Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.
MARTIN LUTHER KING
Privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad.
NELSON MANDELA
La globalización actual afecta a la internacionalización de la producción, de las finanzas, del comercio y de las migraciones. Estamos viviendo una época compleja marcada por múltiples crisis, cada una de ellas revela deficiencias arraigadas desde hace mucho tiempo en nuestros sistemas y políticas desplegadas y ponen a prueba nuestra resiliencia colectiva. La globalización ha perturbado sin duda alguna de las estructuras de producción mundiales, lo que ha tenido importantes efectos sobre las empresas y el empleo. Detrás se esconden fuertes deficiencias estructurales en la economía, política y derechos humanos que llevan a millones de personas a quedar rezagadas impidiendo acceder cada día a las necesidades básicas para sobrevivir.
Se prevé que en el 2024 el crecimiento del comercio será solo la mitad que en los años anteriores a la pandemia. Este crecimiento sigue siendo débil y muchas economías en desarrollo, sobre todo las más pobres, caerán de nuevo en la trampa de la deuda, con un acceso precario a los alimentos de primera necesidad. El desempleo ha caído por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, pero el desempleo mundial aumentará en 2024, al igual que las desigualdades. Además, posiblemente habrá un estancamiento de la productividad. El número de trabajadores en situación de pobreza extrema -es decir, que ganan menos de 2,15 dólares por persona y día -, aumentó en cerca de un millón en 2023.
La pobreza y la exclusión social siguen siendo un problema pendiente que afecta a 12,3 millones de personas en nuestro país, según los datos del XIII Informe "El Estado de la Pobreza en España". Casi la mitad de la población española (47,8 %) tiene alguna clase de dificultad para llegar a fin de mes. El coste de la vivienda, la brecha de género y el apoyo insuficiente a las familias con menores, se han constituido como factores clave para la generación de pobreza en España. El crecimiento económico no es suficiente para luchar contra la pobreza y la exclusión.
Las crisis económicas nos muestran cada día que muchos seres humanos carecen de importancia y que la dignidad humana no cuenta, con lo que este tipo de globalización no busca un fundamento ético que nivele las desigualdades y pueda generar justicia. Una globalización justa, sería inalcanzable sin trabajo digno, nos recordaba Guy Ryder, director general de la OIT. Por ello, se mantiene como un objetivo pertinente y debe constituir un proyecto conjunto de los actores sociales, políticos y culturales.
Desde Platón se ha venido identificando la justicia con la felicidad, pero no se puede hablar de un orden social justo, si identificamos la justicia con la felicidad individual sino con una realidad colectiva. Esa justicia hoy se manifiesta en una dimensión globalizada, es una justicia social donde están relacionados entre sí los aspectos económicos, sociales y políticos. Para conseguir esa justicia, esa felicidad, es necesario erradicar la pobreza y el acceso al trabajo digno, conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y el acceso al bienestar sin discriminaciones de ningún tipo.
La justicia social abarca, al menos, cuatro dimensiones. En primer lugar, el respeto y desarrollo de los derechos humanos, que deben incluir el acceso a un nivel de vida adecuado y a la educación, atención a la salud y seguridad social. No se debe dejar de lado, libertad de asociación y la libertad sindical, que asientan los cimientos para la participación democrática y el diálogo social.
En segundo lugar, debemos subrayar la igualdad de acceso a las oportunidades de empleo y la actividad productiva que permiten a las personas procurar su bienestar material en condiciones de seguridad económica. La tercera dimensión, engloba la noción más amplia de la distribución equitativa. Se refiere a la equidad en los resultados distributivos, incluido un reparto justo de los beneficios del crecimiento económico, prestando atención a los más desfavorecidos o vulnerables de la sociedad. Por último, debemos subrayar una globalización más justa, subrayando un trabajo digno.
El ser humano es el sujeto del trabajo y no una mercancía, con lo que el trabajo debería ser un bien social. Subrayar, que serían necesarios tres aspectos consustanciales a un trabajo digno, como son la dignidad humana, la solidaridad, la seguridad y la justicia social. Para desarrollar un trabajo digno, es un imperativo desarrollar políticas nacionales y globales basadas en una convergencia entre las políticas económicas y sociales que favorezcan adecuadas tasas de crecimiento sustentables e inversiones intensivas en empleos productivos, pero dentro de una globalización justa. Debemos seguir avanzando en justicia social para eliminar brechas y desigualdades, más allá de este Ingreso mínimo vital, es seguir avanzando y desarrollando los derechos sociales, pero las crisis nos han demostrado que es muy necesario también, el acceso a la vivienda para todos y al trabajo con dignidad.
En nuestra realidad globalizada debemos reclamar una nueva educación pluridimensional y democrática, que facilite el tránsito de la asistencia administrativa a la asociación multicultural. La educación puede ayudar hacer realidad la utopía de la cohesión social, ayudando a superar la pobreza y la desesperanza que provoca la misma a muchas personas que pueden quedar excluidas y desechadas. Para ello es necesario desplegar los cuatro grades pilares de la educación: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos. Una tarea para la que se necesita la vida entera.
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