El autor bejarano presenta la segunda parte de su trilogía, “La urdimbre y la trama” situada en Béjar.
Tiene Marcelo Matas de Álvaro trazas de Quijote de largo paso y querencia por los verdes de su Béjar natal y de la Asturias donde ha vivido y trabajado toda su vida como orientador en centros educativos. De Béjar, ese paisaje verde y fabril donde se desarrollan la infancia y la juventud de Andrés Retamar, su personaje en cierto modo trasunto de su trayectoria, el escritor ha tomado su naturaleza feraz y su historia quebrada para hacer un lugar imaginario, Belgrey, donde se desarrolla la novela de aprendizaje que presenta en el cálido entorno de la librería Víctor Jara bajo el título “Enemiga mortal de mi descanso”. Una larga frase extraída del libro que más admira, fruto del autor que lee sin tregua, que un escritor consciente de su peso intelectual, porque un hombre que colecciona ejemplares del Quijote no puede escribir de otra manera.
Columnista literario en numerosas publicaciones asturianas, autor de relatos para niños y adultos, partícipe de empeños colectivos y novelista, Matas de Álvaro enfrentó la trilogía “La urdimbre y la trama” desde una perspectiva histórica que se centró en la infancia y la vida de los padres de Andrés Retamar en la primera entrega, esa premiada Yo soy quien soy, continuando con la novela que nos presenta en Salamanca: Enemiga mortal de mi descanso. Ambos libros, incluso el tercero, que está escribiendo en la actualidad, pueden leerse por separado, pero son verdaderamente la urdimbre y la trama de un tiempo y de un prosista de rara complejidad y belleza que descubrimos con el gozo de primeros lectores. Un ejercicio que choca con el panorama actual de narrativa fácil y reiterativa. Matas de Álvaro no es un autor nada condescendiente para el lector. Y lo reconoce abiertamente porque entiende la prosa como una forma de conocimiento a cada página por compleja que resulte porque como recuerda el autor citando a su querido Juan Carlos Onetti de forma irónica, “Yo no sé escribir mal”, es decir, ni quiero ni puedo rendirme a la facilidad que ahora busca el mercado.
Enemiga mortal de mi descanso, publicada por Castilla Ediciones, una editorial de Valladolid que nos está dando grandes alegrías en su descubrimiento de nuevos nombres y recuperación de importantes títulos, es una novela de aprendizaje en la que el protagonista no solo se enfrenta a su propia transición, sino que lo hace en medio de los meses en los que muere Franco y el país está en vilo basculando entre la esperanza y el miedo al futuro. Una transición que, según el autor, se basa en el descubrimiento del dolor, el odio y el miedo. Frente a la memoria del abuelo y de la madre, quienes mantienen vivo el dolor del pasado, los jóvenes como Mayo son el futuro, e incluso conjuran, a través de una obra de teatro que escriben para el instituto, esa misma memoria. El autor, que ha querido en esta trilogía homenajear a los poetas Miguel Hernández, Machado y Lorca, no solo relata el aprendizaje de estos muchachos que lo mismo entran en una fábrica abandonada que preparan una cochera para una fiesta, sino que hace un prodigioso ejercicio de metaficción para incluir una obra de teatro, poemas y sobre todo, un documentadísimo recordatorio de los últimos días del poeta de Orihuela cuya agonía quiso incluir convirtiendo al abuelo en compañero de celda de Miguel Hernández, eje generacional para conjurar el pasado, el presente, y el futuro.
En esta compleja y espléndida novela de personajes inolvidables y prosa que fluye como ese río Cuerpo que es una constante en la acción, el paisaje de Béjar, convertido en el bello espacio de la grey, del pueblo, se convierte en un escenario dolorido. La ciudad que tuvo más población que la propia Salamanca y que el autor no quería que fuera tan evidente en su novela, es una referencia constante y tiene en Matas de Álvaro un cronista enamorado y lúcido. No se engaña el autor porque “No puedo hacer algo en lo que no crea”, de ahí su mirada pesimista y a veces expresionista en ejemplos como el espacio de recreo de los amigos del abuelo, descrita como un patio de Monipodio descarnado y, sin embargo, vivo. Más vivo que ese franquismo ya en agonía que supone la muerte, el pasado y el recordatorio de lo que puede volver a suceder. Ese tiempo anterior que nos cuentan y que alimenta la literatura quizás con pinceladas autobiográficas, las menos, para levantar este monumento sólido de palabras que llevan al lector hacia el futuro.
Un futuro que, en el marco de la librería Víctor Jara, remite al joven bejarano que estudiaba psicología y pasaba las horas en la antigua sede de la misma buscando, hojeando y ojeando libros de su materia. La evocación de Marcelo Matas de Álvaro es un homenaje emocionado a la historia de estas calles de Salamanca que relatará en su próxima novela, un título para cerrar su trilogía –aunque los libros se pueden ver de forma independiente- que confiamos en leer con la misma admiración para que esta memoria, según Cervantes, sea no nuestra enemiga mortal, sino la personal evocación de cada uno de nosotros.