un paisaje’ en la galería El Museo de Bogotá, la que es su segunda exposición en Colombia.
“El proyecto sale de una idea del paisaje. Son piezas pequeñas que funcionan casi como sensaciones, como pinceladas. De hecho, en el título —‘24 pinturas alrededor del paisaje’—, la palabra paisaje hace referencia a la evocación de la memoria sobre él”, reflexiona. La oportunidad de exponer en Bogotá le ha llegado en buen momento, “en un año muy latinoamericano”: el mes pasado estuvo presente en Zona Maco, el gran encuentro de galerías de arte de América Latina celebrado en Ciudad de México; y su obra viajará pronto a Lima para la feria de arte contemporáneo de Perú. Además, hacia finales de año inaugurará su segunda exposición en Monterrey con la galería con la que trabaja en México. “Hay una conexión muy íntima con el público de Latinoamérica a través del color y del formato. En definitiva, la obra gusta mucho tanto en México y Colombia como en Venezuela”, observa.
El artista salmantino tiene claro que su lenguaje es la pintura y que en este momento de su carrera se inclina a profundizar en su historia, especialmente de la pintura antigua. “Me interesan mucho la literatura y el cine. Para mí es muy, muy importante estar continuamente leyendo y viendo cine”. Ensayo, narrativa, poesía y películas de todas las épocas nutren su imaginario. “Con el cine cada vez me voy más atrás por cuestiones que tienen que ver con la narrativa y con el lenguaje audiovisual. En el cine más antiguo había una narrativa y un lenguaje visual más específico, no una metralleta de imágenes. También soy una víctima de mi tiempo y cada vez me cuesta más sentarme y elegir una película”, confiesa el pintor.
Rubén Rodrigo trabaja habitualmente con la Galería Fernando Pradilla en Madrid y su obra ha sido expuesta en puntos de Estados Unidos como California, Nueva York o Miami. No pierde de vista Salamanca pero, de momento, solo para cuestiones personales. “Salamanca sigue siendo lugar de descanso y peregrinación cuando tengo que ir a ver a mi familia”. Desde su última exposición, ‘La Luz y la Furia’ (2018), en el DA2 no ha vuelto a plantearse un proyecto en su ciudad natal.
Entre tanto, Rubén Rodrigo sigue construyendo una arquitectura cromática personal que expresa a través de la pintura y utilizando el color como lenguaje para contar la memoria del paisaje.