Las sociedades avanzadas han creado una etapa evolutiva cada vez más larga, que comienza en la pubertad y no tiene un fecha final precisa, enlazando con la juventud y la vida adulta. Los hombres y las mujeres adolescentes permanecen en la escuela y otros sistemas educativos durante años.
Un número importante siguen siendo adolescentes forzosos, sin autonomía hasta pasados los 30 años.
Maduran biológicamente, pero siguen dependiendo de la familia, sin incorporarse al mundo laboral.
Y los que trabajan frecuentemente siguen necesitando ayudas de padres y abuelos. Es un gran fracaso de nuestra sociedad.
Sus capacidades mentales tienen ya todas sus potencialidades, incluida su capacidad crítica, el manejo del pensamiento formal y abstracto, etc.
Pero desde el punto de vista social carecen de autonomía, permaneciendo en la familia parte de su juventud.
Su fisiología sexual (Deseo, Atracción y Enamoramiento está desarrollada y estos afectos sexuales también.
Es decir, su desarrollo general es una realidad, mientras siguen dependiendo de la familia y viviendo en una sociedad en la que, desde el punto de vista sexual, se les trata como prepúberes o púberes hasta los 16 años, edad en la que nuestro código penal sitúa la edad de consentimiento.
De esta manera, el progreso de la humanidad se encuentra con una gran contradicción: los adolescentes siguen siendo dependientes aun después de su desarrollo. No participan en el trabajo, ni verdaderamente en la gestión de las instituciones de las que dependen: Familia y Sistema Educativo.
En la familia, en numerosos casos, los padres están satisfechos si van bien en los estudios y no tienen problemas de conducta. No cooperan en las actividades domésticas y la igualdad entre los chicos y las chicas se ha conseguido por abajo: ninguno de los dos sexos coopera. Son cuidados por los padres o empleadas de hogar, pero no cuidan, salvo excepciones.
Pero sí han conquistado, no sin conflictos familiares, el llamado tiempo de ocio. Su vida está escindida entre tiempo de dependencia y tiempo de autonomía en la práctica (solo en el ocio).
Y con frecuencia, en su tiempo de ocio, asocian consumos de riesgo (alcohol y, una minoría, otras drogas) y prácticas sexuales de riesgo, casi siempre llevadas a cabo de manera furtiva.
El mundo virtual ocupa una parte importante de su tiempo (móvil, ordenadores, las redes sociales, etc. (de la pornografía, las amistades, los medios de comunicación e internet, de experiencias basadas en ensayo y error o impuestas por otra persona-abusos-) y las usan en secreto sin estar legitimadas por la familia, la escuela y los profesionales de la salud.
La igualdad hombre-mujer está lejos y los abusos sexuales la violencia, y el acoso son demasiado frecuentes.
No es infrecuente que sufran de soledad o sin sentido de la vida, con ansiedad, depresión e ideas de suicidio, convirtiendo el suicidio en la primera causa de muetre de adolescentes.
¿No son estos indicadores de que está sociedad como para estar alarmados socialmente? Los políticos, aunque no todos, como usted sabe, están a lo suyo, disputándose el poder, no parecen conscientes de estos problemas.
Ya sé estimado lector o lectora que hay numerosos adolescentes equilibrados, buenos estudiantes, con buenas relaciones familiares y con las amistades. La mayoría, a pesar de todos los riesgos, saldrán bien hacia adelante. Les felicito a ellos, sus familias y sus profesores.
Pero la minoría en riesgo es importante y tendríamos que reaccionar para que sea solo una crisis evolutiva que logren superar.
Trataremos algunos de estos temas en otros textos próximos.
No podemos convertir la adolescencia en un campo de minas contra los adolescentes, las familias y los profesores.
Félix López Sánchez
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