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Charo Alonso: "Vivo de la docencia y disfruto de la libertad de hacer la literatura que quiero, eso no tiene precio"
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Novedad editorial

Charo Alonso: "Vivo de la docencia y disfruto de la libertad de hacer la literatura que quiero, eso no tiene precio"

Actualizado 02/02/2024 13:25
Berta Joven

La escritora y colaboradora de Salamanca RTV Al Día publica su nuevo libro de relatos, Los pies de los bailarines (Castilla Ediciones), que presenta el sábado en la librería Letras Corsarias.

Belleza y esfuerzo en escenas de la vida cotidiana. Los pies de los bailarines (Castilla Ediciones), el nuevo libro de relatos de la escritora, profesora y periodista colaboradora de Salamanca RTV Al Día se fija en la convivencia entre el dolor y la delicadeza presentes en los conflictos y deseos de sus protagonistas. La autora se encontrará con sus lectores el sábado 3 de febrero a las 19:00 horas en la Librería Letras Corsarias junto a la también escritora Celia Corral.

¿Qué momento dirías que vive el relato como género? ¿Por qué lo has elegido para expresarte?

Creo que siempre es un buen momento para el relato. Nos hemos alimentado de cuentos y de todo hacemos un relato. Es más, creo que la prisa que caracteriza nuestra vida diaria precisa de la narración breve, el cuento nos permite acabar antes la lectura, imaginar nuevas historias con más rapidez. Hay que agradecer que editoriales como Castilla Ediciones apuesten por el relato en colecciones como “Cuentenario” a cargo del escritor y crítico José Ignacio García. Estar ahí es un honor para mí porque lo hago entre grandes nombres como Isabel Bernardo, Miguel Ángel Malo, Ajo Diz y Fernando Díaz San Miguel y Yolanda Izard ¡Y cito solo a los salmantinos! Escribo cuentos porque mi vida ahora es frenética, sentarme con la calma que precisa una novela es algo que deseo, pero que no puedo permitirme, y en el fondo, haga lo que haga, siempre escribo cuentos, me llegan sin permiso y sin avisar y hay que abrirles la puerta.

En Los pies de los bailarines, ¿podemos encontrar huellas en el lenguaje, en los personajes o en las imágenes del testimonio hispanoamericano que tanto has estudiado?

En el testimonio, un informante le cuenta su historia a un gestor que la escribe. Yo me siento como una espigadora, escucho, recojo lo que oigo, lo que veo… y lo escribo. En los cuentos está mi experiencia con el Testimonio que es un subgénero a medio camino entre la historia, el periodismo, la biografía, la crónica… y en ellos también hay huellas de mi trabajo como periodista. Estoy acostumbrada a escuchar y transcribir, a asistir a un acto y contarlo. Elegí el Testimonio y la obra de Elena Poniatowska y no solo fue mi tema de tesis doctoral, asumí su manera de imbricar el periodismo y la ficción, el testimonio y la narración.

Representa a personajes de edades muy diferentes, entre las que se encuentran muchas mujeres, ¿qué sociedad ha querido retratar en este libro?

¡Hay muchos hombres que hablan en este libro! Muchos, mi fantástico coordinador José Ignacio García decía que este libro debía titularse “Patio de luces” porque los personajes, muy diversos, relatan su historia y se confunden sus testimonios. En realidad no retrato ninguna sociedad, retrato y relato voces que hablan y cuentan aquello que viven. Quizás lo que he querido mostrar es que hay esfuerzo, sangre, dolor, deformidad bajo algo que nos parece hermoso e idílico. Y que necesitamos la seguridad de que podemos elevarnos, sobreponernos y que hagamos hermoso aquello que no lo es porque debemos seguir vivos, conscientemente vivos.

Defines tus relatos como “un jirón al viento”, ¿qué significa?

Escucho, siento, vivo algo aparentemente pequeño que queda ahí, enganchado en mi mente como un trozo de tela o de papel en una alambrada. Y de ese jirón, de ese resto, hay que coser un vestido, hacer un cuaderno. Atrapo volando la idea, la vivencia, la palabra… y en ocasiones, ese retazo me sirve de mucho. Se convierte en algo más.

¿Hay algún hilo conductor entre tus cuentos?

Quizás lo que te he comentado antes, que hay belleza en los pies de los bailarines. Que hay esfuerzo en la vida cotidiana, quizás tedio, reiteración… pero ahí está la belleza. En el fondo, deseo que mis personajes se eleven como la niña que quiere atrapar a la golondrina o a la que su padre sube a los hombros en el fragor de la verbena. Subir, elevarse más allá, levantarse de la dificultad, alejarse quizás de ese patio de luces en el que se juntan las voces diversas de mis personajes.

