Hay quien insiste en analizar la decadencia de algunas actividades comerciales desviando el punto de mira. Salamanca ha tenido cuatro edificios dedicados a mercado municipal finalizando el siglo XX. Lo comenzó con el Mercado Central de Abastos donde desde hace siglos se realizaba esa actividad, sumándose a él en los años 40 el Mercado de San Juan en el barrio de Labradores. Con los primeros Ayuntamientos democráticos la empresa pública Mercasa pretendió relanzar esa forma de comercio creando Merca80 Garrido y el Mercado de San Bernardo, cedidos al Consistorio.
Los últimos no han tenido una vida feliz. El de Garrido no llegó muy lejos, tampoco reinventado como Centro Comercial Los Cipreses. El de San Bernardo sobrevive con numerosos puestos cerrados, y tiene autobuses en inseparable proximidad. El Bien de Interés Cultural San Juan hace años reconvirtió parte de su superficie en supermercado, y aun así hay demasiados puestos cerrados. Y el Central mantiene el tipo, pero con un tercio de puestos vacíos, en especial en la planta inferior. Coincidiendo con el auge innegable de los supermercados de barrio, Grandes Superficies y mega Centros Comerciales, y ahora la venta a través del ciberespacio.
Pretender vincular de alguna manera la supervivencia del Mercado Central con parada de autobús a la puerta (de un solo sentido de las líneas, curioso no hablar de los dos), solo puede llevar a consumir tiempo y esfuerzos en nada. No parece estar ahí la solución a la visible desde hace tiempo crisis de los mercados, sin iniciativas en busca de soluciones, si las hubiera. Es difícil juzgar cruciales los 200 metros escasos hasta la más cercana en la Gran Vía, 100 más en el sentido contrario. Quizás no estaría de más repensar la ubicación de esa parada alejada y los pasos de peatones en ese tramo. El transporte público podría aportar algo, pero difícilmente revertir la situación.
Sigo juzgando la Zona de Bajas Emisiones innecesaria en ciudades como la nuestra, donde la mayor parte de su centro comercial está peatonalizado y en vías de ello el resto. Es de agradecer la generosa colaboración del gobierno del ogro Pedro Sánchez, aunque no justifique excesos innecesarios en gasto tecnológico. Por cierto, bienvenida la futura prioridad semafórica para los Autobuses urbanos, estúpida idea en su momento de los entonces enemigos del progreso. Recordemos que el problema seguirá estando en esos 100.000 viajes diarios en vehículo privado relacionados con el alfoz, y una seria reforma del Transporte metropolitano parecería lo trascendente.
La mayor parte de ideas sugeridas por el PSOE aprovechando la Zona Bajas Emisiones se sienten interesantes, dar ventajas al transporte público magnífica. Pero seguramente sea más útil en la movilidad global recuperar la propuesta del Plan de Movilidad de reconvertir la céntrica Gran Vía en calle exclusiva para transporte público y taxis, dejando de ser reclamo de coches innecesarios. Además, se puede añadir la creación de alguna línea de microbuses por la zona peatonal, propuesto desde aquí alguna vez, Si necesitan disculpa pueden copiar al Popular Ayuntamiento madrileño, a pesar de haber más ciudades con este tipo de iniciativas.
En este caso mejor no pidan opinión a sus compañeros munícipes de Badajoz donde a cualquier cosa la llaman microbús. Es un vehículo de 2’5 metros de ancho (retrovisores incluidos) y 6 de largo frente a los 12 de los habituales autobuses charros, con capacidad entre 20 y 24 viajeros. Podría convivir bien por esas calles peatonales donde se tolera en exceso el paso de vehículos, algunos voluminosos. Permitiría comunicar toda la zona con puntos importantes, como el Centro de Salud, el Hospital u otros servicios públicos, y el resto de la red de transporte. Ser verde y sostenible no solo se consigue proclamándolo a los cuatro vientos, actuar sin anteojeras suele ser más práctico.
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