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Beneficios millonarios, empobrecimiento y cultura empresarial
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Al cabo de la calle

Beneficios millonarios, empobrecimiento y cultura empresarial

Actualizado 10/02/2024 09:24
Francisco Aguadero

La banca y las grandes compañías tecnológicas logran beneficios récord en el 2023. Los bancos españoles obtuvieron más beneficios que nunca, un total de 26.000 millones, el 20% más que en 2022. Y, las cinco grandes tecnológicas globales: Apple, Microsoft, Alphabet (Google y otras), Meta y Amazon, alcanzaron los 326.772 millones de dólares de beneficios, un 25,6% más que el año anterior.

Bienvenidos sean los beneficios de las empresas. Son el requisito necesario para la supervivencia de aquellas. Y, a su vez, la existencia de empresas saneadas es un condicionante vital, para la creación de empleo en este sistema de economía de mercado en el que vivimos. Esto que decíamos antes y que algunos mantenemos, actualmente no se cumple en lo referido a la creación de empleo. Porque los beneficios abultados no se suelen dedicar a ello, más bien al contrario: a la vez que se obtienen esos beneficios, se amortizan empleos o se hacen despidos masivos en las mismas empresas.

Según datos ofrecidos por Layoffs.fyi, el rastreador de pérdida de empleo en el sector tecnológico, a finales de noviembre del 2023, las empresas tecnológicas habían despedido alrededor de 248.974 empleados durante el ejercicio. Después de haber despedido a 249.611 en el 2022, igualmente boyante en beneficios. Y, el goteo de despidos en lo que va del 2024 tiene pinta de sobrepasar todas las cifras anteriores.

En el caso de los bancos españoles, los datos confirman una tendencia sostenida a la reducción de empleos. Así, terminaron el 2023 con la mitad de los empleados que tenían en el 2008 y con el 60% menos de oficinas, manteniendo abiertas solo 17.537 de las 45.662 de entonces. La asociación de usuarios financieros Asufin, confirma lo que ya sabemos y padecemos todos los días: la tendencia a la baja en las ratios de empleados, oficinas y cajeros por habitante. En 2008 había una oficina bancaria para atender a 1.000 habitantes, ahora cada oficina ha de atender a 2.742 y con casi la mitad (el 42% menos) de los empleados.

El resultado de esa tendencia sostenida en la reducción de empleos es obvio, va en detrimento del servicio al ciudadano e incremento de los beneficios para la entidad bancaria. Mientras, los recursos humanos de aquellas entidades no hacen más que sufrir despidos y perder nivel adquisitivo, excepción hecha de sus directivos que sí ven aumentadas sus retribuciones.

Dicho esto, cabe plantearse algunas reflexiones tales como: ¿cuántos beneficios son justos?, ¿cómo se obtienen? y ¿para qué? Desde el punto de vista de la economía, las respuestas a tales interrogantes se pueden encontrar en la cultura de cada organización y, más fácilmente, en las políticas de las empresas y en sus respectivos planes estratégicos, así como en el tipo de gestión que lleven a cabo. No solo para las organizaciones sindicales, también para muchos empresarios, las rentas del trabajo deberían ser superiores a la del capital, en aras de que la economía vaya bien y de que un mayor poder adquisitivo la empuje.

Para algunos economistas, lo que importa es el beneficio, ganar dinero, y defienden que las únicas obligaciones de la empresa son para con sus accionistas. Así pensaba el economista y filósofo Adam Smith en el primer ensayo moderno de economía, publicado en 1776 y titulado “La riqueza de las naciones”. Tesis que fueron refrendadas a finales del siglo XX por Milton Friedman, considerado como el padre de la Escuela de Economía de Chicago y Premio Nobel de Economía, en su artículo “La responsabilidad social de las empresas consiste en aumentar los beneficios”, publicado en el periódico The New York Times en 1970 y que definiría el capitalismo de las décadas siguientes, basado en la promoción del libre mercado y las ideas del monetarismo.

Los postulados de Friedman sentaron las bases para entender el pensamiento neoliberal y los desarrollos neoliberales que, junto con el monetarismo, facilitaron la expansión del mercado global, la globalización. De esta corriente de pensamiento se nutrieron y salieron las políticas de los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido. En esta concepción empresarial del liberalismo, los empleados y los clientes solo son herramientas o instrumentos para que la compañía registre beneficios, cuanto más, mejor. Desde estos planteamientos, el neoliberalismo prescinde de cualquier tipo de ética.

A principios del siglo XXI aparecieron otras formas diferentes de entender el capitalismo y la razón de ser de las empresas, relacionado con la Responsabilidad Social Corporativa o de empresa (RSE). Corriente de pensamiento en la que participé como pionero y promotor de la misma en España, junto con otros. Así, frente a las tesis neoliberales de Friedman por las que la única obligación de una empresa es ganar dinero, apareció la idea de que es bueno para las empresas presentar sus balances según la triple cuenta de resultados: económicos, sociales y medioambientales. Algo que unos años más tarde, en 2004, y tras un informe presentado por el entonces secretario general de las Naciones Unidas (ONU) Kofi Annan, se le conoce por sus siglas en inglés como ESG, a esa triada “medioambiental, social y gobernanza corporativa”. El informe, titulado “Quien se preocupa, gana” fue firmado por un gran número de bancos de todo el mundo.

Con el paso de los años, la cultura empresarial asumió, en gran medida, los criterios y recomendaciones de la ESG, desde el convencimiento de que la preocupación de las empresas por las cuestiones medioambientales, sociales y de buena gobernanza, contribuye al desarrollo y bienestar de las sociedades en las que operan, a la vez que aumenta el valor para los accionistas y refuerza la reputación de la propia empresa, requisito este para ser tenida en cuenta por los clientes o ciudadanos, que son quienes compran los productos o servicios y de donde salen los beneficios.

En estos momentos en que una ola de populismo derechista parece que marca tendencia por doquier el “Quien se preocupa, gana” con los criterios y recomendaciones de la ESG, da la sensación de que importan menos y hasta molesta que se ponga un mínimo impuesto adicional a la banca y las grandes empresas cuando se den altos beneficios. Olvidando, que hace pocos años, la cesta de la compra eran 150 euros, que ahora ya supone más de 250 y que la pérdida de poder adquisitivo del ciudadano sigue retrocediendo, es decir, empobreciendo.

Se puede estar más o menos de acuerdo, compartir o no los planteamientos citados en relación con los beneficios. Pero sería bueno que se analizaran los altos beneficios y dar respuesta a los interrogantes antes plateados y a otros muchos, desde la perspectiva de la Ética que, a mi entender, siempre debe acompañar a las acciones del hombre y de las organizaciones, sean o no empresariales. ¿Son legítimos los beneficios empresariales? Claramente sí, si están conseguidos conforme a las leyes. ¿Son lícitos, justos o equitativos los altos beneficios? Depende de muchos factores y, ahí, es donde más se pone de manifiesto el factor humano, la Ética en general y la empresarial en particular.

Les dejo con Mary Poppins - Banco de la confianza:

https://www.youtube.com/watch?v=wuHZXVlUPtc

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© Francisco Aguadero Fernández, 9 de febrero de 2024

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