Utilizas la primera persona en muchos de sus relatos, que se leen como un monólogo interno o externo hacia un interlocutor. ¿Cómo ha sido la exploración para construir la voz de personajes tan distintos?

Hablan y yo les escucho. Yo hablo mucho, pero estoy acostumbrada a escuchar, escucho a mis amigos, a mis alumnos, a mis queridos entrevistados junto a Carmen Borrego, mi fotógrafa en el periódico que ha pintado una obra magnífica para que sirva de cubierta para este libro. Escucho la vida a mi alrededor, leo muchísimo y dejo que fluyan esas voces que necesitan expresarse. Hablamos en el testimonio de dar voz a quien no tiene voz. Quiero pensar que quieren hablar con alguien y yo escucho sus voces que, en ocasiones, he oído realmente. Puedo recordar muchas de ellas que han dado lugar a estos personajes. Y tengo la suerte de estar rodeada de personas muy sabias que usan el lenguaje maravillosamente y me regalan esos hallazgos que guardo con cuidado.

¿Cómo compaginas tu labor como profesora del IES Mateo Hernández con tu faceta de escritora?

Siempre he escrito, las clases han llegado después y se han compaginado bien la profe y la escritora porque los horarios son buenos y además, me gusta compartir mi amor por el lenguaje y por la literatura. La escritora es un poco anárquica y fantasiosa y eso choca con esa formalidad de la burocracia que ahora se nos pide a los profesores de secundaria. Ahí quizás se rebela un poco la autora, pero soy agradecida. Vivo de la docencia y lo hago disfrutando de la libertad de hacer la literatura que quiero, eso no tiene precio.

¿Cómo te nutre o te influye como escritora el contacto con adolescentes en las clases?

A un escritor le influye todo, imagina cómo no lo hará un trabajo tan especial como este. Además, ahora pertenezco a la jefatura de estudios y eso significa que estoy en contacto con algo más que las clases: las familias, las preocupaciones de los alumnos, la magnífica tarea de mis compañeros de orientación que tanto me enseñan… estoy viviendo una absoluta inmersión en lo que va a ser el futuro porque trabajo en un centro lleno de alumnos de todas partes del mundo, con sus desarraigos, sus alegrías, sus afanes, sus esfuerzos por salir adelante. Tengo la suerte de estar en un espacio estimulante, vivo, intenso y quiero pensar, también lleno de comprensión y cariño. Aunque sea la que riñe, recrimina, soy la que les mira, la que espera que salgan adelante, la que desea que aprendan no solo lengua y literatura… y encima, estoy rodeada de compañeros fantásticos, algunos de ellos muy jóvenes, muy trabajadores… no creo ni confío en la Reforma Educativa que estamos viviendo, pero sí en el esfuerzo que hacemos todos los días, y eso me influye como persona, como docente y como escritora, claro.

Como profesora de Lengua y Literatura, ¿qué libros les recomiendas a tus alumnos?

Cada vez menos. En vez de decirles que lean tal o tal cosa, les leo un fragmento. Les invito a que conozcan a este o a este otro autor. Les llevo a la biblioteca, o les muestro lo que estoy leyendo yo. Creo en el ejemplo, creo en recitarles poemas en clase y dejarles que prueben el sabor de un verso, de una aliteración, de una historia… les abro una rendija y me siento a esperar a que alguno empuje la puerta y entre. Y les reparto libros cuando me dicen que no tienen tarea. Quiero no darles una lista de lecturas obligatorias sino enseñarles que si se aficionan a la lectura, nunca, nunca se sentirán solos, aprenderán todo lo que precisen y que tampoco necesitarán un cable para recargar el móvil. Papel volando…

¿Qué momento dirías que atraviesa el sector cultural en Salamanca?

Creo que está lleno de grandes autores, poetas, periodistas, narradores. Me siento muy afortunada de conocer la obra de muchos de ellos y de ser, como periodista, testigo de la misma. Salamanca debe ser una ciudad de cultura y para la cultura, y tratar muy bien desde las instituciones a las gentes de la cultura: a sus bibliotecas públicas, a sus empresas culturales, a sus autores, a sus periódicos, a sus artistas dándoles nuevas salas de exposiciones, a sus fantásticos fotógrafos, a sus publicaciones, sus músicos, sus orquestas... respetar y reconocer la obra de los que nos precedieron... la cultura es un activo que da trabajo, que da prestigio, que hace ciudad, que debemos cuidar todos.