Miércoles, 08 de mayo de 2024
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Alzar la voz
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Alzar la voz

Actualizado 06/03/2024 07:54
Juan Antonio Mateos Pérez

“Ya no hay más judío, ni griego, ni siervo, ni libre, ni varón, ni mujer, ya que todas las personas somos una con Cristo Jesús, herederas conforme a la promesa”

(Gal 3, 27-20)

“La escasa presencia de mujeres en los ámbitos del poder, a día de hoy, implica exclusivamente techo de cristal, y esta expresión tan gráfica denota al conjunto sordo y continuado de maniobras excluidoras…”

AMELIA VALCÁRCEL

Profesora de Filosofía Moral y Política y feminista

“Si en algo estamos de acuerdo los grupos de mujeres en la Iglesia es en la necesidad de encontrarnos, de acogernos y darnos medida unas a otras”.

MARISA VIDAL COLLAZO

Asociación de mujeres cristianas gallegas.

Vivimos en un mundo de cambios acelerados, no sólo económicos y sociales, también de normas y valores en un proceso globalizado. Estos cambios nos afectan a todos, también a la libertad de las mujeres, muchas de ellas reclaman su tiempo e igualdad de derechos en un mundo que se desmorona. Posiblemente el feminismo es uno de los mayores movimientos de ese cambio, las mujeres en todos los lugares del mundo están en movimiento, son una totalidad que bulle con autoconciencia cercana a sus fines, abriendo caminos a veces difíciles y tortuosos para ellas. Todavía existen muchos “techos de cristal” que romper, ya que se sigue produciendo y reproduciendo en el conjunto de los sectores profesionales.

El día 8 de marzo muchas mujeres se manifestarán por sus derechos, quieren alzar la voz. Cuando estoy escribiendo este pequeño artículo, cinco mujeres han sido asesinadas en lo que llevamos de año, cuatro de ellas convivían con su agresor. En el año anterior son 1.245 las víctimas por violencia contra la mujer, sin hablar de la trata de mujeres y niñas. Está claro que una sociedad libre de cualquier forma de violencia es una tarea de toda la sociedad civil y necesita de la implicación todos, no sólo de las mujeres. No sé si estamos haciendo lo suficiente, está claro que no, debemos dar pasos en igualdad y fraternidad entre todos, debemos hacer una sociedad más justa y habitable y proteger más a quien más lo necesita.

No sólo la lucha contra cualquier tipo de violencia nos implica a todos, también la reivindicación de la igualdad de la mujer. Tomo las palabras de mi profesora Amelia Valcárcel, el feminismo parte de pensar normativamente como si el género no hubiera de tener consecuencias particulares, es una tradición igualitaria y democrática, que mantiene que ningún individuo de la especie humana debe ser excluido de cualquier bien o derecho a causa de su sexo. Se opone al uso del sexo como medida, también claro está, a los abusos en función del sexo. Dicho de otro modo, el feminismo no es lo contrario del machismo, pero es absolutamente contrario al machismo.

Este domingo pasado, día 3 de marzo, se manifestaron ante las catedrales de muchas ciudades del mundo, el colectivo de la Revuelta de las mujeres en la Iglesia. Caminando juntas por la igualdad y la dignidad, bajo el lema “voz y voto” en una Iglesia sinodal. Han realizado un llamamiento a la “memoria” para visibilizar y reparar a las víctimas de abusos en la Iglesia y a la “esperanza” en la construcción de una nueva Iglesia sinodal de relaciones horizontales donde no se den asimetrías de poder ni subordinación de las mujeres.

La Revuelta de Mujeres en la Iglesia es un movimiento reciente, pero como dice su ideario “venimos de lejos…”, lleva un largo e intenso recorrido. Tiene como antecedentes inmediatos los “Encuentros de Mujeres y Teología”, así como la “Red Miriam”, como numerosas publicaciones de teólogas y de colectivos de mujeres cristianas, apoyándose unas a otras. El XXII Encuentro de Mujeres y Teología de Zaragoza de 2018, con el título Salto Vital, va a suponer un aldabonazo en el movimiento, con un título claramente profético. Posiblemente en la realidad religiosa de nuestro país no se ha producido un movimiento semejante, una realidad de mujeres que quiere ser y es para todos, al servicio de una sociedad, de una cultura y una Iglesia más igualitaria.

Serán las mujeres de Barcelona las que inicien lo que se ha dado en llamar la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, un salto cuantitativo que unirá no sólo a mujeres de toda España, también más allá de las fronteras dando una visibilidad que el movimiento no ha tenido anteriormente. Muchos medios de comunicación se hacen eco de sus movilizaciones y de su ideario, ampliando la red y traspasando fronteras. Se unían al eco internacional al lado de grupos como María 2.0 o Catholic Women’s Council.

No todas proceden de la teología, pero tienen en común que son mujeres creyentes y feministas, un movimiento donde la diversidad es bien acogida, donde se vive el respeto, el diálogo, la escucha mutua para la toma de decisiones consensuadas y la puesta en marcha de acciones comunes. Siendo grupos muy diferentes tienen en común: la violencia sobre las mujeres y la feminización de la pobreza.

Comentan en su libro Revuelta de las Mujeres en la Iglesia. Alzamos la voz, que en las plataformas que están presentes, muestran una vocación por la justicia en el amor al Reino, la Teología y la Solidaridad. Como mujeres han buscado y siguen buscando crecer siendo mujeres feministas, queriendo caminar con otras hacia la liberación de toda opresión. Como cristianas descubren y viven una nueva espiritualidad desde el rostro femenino de Dios, con voz propia, creando espacios de expresión, celebración y formación teológica feminista. Quieren que su caminar feminista y cristiana se actualice cada día en una realidad compleja que las hace reflexionar y actuar de forma colectiva.

En este domingo frente a las catedrales, han reivindicado su feminismo y su espiritualidad cristiana, caminando juntas por la igualdad y dignidad en la Iglesia. Gritan a los cuatro vientos que están comprometidas y que no pararán hasta que se acabe con la violencia y la feminización de la pobreza. Hasta conseguir la equidad y que ninguna mujer sea excluida. Hasta poner fin al machismo en la Iglesia. Hasta tener voz y voto en todas las estructuras de la Iglesia. Hasta que se las deje de identificar con la culpa y el pecado. Hasta que la moral sexual se preñe de ternura y misericordia. Hasta que la teología feminista se divulgue en las parroquias. Hasta que laicas y laicos tomen la palabra en la Eucaristía. Hasta que los hombres pongan flores y limpien las iglesias. Hasta que la igualdad se haga costumbre.

Además de manifestarse frente a las catedrales de todo el país, han redactado unas propuestas de buenas prácticas para superar la discriminación de las mujeres en las Iglesias locales, que han enviado a las Diócesis y a las parroquias. El objetivo es favorecer la visibilización de las mujeres en todos los ámbitos de las iglesias diocesanas, así como la participación de las mujeres, laicas y religiosas, en la toma de decisiones que afectan a la vida eclesial en las diócesis, de cara a desarrollar la sinodalidad y desterrar el clericalismo, para lograr una Iglesia menos jerárquica y más circular, verdadera comunidad de iguales, al servicio de las personas empobrecidas y excluidas. Tarea difícil, por el modelo de Iglesia que muchos practican, tanto curas, religiosos, como creyentes laicos.

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