El periodista Chema Díez ofrece su opinión en la habitual sección de este medio con colaboradores
Para muchos, pobres ignorantes, el fútbol es tan sólo un deporte en el que juegan once contra once y gana el que mete más goles que el contrario. Simplificar esto así es de tener las miras muy bajas, igual que el hecho de aseverar en plena pandemia que no pasaba nada, que se podía vivir sin el fútbol…
Es totalmente respetable que exista gente a la que no le guste el deporte rey, pero no por eso hay que tirarlo por tierra. Y es que, el fútbol no es solo conocer a tu rival, estudiar a los jugadores, entrenar cada día, ver nuevos jugadores o saltar al terreno de juego cada fin de semana. No, ni mucho menos, va más allá… ¡vaya que si va más allá!
Y un claro ejemplo de lo que supone el mundo del fútbol es más que lo que pasa en el ‘verde’ lo representa a la perfección la fiel afición de Unionistas de Salamanca, que lleva con orgullo el nombre de ciudad y provincia allá por donde camina su equipo. No es fácil ver el compromiso de unos seguidores con su equipo, huérfanos de la extinta UD Salamanca, y que, como ellos bien dicen, llevan la camiseta pegada a la piel.
Existen innumerables ejemplos para describir esta situación, pero el último de ellos tuvo lugar en León antes del partido contra la CyD Leonesa, donde cientos de aficionados de Unionistas dieron color a las calles del antiguo Reino, compartiendo momentos con su afición rival y amiga y, por qué no decirlo, generando riqueza y músculo económico en todos aquellos rincones que tienen la oportunidad de visitar gracias al… sí, gracias al fútbol.
Lo mismo va a ocurrir en la próxima jornada en Ponferrada, cuando el equipo de Dani Ponz visite al líder del Grupo I de Primera RFEF, la SD Ponferradina, donde calles, bares y restaurantes de la localidad y aledaños al estadio presenten de nuevo un color blanquinegro que ya es reconocido en toda España. Y todo por ver jugar a su equipo.
Habrá muchos que aún sigan pensando que no gastarían ni un euro en hacerse socio, en comprar una entrada y, menos aún, en viajar cada dos semanas con el equipo para mostrar su aliento y disfrutar de muchos lugares a los que de otro modo quizá nunca irían.
El fútbol mueve sentimientos, pasiones, sonrisas y lágrimas, alegrías y tristezas y, especialmente, mucha satisfacción para todos los que tienen claro que Unionistas es una parte más de su vida, de su esencia y de su día a día.
Personalmente, nunca he tenido la oportunidad de sentir como jugador el aliento y apoyo de una afición que, si en casa es un auténtico torbellino, fuera del Reina Sofía genera una envidia sana por todo lo que representa hacia su equipo. Sentirlo y vivirlo así es una sensación que sólo pueden describir aquellos que sienten de verdad el equipo de su tierra, de su ciudad. Palparlo como futbolista tiene que ser algo que no se puede explicar con palabras.
Y no, claro que no; el fútbol no son 11 contra 11 corriendo detrás de una pelota; el que tenga dudas que vaya este sábado 10 de febrero a Ponferrada. Igual cambia de opinión.